CÓMO DEJAR DE AMARGARSE LA VIDA: 'ADIÓS VICTIMITIS AGUDITIS, ADIÓS'

Amargarse la vida es, lamentablemente, una práctica común, síntoma de una causa, la cual apodé ‘Victimitis aguditis’. Quien la practica no se ama, más bien, se detesta a sí misma. ¿Cómo iba alguien, que se ama, se valora y se tiene en alta estima, a amargarse, complicarse la existencia y, consecuentemente, hacer de su vida un infierno?

En la etapa de la infancia, el niño/a trató de ajustarse a lo que esperaban los padres, los abuelos, los maestros de la escuela y otros actores que intervinieron en esa etapa de su vida y en años posteriores) que ‘fuera’ o se ‘comportara’ tal y como él/ella lo interpretó/vivenció. Ese intento de ‘ajustarse’ fue lo que propició que la culpa se instalase en su núcleo emocional, y a partir de ahí empezaron los ‘problemas’.

Si a esto se añaden las consignas negativas, las riñas, críticas y castigos por comportamientos en contra de la ‘voluntad’ o no del gusto de los padres y/o educadores, con el tiempo, todo ello se transforma en una fuerza que destruye la auto estima y provoca el olvido de que uno es valioso per se y digno de ser amado sin tener que hacer nada para merecerlo. Asimismo, todo este despropósito redunda en la generación de tristeza, amargura, insatisfacción psicoespiritual, vacío emocional... En definitiva, todo ello desemboca en un círculo vicioso del que es posible salir pero del que, no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio de la salida, que no es otro que dejar de ir de víctima por la vida y estar dispuesto a volver al amor de uno mismo.

‘Ir de víctima por la vida’ es una ‘estrategia de supervivencia’. Quien lo practica es digno de comprensión, por lo que las críticas deben quedar al margen. Quien padece de ‘victimitis aguditis’ es responsable de mantenerse en ese estado disfuncional por lo que hay que enseñarle que puede salir si quiere. Lo que le hicieron creer otros acerca de sí puede deshacerse de ello, tirarlo a la basura… Nadie está obligado a pasarse la vida ‘peleando’ con lo que otros le hicieron creer de sí mismo. ‘Ir de víctima’ nunca fue la solución aunque quien lo practique tenga la ‘intención positiva’ de ‘sentirse a salvo’ o de lograr que lo amen, que lo acepten tal y como es, que lo valoren… aunque sea a costa de su propia integridad. Su ‘intención positiva’ es ser amados. Si bien, debemos recordar que ‘el camino del infierno está plagado de buenas intenciones’. Nunca se logra ‘ser amados o aceptados’ de forma disfuncional, nunca.

  • Las estrategias de supervivencia las adoptamos porque creemos que, esa y no otra, es la única manera de lograr una meta, ya sea ésta la calma o paz interior, alegría, serenidad, sentirse valiosa, lograr reconocimiento, alejarse de una frustración…

La ‘victimitis aguditis’ es territorio conocido al que se aferra quien la practica o ‘adolece’. No es fácil deshacerse del amuermamiento (la mayoría lo llama ‘zona de confort’). No, no lo es puesto que se ha estructurado y consolidado en base a creencias, costumbres, conductas, hábitos e incluso valores (Robert Dilts ©: Niveles Neurológicos del ser). Un ‘edificio’ muy bien armado el cual debe ser demolido si queremos darnos la oportunidad de practicar ‘el ser lo mejor que me ha pasado’ al asumir las riendas de la vida propia.

Cuando los esfuerzos, inconscientemente, se dedican a ‘reforzar’ esta suerte de castillo que nos defienda y proteja de las inclemencias de la vida (esa y no otra, es la ‘intención positiva’, la ganancia), la demolición del castillo no es tarea baladí. Lo ‘malo conocido’ suele ser mejor que lo ‘bueno por conocer’ porque es territorio conocido y sabemos dónde refugiarnos y qué ‘armas’ usar, metafóricamente hablando, en función de lo que ‘afuera’ suceda.

Las personas que se amargan la vida, aquellas a las que la culpa y la creencia de que ‘no tienen remedio’ o ‘no son valiosos’ envenena el alma, no saben cómo salir de su laberinto o puede que, incluso ignoren que lo estén: han normalizado lo anormal. Algunas, por si esto no fuera poco, se han fabricado la creencia (negativa y/o ‘espantativa’) de que ‘no tienen remedio’, o de que’ ya es tarde/soy demasiado mayor’. En verdad, se trata de una coartada con la que convencerse a sí mismas de que, el victimismo, las mantiene ‘a salvo’: ¿qué harán? ¿Qué será de ellos si dejan de sentirse víctimas, si mandan la culpabilidad al reino de ‘nunca jamás’? Asimismo, disimula, que se han amuermado y habituado a ir por la vida agarradas a la estrategia de ‘salir a perder’ o a la de ‘salir a no ganar’.

Quienes practican el victimismo y viven inmersos en su ‘personaje de supervivencia’ quisieran ‘salir’, librarse de esa prisión, empero, alegan no saber ‘cómo’. Cómo van a saber salir si no se hacen preguntas ni se cuestionan su realidad, tan sólo se lamentan. Por consiguiente, cuando se les ofrece un ‘método’ o maneras para librarse de la ‘victimitis aguditis’, suele boicotearse aunque no lo parezca. ¿Cómo? De varias maneras, a saber:

  • Creando creencias (negativas) que refuercen la convicción de que, para ellos, no existe remedio.
  • Convenciéndose de que ‘nadie’ no les entiende.
  • Echando las culpas de lo que les acontece al ‘chachachá’.
  • Quejándose de que todo el mundo se aprovecha de ellos.
  • No poniendo límites.
  • No asumiendo responsabilidades.
  • Negándose a ver la realidad.
  • Agarrándose a quimeras o a ensoñaciones.
  • Se relacionan con personas que también están en su mundo de ‘victimización’.
  • Apuntándose a ‘cursos’ de desarrollo personal sin analizar o valorar la calidad, la idoneidad, la utilidad…
  • Revictimizándose…

 

Ya lo dije antes, al que sufre de ‘victimitis aguditis’ hay que ofrecerle comprensión a la para que animarle a hacerse responsable de los resultados no deseados. Quejarse nunca soluciona nada, cuando queremos lograr un cambio hay que hacer algo, pero ese ‘algo’ debe empezar por hacer un buen análisis de la situación, estar dispuesto a ver qué es lo que hacemos que no funciona y deberíamos dejar de hacer y qué deberíamos incorporar. A continuación, hay que pasar a la práctica que, siempre viene acompañada, del ‘ensayo-error-ensayo-acierto’.

La vida no es fácil para nadie, muy al contrario, es compleja y complicada para todos nosotros. Lo que la hace más llevadera o más ‘fácil’ no es la suerte sino la actitud con la que se abordan los acontecimientos y todas las variables.

La responsabilidad es algo consustancial a aquellas personas que fluyen, que no se quedan atrapadas en culpas ni en acusaciones, que no practican el amargarse sino el facilitarse la vida.

El agradecimiento es el ‘abono’ que le echan todos los días, y a todo, quienes no se amargan la existencia y sí se afanan en facilitarse su existencia.

  • La pregunta del millón: ¿CÓMO AYUDAR A ALGUIEN QUE ADOLECE DE ‘VICTIMITIS AGUDITIS?

La respuesta no está exenta de complejidad, porque, al igual que sucede con las personas adictas a algo o alguien, por más que se les diga, hasta que ellas no se convencen a sí mismas de que ‘hay salida’ y de que deben salir de su ‘agujero’ como sea y cueste lo que cueste, no abrirán la puerta de su ‘prisión’, saldrán y se pondrán manos a la obra.

En ese caso, ¿hay que esperar a que se ‘convenzan’ a sí mismas? ¿Debemos quedarnos de brazos cruzados esperando que suceda un ‘milagro’?

No deja de ser una opción, me refiero a quedarse en ‘stand by’ a la espera de acontecimientos o de un ‘milagro’. Empero, siempre podemos animar a esa persona, exhortarla a que se ponga en marcha en la dirección del convencimiento. Todo ello, siempre con paciencia y compasión. La empatía es condición sine qua non. Sólo podemos ‘ayudar’ o serle útil a alguien cuando nos ponemos en su lugar, en sus zapatos, en su situación, en su piel… Desde ese ‘lugar de empatía’, debemos conminarla a deshacerse de la culpa y a librarse de la responsabilidad de algo que los demás le dieron o le hicieron con el fin de domesticarla o manipularla.

La culpa hace estragos de larga duración y gran intensidad.

Los padres psicológicamente inmaduros usan la culpa para ‘domesticar’ al hijo/a. Dado que todos queremos que nos amen, el niño/a suele acomodarse a lo que los padres le piden o imponen. Por el ‘amor’, lo que sea.

  • Desintoxicarse de la culpa es un primer paso, y muy importante.
  • De la culpa a la
  • Responsabilizarse de sus actos, decisiones, creencias, hábitos, relaciones… Cuando uno se libera de la culpa aparece la libertad. Somos libres de elegir. Por consiguiente, somos responsables de nuestros actos. La libertad asusta, no sólo, por la responsabilidad que conlleva sino, sobre todo, por la imposibilidad de echarle la culpa al ‘chachachá’ (estratagema tan usada por los ‘victimitis aguditis’).
  • Asumir que uno no puede controlar todas las variables en la vida. Para ello la humildad es muy apropiada y sanadora.
  • No se puede salvar a nadie ni ayudar a nadie sino es con su colaboración: terminamos donde empieza el otro. Aceptación de las limitaciones propias.
  • Atreverse a ver la realidad tal y como es, sin colorearla: realismo, sentido común. Y, asumirla.
  • Aprender a confiar en uno/a mismo/a y desde ese lugar aprender a confiar en otras personas.
  • Vivir día a día, procurando no quedarse atrapado en el pasado ni en el futuro.
  • Practicar el asombrarse y disfrutar como en la niñez.
  • Cuidar de una misma como lo que se es: un regalo divino, una maravilla, un prodigio.
  • Bendecir y dar gracias (agradecimiento), por lo que se es y se tiene y se disfruta.

Por regla general, cuando uno toca fondo y aparece una mano a la que, de agarrarnos, podremos darnos la oportunidad de propulsarnos hacia arriba, el milagro empieza a cobrar visos de posibilidad.  Eso sí, debemos agarrarnos bien fuerte a esa mano: nadie n os hace nada que no le consintamos. Quien ha tomado la determinación de desprenderse de su personaje/estrategia de supervivencia ‘victimitis aguditis’, si persiste en su decisión, lo logrará. El camino de mil kilómetros empieza con un primer paso. Ahora bien, hay que seguir dando pasos y nunca desanimarse si arrecia el temporal o parece que se va hacia atrás o que no se avanza. El camino de la vuelta y recuperación de la dignidad y amor propios no está exento de ‘dificultades’. Nunca debemos dejar creer en nosotros mismos: si otro pudo lograrlo, yo también lo lograré.

Espero haber inspirado aunque sea a una persona, a iniciar el camino del ‘adiós victimitis aguditis, adiós’.

© Rosetta Forner

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En las fotos, Rosetta viste diseños MATILDA: www.matilda.es

UN POCO DE HADAMADRINING ES UN MUCHO DE COACHING.
“Rosetta Forner conoce los principios del bienestar del ser humano. Es la persona con la visión y el conocimiento precisos para arrancar las creencias destructivas, a veces, tan arraigadas en nuestra interpretación de la realidad, que remontan a nuestro nacimiento.” Elena Sancho Pereg, soprano

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