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Los sentimientos son personales y las decisiones sobre cómo manejarlos son propias; por lo tanto, estar enojado, frustrado o triste no te da derecho a desahogarse o maltratar a otros.

Se vale estar enojado, cada uno tiene el derecho de sentirse molesto o agobiado, no hay problema cuando uno está irritado. Todo se vale, sin embargo porque yo estoy preocupado, nervioso, molesto etc.. tengo el derecho de haberte mal o tratar despectivamente.

Mis sentimientos son míos, y mi forma de reaccionar no debe de ser una excusa para aprovecharme y desquitarme con nadie. Más aún, nadie tiene que hacerse cómplice o víctima de los sentimientos o los problemas ajenos. 

Cada quien es y debe ser responsable por sus acciones y su forma de reaccionar.

Enfrentar el desafío de no engancharse con el maltrato, los gritos o las humillaciones de otros puede parecer abrumador pero  es un acto necesario para mantener la salud mental y la paz emocional.

 Es importante estar consciente y poder identificar la forma de sentir propia y tener la fortaleza para poder separar las conductas de los demás para que uno no se convierta en un blanco donde otros depositen sus frustraciones, su dolor o su malestar. 

Cada persona posee su mundo interno, un territorio privado al cual nadie tiene acceso, esta esfera personal es un oasis que debe de estar nutrido por autocontrol y amor propio que no debería ser afectado o determinado por lo que otros dicen o nos quieren hacer sentir.  

Todo individuo que tiene sus capacidades plenas posee el derecho absoluto de experimentar, expresar y vivir sus emociones; sin embargo, los sentimientos propios no dan derecho de exponer o reaccionar de manera descontrolada, agresiva o creer que se tiene el poder de herir a otros.

Asumir la responsabilidad por los pensamientos y emociones propias otorga poder. 

Tener la valentía de establecer límites y reconocer que las palabras ajenas no son juicios ni dictámenes sobre la valía personal es la mejor forma de nutrir el respeto, la salud mental y permite establecer límites para proteger la vulnerabilidad y sensibilidad propia así, las relaciones fluyan y la comunicación se vuelve más clara y sana.

¿Cómo se puede adquirir una mejor Inteligencia Emocional para no ser víctima del maltrato?

Tomar tiempo para explorar y entender las emociones propias permite reaccionar de manera más consciente en situaciones difíciles.

Practicar la empatía ayuda a comprender las perspectivas de los demás y a no tomar de manera personal su comportamiento.

 Aprender a expresar las emociones de manera directa pero respetuosa puede prevenir conflictos innecesarios.

 Reconocer las propias fronteras y comunicarlas a los demás  protege de situaciones emocionalmente dañinas.

 Recordar que las emociones y reacciones son responsabilidad personal libera de ser controlados por las actitudes de los demás.

 Lo más valioso que cada persona tiene es su forma de pensar y de sentir, no hay razón para regalarla o ponerla en tela de juego por culpa del temperamento desbordado de los demás.

La receta

Límites ante el maltrato

Ingredientes:

Valentía - fortaleza para no convertirse en víctima o dejar que otros se roben la paz mental.

Límites- establecer claramente lo que uno no va a permitir y aprender a cuidar su persona.

Amor propio - saber que uno se tiene que cuidar, valorar y respetar para que otros lo hagan.

Empatía - entender sin juzgar al otro desde su perspectiva y su situación.

Control personal- poder para resistir, reaccionar sin reflexionar o tomar responsabilidad propia.

Afirmación personal para no reaccionar ante el temperamento ajeno.

Puedo enfrentar el maltrato con dignidad, firmeza y autocontrol. Mi valía no depende de las palabras ajenas. Digo "no" a las voces elevadas, me separo del sarcasmo y de los juicios hirientes. Reconozco que las emociones de otros no definen mi ser. Mi poder reside en mantener la calma y proteger mi tranquilidad. Soy dueño de mi reacción y no permito que la negatividad ajena me afecte.

Cómo cultivar el autocontrol y poner límites para protegerse del maltrato.

  1. Uno debe de ser responsable ante su forma de sentir y actuar. Los sentimientos personales son genuinos, intrínsecos y absolutamente válidos, no deben ser arrojados al aire, esperando que otros los atrapen, los descifren o los tengan que cargar.
  2. Establecer límites claros sin culpa ni justificaciones permite que cada uno se exprese sin tener que lastimar a otros. Es importante mantenerse firme y definir claramente las fronteras personales. ante situaciones que provocan incomodidad o inseguridad.
  3. Practicar la paciencia ante provocaciones. Aceptar que cada persona tiene derecho de sentir lo que siente pero eso no quita la responsabilidad personal para poder reconocer las emociones  propias y mucho menos para caer o dejarse llevar por el maltrato.

Es importante recordar diariamente que uno  no es responsable de las emociones de otros.*Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente. Copyright © 2005-2023 Recetas para la vida© Todos los Derechos Reservados

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