Vayamos a la raíz de la cuestión: ¿Quién está mandando en casa? Por diversos motivos, no siempre atribuibles a los padres, en bastantes familias mandan los hijos.
Y no cuando son mayores, sino desde bien pequeños. Y cuando los hijos mandan lo hacen con tiranía, cogiendo las riendas que no les corresponden. Con sus rabietas, caprichos, ataques de furia, etc., manejan a la familia y desestabilizan el ambiente. En definitiva, en casa se hace o se deja de hacer cosas en función de las temidas reacciones del hijo....
Sin embargo, curiosamente, esta situación no es buscada por los hijos, prefieren una autoridad sólida en la que puedan descansar; la debilidad complaciente les genera desconfianza e incertidumbre. ¡Qué seguros se sienten los hijos con unos padres que saben ejercer la autoridad con criterio!
Si manda el capricho del niño, ¿podemos decir que lideran a la familia? Obviamente no. Entre otros motivos porque aún no tiene el desarrollo evolutivo suficiente para liderar un cuerpo social autónomo, como es el caso de una familia. Por tanto, si él no es el líder, tampoco mandará realmente. Quién manda entonces? Para responder a esta cuestión habría que estudiar a cada familia en particular y aun así, observaríamos que no es fácil determinar un líder con nitidez.
El liderazgo suele estar diluido, desvanecido entre los diversos influjos que actúan sobre los hijos, entre los que el liderazgo de los padres va perdiendo vigencia por inanición; pierden atractivo vital ante los hijos. En los casos más clamorosos, podríamos afirmar que manda "lo que al niño le apetece". Es decir, quien realmente manda son los estímulos, las sensaciones, y si lo vemos en clave socioeconómica, la publicidad, los famosos de moda y las multinacionales en boga.
Cómo es el liderazgo en tu familia?
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Coach Gina Vega
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