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"Descubriendo la Empatía: Un Enfoque Transformador para Ayudar a Quienes Sufren."

Sufrir y presenciar el sufrimiento de otros constituyen experiencias dolorosas en extremo. Es fundamental aprender a comprender antes de emitir juicios y a abstenerse de infligir más daño a través de nuestras palabras.

Resulta cruel condenar o buscar culpables con el propósito de entender a aquellos que padecen y luchan por controlar sus dolores e impulsos. En medio de crisis emocionales, psicológicas o espirituales, la vida se torna complicada y las relaciones se desmoronan. En ocasiones, las fuerzas que generan el sufrimiento superan la propia conciencia o la lógica.

Cuando alguien enfrenta una crisis, se desconecta, se aísla y su percepción de la realidad se nubla. El dolor que siente le impide mejorar y le dificulta solicitar asistencia o reconocer que está sufriendo, por lo tanto, ataca, lastima y su comportamiento pasa como tóxico o alienador.

A menudo, la voz del dolor se entremezcla con un tono desafiante, agresivo y soberbio, actitudes que persisten hasta que el individuo se siente validado y puede empezar a sanar.

Cuando la persona que sufre no se siente comprendida, su situación empeora y su agresión o rebeldía se acentúa. 

Las personas que buscan ayudar, en lugar de aliviar su sufrimiento, lo intensifican, generando daños que difícilmente se pueden reparar sin ayuda profesional.

Más allá de la razón, es crucial aprender a sentir empatía y priorizar la relación antes de intentar redirigir las conductas desafiantes de quienes sufren.

¿Cómo auxiliar a quienes viven su crisis?

La clave radica en transformar nuestra percepción del dolor que se percibe y  entender la manera en que las personas expresan su sufrimiento. Se hace imperativo mostrar una perspectiva noble, exenta de juicio o condena. Extendamos una mano que ofrezca apoyo y contención a quienes se sienten abrumados emocionalmente.

La persona en angustia se halla en una soledad distante, incomprendida y atrapada en su dolor. Es difícil que reconozca que su forma de pedir ayuda la aleja y lastima, complicando aún más que otros se acerquen y ofrezcan auxilio. Paradójicamente, anhelan ser comprendidos, amados y aceptados. En consecuencia, la asistencia que reciben suele resultar ineficaz, ya que uno dirige su atención en el aspecto erróneo.

Enfocarse en la rebeldía, la apatía, los arrebatos, la agresión o el abuso de sustancia es engancharse en la forma de actuar y de expulsar los sentimientos equivocadamente. Estas son meras formas superficiales de expresar el dolor, una manera de afrontar la incapacidad para manifestar los sentimientos o resguardarse de los traumas.

El aspecto más crucial al auxiliar a quienes atraviesan una crisis es reconocer que no necesitan ser arreglados, curados ni cambiados. No es labor nuestra dictarles qué hacer. La única acción efectiva que se pudiera emprender consiste en transformar la percepción y reacción  personal ante su dolor. 

Es crucial permitirles ser, ayudarles a fluir y recordarles que son amados y aceptados, incluso cuando no puedan concederse a sí mismos ese privilegio.

 

La receta

 Ayudando a sanar 

Ingredientes: 

Empatía - ver y sentir el dolor ajeno desde los zapatos del otro.

Fortaleza - valor para entender que la persona sufre y no ataca sino se protege.

Compasión - extender apoyo sincero e incondicional entendiendo la fractura del alma.

Límites - reconocer que uno puede ayudar siempre y cuando se proteja y no se deje maltratar.

Cuidado personal -  separarse emocionalmente del dolor de otros y cuidar el bienestar propio.

Afirmación personal para iniciar un camino hacia el bienestar emocional.

Entiendo que el sufrimiento en personas cercanas puede a veces expresarse como agresión o desafío, causando confusión y heridas. Mi firme deseo es tender una mano sólida y compasiva, demostrando así mi sincero anhelo de brindar ayuda real. Utilizaré mi fortaleza para practicar la empatía, abriendo la puerta hacia un camino de sanación y orientación. Estoy decidido/a a ser un apoyo activo mientras navegan hacia la recuperación de momentos difíciles, reconociendo que atravesar una crisis no es signo de debilidad ni enfermedad, sino una oportunidad para crecer y ser mejor.

Cómo entender a las personas que sufren o pasan por una crisis.

  1. Proyectar amor e interés genuino abre la puerta de la conexión. Permite que la persona que sufre sienta el deseo de compartir su dolor.  Enfocándose en el sufrimiento de la persona y no en las formas alarmantes de  su forma de actuar. 
  2. Cuidar la relación es más importante que hacer entender a las personas que su comportamiento está equivocado. Si existe una relación con aceptación incondicional, existen más posibilidades de que eventualmente la persona tenga el valor de enfrentar sus traumas y sus problemas.
  3. El dolor y sufrimiento de otras personas es una jornada individual. Cada persona tiene su propio camino, se puede ser testigo y acompañarlos en su travesía. No se puede orquestar, componer o controlar comportamientos y dolores que no les pertenecen.

“Es un honor ser apoyo en la adversidad, pues al cambiar vidas, también engrandecemos la nuestra, el camino es difícil pero altamente enriquecedor.*Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente. Copyright © 2005-2023 Recetas para la vida© Todos los Derechos Reservados

¿Conoces a alguien que sufre alguna crisis?

Recomiendale que nos busque, le daremos una cita gratis para que se sienta comprendido y dile que le queremos ayudar.

 

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