En el "Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales" (o DSV IV por sus siglas en inglés), usado en todo el mundo por médicos, psicólogos y psiquiatras para definir y diagnosticar las diferentes patologías mentales, la DPP es considerada una forma de depresión que surge después del parto.
Por lo mismo, la Depresión y la DPP comparten los mismos síntomas: baja energía, una marcada disminución del interés por hacer cosas/actividades que antes se disfrutaban, cambios en los patrones de alimentación, sentimientos de poca valía o culpa, y deseos suicidas (entre otros).
A pesar de esto, es importante tomar en cuenta que la mujer con DPP, además de atravesar por esta difícil situación y experimentar diferentes emociones negativas, tiene que cuidar de un recién nacido. Por lo mismo, surgen muchos sentimientos de culpa, se intensifica la ansiedad y la baja autoestima es cada vez mayor.
La mujer con DPP tiene dificultad para tomar decisiones, para hacer las cosas que normalmente hacía y para cuidar de sí misma, por lo que cuidar de otro ser humano, resulta una tarea sumamente estresante y en ocasiones, imposible de llevar a cabo por sí sola.
Valerie Raskin Davis, co-autora del libro "This Isn't What I Expected", utiliza una metáfora para explicar la diferencia:
Es como imaginar a dos mujeres que tendrán una operación. A una de ellas le extirparán un riñón, mientras que a la otra le removerán un seno. Ambas pasarán por el proceso de recuperación, por dolor, ansiedad y la pérdida de una parte de su cuerpo. Sin embargo, la segunda mujer experimentará también emociones y cambios relativos a su sexualidad, autoestima e identidad.
"Las cosas pequeñas se vuelven enormes, y las cosas enormes, se vuelven imposibles... Entonces la DPP es en muchos sentidos exactamente igual que la Depresión, pero en muchos otros, es completamente diferente" (Karen Kleiman, Postpartum Stress Center).
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