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¿Crees que tu felicidad depende de un porvenir y futuro prometedor? ¿Necesitas ponerte metas y objetivos para levantarte con ánimo de tu cama? ¿Necesitas ilusionarte para tener ganas de seguir adelante? ¿Estás en tu vida a expensas de lo que suceda a tu alrededor? ¿Te das cuenta de que eso pasa en tu vida pero jamás lo has cuestionado?

La motivación externa es un paliativo efímero, que sostiene el ánimo por un tiempo limitado, se le debe dar uso pero sin depender de ella, pues la motivación más importante debe venir del ser, el ser es suficiente, no necesita más, se basta a sí mismo. Y como se basta a sí mismo sólo necesita los motivadores externos como guía, como el faro que guía a los barcos, o como el eco que guía al murciélago. Cuando vemos esto, el motivador externo deja de ser motivador, pues la energía del barco y del murciélago se encuentra dentro de ellos, no afuera.

El eco no motiva al murciélago, tampoco el insecto que se va a comer. Lo motiva el ser, ser murciélago es su motivo de ser, no actúa, sólo es. En el ser está la acción.

¿Qué mueve tus conductas? ¿Por qué buscas lo que buscas? ¿Para qué lo buscas? ¿Necesitas completar algo? ¿Llenar algo? ¿Escapar de algo?

Si tu mente mueve la mayoría de tus conductas probablemente es porque estas identificado con ella y lo más seguro es que estés sufriendo, pues la mente es una entidad útil para resolver situaciones que gracias a la memoria y al aprendizaje podemos auxiliarnos para interactuar. La lógica es el área donde la mente se mueve como pez en el agua, cuando a la mente le damos información, la procesa y la compara para darte una conclusión, pero no quiere decir que su conclusión sea correcta, pues todavía debe ser analizada por la situación presente, además la mente siempre está condicionada por las mismas tendencias que aparecen en la vida. La mente por ser lógica se vuelve muy manipulable, podríamos decir que hasta es inocente, pues termina asombrada con facilidad por hechos y sucesos. Cuando nos identificamos con ella, es decir, cuando creemos que somos lo que pensamos, entonces ella toma las decisiones, mueve nuestras conductas, pues ella nos dice cosas como esta: “para ser una persona querida y aceptada debo tener una figura esbelta, como la de la mujer que aparece en la T.V. o revista, pues veo que es feliz y tiene mucha gente a su alrededor” Este es un ejemplo de un aprendizaje mental, y la mente está llena de estos, cuando estamos identificados con la mente perdemos la capacidad de darnos cuenta de que estos aprendizajes necesitan ser cuestionados, pues son mentira, ninguna conclusión acerca de la vida puede ser una verdad absoluta, pues la vida está en constante movimiento, en un momento dado pudo ser verdad, pero no lo podrá ser eternamente. Es por eso que le debemos dar mantenimiento seguido a lo que tenemos almacenado en nuestra memoria, y este mantenimiento lo da la presencia, es decir, que si estamos conscientes de todo este proceso podemos equilibrar las circunstancias y dejar de ser esclavos de las conclusiones mentales, para entenderlas como simples opiniones, finalmente eso es lo que son. No sólo somos mente, también somos percepción, consciencia, emociones, circunstancias, cuerpo físico, etc. Todo lo que implica ser un ser humano. Y la motivación se la debemos al ser, no a un deber ser.

¿Cómo se que esta reflexión no es otro resultado mental? Esta es la respuesta: una conclusión y un darse cuenta son diferentes. La conclusión responde la finalización de un proceso mental de raciocinio, aritmética y lógica. Un darte cuenta es la percepción inmediata sin filtros mentales como resultado de la observación sin juicio, sólo como testigo, sin buscar un resultado o un objetivo. Y desde luego que lo encontrado en esa observación debe ser decodificado para poderlo comunicar, y gracias a que en nuestra memoria tenemos el aprendizaje del manejo del lenguaje, es que nos es posible transcribir lo que fue descubierto. ¡Ese es el trabajo de nuestra mente! Resolver situaciones prácticas, y no resolver la vida, ni darnos una identidad.

Los aprendizajes mentales nos llevan a ser incongruentes y contradictorios, por ejemplo: Una mujer activista de un grupo de protección ecológica, es capaz de dar la vida por una ballena, pero si ve una cucaracha cerca de su pie, salta de terror y asco repudiando a la misma vida que ella dice defender.