Mirándolo desde una perspectiva puramente numérica y aislada, el Covid-19 no debería asustarnos tanto, ya que los índices de mortalidad directa no son tan elevados como en otras amenazas que hemos superado en el pasado.
La amenaza no está en las muertes directamente causadas por el Covid-19, sino en elementos colaterales provocados por este virus. Al igual que sucede con los otros virus de la gripe, la gran mayoría de muertes se da en personas con patologías previas, agravadas al contagiarse por el Covid-19.
El Covid-19 tiene algunas características distintas a los virus que previamente habíamos tenido, que lo convierten en muy peligroso.
- Una persona contagiada tarda entre 5 y 14 días en tener síntomas, si es que los llega a tener en algún momento (Los niños por ejemplo, raramente muestran síntomas). Pero durante ese tiempo de incubación, sí que se contagia a otras personas. Es decir, una persona con el virus va contagiando a otros sin saber siquiera que es portadora del mismo.
- El Covid-19 es capaz de sobrevivir fuera del cuerpo humano durante horas, o incluso días si las condiciones lo favorecen, lo que facilita el contagio incluso sin estar físicamente en presencia de otra persona.
- Este virus se contagia con gran facilidad y rapidez, lo que lleva a que la concentración de personas que lo padecen al mismo tiempo es altísima, colapsando los sistemas de salud (Urgencias y Unidades de Cuidados Intensivos). Este colapso sanitario impide poder atender a todas las personas que llegan, incluidas las que ven agravadas sus patologías previas, y que acaban muriendo simplemente por la incapacidad, en muchos casos, de ser atendidas. Llegando a la situación que los médicos deben decidir a quién atienden y a quién no ante la falta de recursos para atender a todos los pacientes, como está sucediendo en Italia o España.
Desde aquí mi reconocimiento al esfuerzo y la labor que el personal sanitario está realizando en estos momentos en todo el mundo.
En ese colapso del sistema sanitario por la elevada concentración de enfermos está el verdadero peligro del virus. Y como es evidente, en poblaciones donde hay un alto porcentaje de ancianos con patologías previas, el índice de mortalidad se dispara.
Erradicar el virus es casi imposible, al igual que lo ha sido durante décadas erradicar los demás virus de la gripe. De ahí que los esfuerzos de los gobiernos están centrados en frenar la curva de contagio, o lo que es lo mismo, en reducir la velocidad del contagio, para evitar de ese modo el colapso sanitario, y que el porcentaje de personas muertas se dispare.
Impedir que el virus se propague con rapidez es una responsabilidad de todos los ciudadanos. Todos y cada uno de nosotros debemos tomar consciencia del peligro y reducir al máximo la exposición. Debemos evitar contagiarnos, y en caso de hacerlo, impedir contagiar a otros.
No debemos tener miedo a contagiarnos por el Covid-19 más de lo que tememos a los demás virus de la gripe. Debemos simplemente actuar con responsabilidad para frenar la curva de contagios y reducir la concentración de enfermos. De ese modo reduciremos entre todos la tasa de mortalidad de personas portadoras del virus.
Y ¿cómo se frena la curva de contagios? Dada la facilidad con la que se transmite el virus, el único modo que se ha visto efectivo por el momento es “el aislamiento”.
Debemos actuar desde la razón, y no desde el miedo. El miedo te debilita, reduce tus capacidades para pensar y razonar, y desactiva parcialmente tu sistema inmunitario, por lo que con mayor facilidad te contagias y los síntomas son mayores.
Si tienes miedo, accede al audio que encontrarás en este enlace, y te ayudará a eliminarlo.
http://www.retosfemeninos.com/video/elimina-el-miedo-al-coronavirus-ejercicio-meditativo
Recuerda, el riesgo no está en enfermar del Covid-19, sino en hacerlo en unas condiciones en las que los médicos no sean capaces de ayudarnos en caso de necesidad.
Es responsabilidad de todos frenar la curva de contagio, y para ello debemos limitar el contacto físico y la proximidad con otras personas.
Ricardo Eiriz
Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.
Creador del Método INTEGRA®
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