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Hemos reflexionado sobre la planificación estratégica de la vida y de cómo asimilar conceptos que manejamos habitualmente a nivel empresarial y cómo proyectarlos a la vida del ser humano de todos los días, teniendo en cuenta en primer lugar que las empresas y las grandes organizaciones están integradas por seres humanos, por lo tanto todo lo que pasa a nivel de una empresa pasa primero por el filtro de ese ser humano que es el integrante.

Entonces la capacidad para poder establecer objetivos y para poder formular planes para su cumplimiento es en realidad la llave maestra para cumplir con nuestros sueños y con nuestros objetivos. Tener esta cualidad de establecer objetivos y de hacer planes estratégicos, hace que nos garantice un éxito más que cualquier otra herramienta que nosotros utilicemos.

¿Cuál es la característica esencial de todo hombre o de toda mujer que tenga un alto nivel de logro en cualquier campo de su actividad? Es sobre todas las cosas su disposición a establecer objetivos. Es la ACTITUD que toma la persona frente a la vida. O sea, que el éxito va íntimamente ligado a los objetivos. Esa disposición, esa actitud, no es posible aprovecharla ni siquiera en una pequeña fracción, si uno no sabe cómo establecerla, y cómo alcanzarlos de una manera tan normal y natural como cualquier actividad que nosotros hacemos cotidianamente, porque siempre creemos que esa capacidad o esa potencialidad para fijar objetivos y para alcanzar los logros, son de unos pocos, y son de unos pocos que ya llegaron. ¿Entonces qué queda para aquéllos que todavía no han iniciado el camino, qué queda para aquéllos que todavía no tienen clara la definición de hacia dónde quieren dirigirse?

Lo más importante de esto es que los objetivos son el combustible que alimenta la caldera de los logros. Una persona sin objetivos hoy, en el Siglo XXI, es como un barco sin timón, que va sin rumbo, que va de un lado para otro y siempre corriendo el peligro de terminar estrellándose contra las rocas. En el otro extremo, una persona con objetivos, es como un barco con timón, guiado por un capitán que tiene un mapa de ruta, que tiene una brújula, que tiene un destino y que navega sin perder el rumbo hasta llegar al puerto por él elegido.

Thomas Carlyle escribió, que el hombre que tiene poca voluntad va de un lado para otro y no progresa por muy allanado que esté el camino, mientras la persona que tiene mucha voluntad va hacia delante con firmeza sin importarle las dificultades del sendero.

Otra vez, la ACTITUD. No importa cuál es la dimensión o la profundidad del problema, lo que importa es cómo lo enfrentamos. Lo importante es qué es lo que sacamos de nuestro interior para poder avanzar en ese sentido. Y todos los seres humanos, tú, yo, somos organismos que estamos centrados en objetivos. Estamos estructurados mentalmente para movernos progresiva y sucesivamente de una meta a otra y nunca llegamos a disfrutar quizás, de ese bienestar que merecemos, hasta que no nos vemos en camino de alcanzar algo que sea importante para nosotros, algo que nos destaque, algo que nos merezca el reconocimiento de nuestra propia persona.

Todo ser humano está equipado con un mecanismo para el éxito y con un mecanismo para el fracaso. El mecanismo del fracaso es quizás tu tendencia natural a seguir siempre el camino de la menor resistencia, el atajo, lo fácil, el impulso hacia la obtención de la gratificación inmediata, importando poco o nada cuáles son las consecuencias a largo plazo de tus acciones.

Pero también tenemos incorporado un mecanismo del éxito y éste puede contrarrestar el otro. El objetivo, es el que pone en marcha este mecanismo, cuando hay un por qué y un para qué y cuanto mayor dimensión tenga ese objetivo más intensamente lo vamos a desear y más facilidad tendremos para valernos de esa autodisciplina que necesitamos y la fuerza de voluntad para poder llevar a cabo lo que queremos lograr.

 El gran inconveniente de la mayoría de los seres humanos es que incluso teniendo a veces alguna idea de lo que quieren nunca se detienen a pensar con rigor qué es lo que les costará obtenerlo y si están o no dispuestos a pagar ese precio.

Uno tiene que sembrar antes de recoger y uno tiene que trabajar con mucha antelación antes de poder cosechar el fruto. Esto es paciencia y tolerancia frente a todo. Y así es como funciona la ley inexorable de la causa y el efecto. La mayoría de las frustraciones en la consecución de objetivos se produce cuando se pretende vulnerar este principio inamovible.

Entonces la causa fundamental del éxito en la vida, es la capacidad para poder establecer y alcanzar metas. ¿Quién no quiere tener éxito? ¿Quién no quiere mejorar su estilo y calidad de vida? Pero las preguntas que se imponen son: ¿quién está dispuesto a hacer el esfuerzo necesario para poder llegar? ¿quién tiene la iniciativa necesaria para convertir su vida en algo más grande, mejor y más interesante? No hay duda que para poder lograr determinadas cosas, también hay que renunciar a otras.

 

Dr. Walter Dresel

wdresel@adinet.com.uy

www.exitopersonal.org

www.walterdresel.blogspot.com

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