MI MAMÁ NO ME ENSEÑÓ A LUCHAR…

Mis padres no me enseñaron a luchar, me enseñaron a creer en mi misma y a ser responsable.

 

Una de las características principales que se nos ha otorgado a las mujeres a través de la historia es que somos luchadoras y guerreras. En realidad esto más que una característica natural de las mujeres es algo cultural y social con lo cual se identifican millones del sexo femenino. Esto es una programación procedente de un mundo creado y dominado por hombres que se ha pasado de generación en generación y que poco a poco está cambiando.

 

En lo personal yo nunca me he identificado con eso y hasta cierto punto me es un poco ajeno, no se si esto se deba a que yo nunca vi grandes diferencias entre los hombres y las mujeres, ya que los primeros años de mi vida los pasé jugando con mi hermano el mayor y sus amigos, totalmente rodeada de hombres.

 

Esto era algo que no les gustaba en su totalidad a mis papás, sin embargo ellos, respectaban hasta cierto punto mi independencia y decisiones, lo cual agradezco infinitamente porque el respetarme y darme libertad de tomar mis decisiones desde niña me dieron las bases para ser la mujer que soy ahora. Una mujer dispuesta a aprender y a evolucionar para llegar a ser MI mejor versión… y que le gusta la vida fácil porque cree fielmente que la vida es fácil cuando se toma con total responsabilidad. No soy perfecta (ni me interesa serlo), pero soy feliz.

 

No recuerdo haber tenido una plática donde mi papá y mi mamá nos hablaran a mis seis hermanos y a mí de lo difícil que es la vida o donde ellos se quejaran de las circunstancias. Jamás escuche a mis papás decir que había que luchar y sacrificarse para lograr lo que queremos. Y no porque ellos no supieran lo que era eso, viniendo los dos de familias pobres económicamente y limitadas, (mi papá de un padre controlador y mi mamá de una madre que murió sin saber lo que era ser feliz). Aun después de casados, mi papá solamente contaba con una bicicleta que lo transportaba de pueblo a pueblo. Mi hermano el mayor y yo nacimos en la casa de mis abuelos paternos, donde vivían mis papás. Una casa humilde hecha de madera y techada con paja.

 

Sin embargo eso no impidió para que mi papá lograra sus sueños y llegará a tener libertad financiera y una hermosa familia. Por eso es que digo orgullosamente:

 

Mis padres no me enseñaron a luchar, me enseñaron a creer en mi misma y a ser responsable.

 

Cuando mi papá cuenta sus aventuras (tragedias y limitaciones para otros) lo hace positivo y de buen humor. Con su ejemplo mis padres me enseñaron a mí y a mis seis hermanos que cuando se quiere algo se puede lograr con buena actitud. Me enseñaron a tener fe y a agradecer todo. Me enseñaron a ayudar a los demás y a dar sin pedir nada a cambio. Me enseñaron a no juzgar ni a criticar a los demás. Me enseñaron a disfrutar la vida y a no quejarme.

 

Todas estas enseñanzas son muy valiosas para mí porque aunque he sido una rebelde toda mi vida gracias a esas enseñanzas he sabido dirigir mi vida y ser responsable. He sabido creer en mi, tomar mis propias decisiones y darme cuenta de que mi verdadero poder esta dentro de mi y no fuera. He sabido que ayudando a los demás y sirviendo es la mejor manera de recibir más bendiciones.

 

Aun sigo evaluando el método de mis papás para criar a siete hijos responsables, independientes y felices que hacen lo que aman y que persiguen sus sueños ayudando y sirviendo a los demás. Mi papá y mi mamá son mis dos grandes héroes porque supieron darse cuenta que no es preparando a los hijos para las dificultades de la vida o para luchar lo que hace hijos exitosos. Lo que realmente vale la pena es respetarlos y ayudarlos a creer en ellos mismos y ser responsables, esto enseñado con su ejemplo que vale más que mil palabras.

 

Por eso puedo decir con completa libertad y orgullo que a mí, mi mamá (papá) no me enseñó a luchar, pero sí me enseñó a creer en mí misma, a agradecer y a ser responsable, lo cual vence toda batalla aun sin haberla empezado.

 

El hecho de que yo haya tenido la fortuna de tener unos padres extraordinarios y el que quizás tú no los hayas tenido no es excusa para no empezar ahora y ser el mejor padre/madre para tus hijos. De ti depende si los enseñas a luchar y los preparas para una vida dura llena de dificultades, o si los enseñas a creer en ellos mismos, a ser responsables y a crear la vida que desean, empezando por ti mismo, porque tu ejemplo (el estilo de vida que tú tienes) es lo que realmente importa.

 

Abrazos y bendiciones,

Patricia Anaya

 

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