Todos los seres humanos en el curso de nuestras vidas cometemos errores. Equivocarse es una de las posibilidades que tenemos en nuestro intento de salir airosos en la aventura de vivir.
Ahora bien… esos yerros que cometemos en términos generales son involuntarios, pero aún así generan culpas que no solo pueden afectarnos a nosotros, sino que al mismo tiempo pueden incidir negativamente en la vida de las personas que se vieron involucrados en nuestros actos.
Son las que yo denomino las “culpas genuinas”, que nos atormentan y causan heridas en nuestra alma, pero que no tenemos otro camino que hacernos cargo de ellas y ver si podemos disculparnos con las personas que pudimos haber lastimado.
Sin embargo, existen otras culpas que nada tienen que ver con nosotros y que maliciosamente algunas personas de nuestro entorno han generado y qué aprovechándose de nuestra baja autoestima, o nuestra elevada permeabilidad a la opinión de los demás, las depositan en nuestras espaldas para que las carguemos injustamente a lo largo de nuestra vida.
Esas culpas ajenas, son en buena medida las que no nos permiten avanzar, las que nos paralizan y no nos dejan explorar nuevos territorios en nuestra existencia. Llega un momento en la vida en que hay que decir “basta”. Hasta aquí hemos llegado y debemos iniciar un proceso para desprendernos de esas culpas que no merecemos cargar porque no las hemos generado, ni tienen nada que ver con nosotros.
Hoy les dejo este mensaje: no sigan culpándose por lo que no hicieron. Tomen un café con ustedes mismos y mírense en el espejo de vuestras almas e inicien el proceso de dejar a la vera del camino aquellas culpas que les han sido inoculadas, muchas veces sin que ustedes se hayan dado cuenta.
Los manipuladores utilizan entre una serie de armas para destruir a sus víctimas, la inoculación de la culpa, sumada al chantaje emocional, la violencia psicológica y la física también.
De modo que, a partir de hoy, a revisar y quedarse únicamente con las culpas genuinas, que son la que tenemos que administrar con inteligencia y con seriedad.
Dr. Walter Dresel
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