Por la boca muere el pez...

Este popular refrán enseguida nos remonta a la idea de la importancia de las palabras para nuestro crecimiento personal y de quienes nos rodean, sin embargo muchas veces hay circunstancias en nuestra historia de vida que repercuten en nuestra manera de dirigirnos.Por naturaleza somos seres críticos, nos la pasamos analizando una situación desde nuestra propia ventana, cuyo cristal muchas veces tiene huellas de nuestro pasado, el cual nos limita al tener una visión muy pequeña, viendo a las personas desde nuestro punto de vista y sobre todo creándonos expectativas muy altas de los resultados que esperamos y el tiempo que consideramos que es conveniente o necesario que sucedan.Sin embargo nos damos cuenta que el tener el marco de nuestra ventana limitado únicamente por lo que esperamos de los demás, nos ocasiona con frecuencia molestia, stress, mal humor, llegando al extremo de fomentar conflictos primero con nuestra persona, pues por mucho que defendamos nuestra opinión acerca de determinada situación, nuestro inconsciente a final tiene claro que no es algo que nos ayuda a crecer, mucho menos para quienes escuchan nuestras palabras, convirtiéndose en el arma más letal que podemos tener en nuestras manos.Es vital ir erradicando esa cultura del sufrimiento en la que por generaciones hemos crecido, en donde al parecer se genera una competencia de quien tiene más enfermedades, más problemas laborales, sentimentales y los que gusten agregar. La oportunidad que tenemos de estar vivos y contar con la bendición de una familia, amigos, hijos, en donde hay condiciones muy particulares, muy diferentes al modelo “ideal” que nos han dicho que es el indicado o el correcto, sin embargo lo más importante es darnos cuenta que la armonía se genera a partir de nosotros mismos.Por último el especular a la ligera sin tener constancia de los hechos e integrarla a nuestra plática cotidiana con quienes nos relacionamos, nos facilitará la llegada de facturas con costos muy altos, primero con nuestro ánimo personal, denotando a final de cuentas nuestra inseguridad, complejos e incluso carencias emocionales. Por otro lado, nos arriesgamos a alejar a personas que fueron y pudieron ser valiosas en nuestra vida.Y como dice mi abuela: “Nadie sabe el fondo de la olla más que la cuchara”, el hablar claro, de frente, con sinceridad y sobre todo en el momento oportuno, contribuirá a un verdadero bienestar y crecimiento integral como seres humanos.
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Comentarios

  • Antes que nada una felicitacion sincera,y es bien cierto tu texto que lo que tenemos al lado no lo valoramos hasta que perdemos algo. EXITO MARITZA
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