VIVIMOS

Vivimos en un mundo que mira más hacia fuera que hacia dentro. Nos infravaloramos, y buscamos fuera aquello que nos hará felices, sin darnos cuenta que la felicidad debemos encontrarla en nosotros mismos.

Buscamos la aceptación y el reconocimiento de los demás, perdiendo de vista que son nuestro propio reconocimiento y valoración las realmente importantes.

Buscamos distraer nuestra mente con cosas intrascendentes, para evitar sentir lo que nuestro corazón nos muestra.

Buscamos un enemigo externo, para evitar hacernos conscientes que nuestra mayor amenaza somos nosotros mismos.

Vivimos en un mundo en el que hay mucho más de lo que vemos. Nuestros cinco sentidos nos permiten percibir tan solo una pequeña parte de la realidad energética que nos envuelve. En cambio, en este mundo occidental en que vivimos, se nos intenta convencer desde pequeños de que lo único que existe es lo que vemos y podemos demostrar.

Buscamos con ahínco la seguridad material, olvidando que lo “invisible” está de ese modo fuera de nuestro control.

Vivimos en un mundo donde la razón y la ciencia han sido sobrevaloradas, olvidando que los propios científicos trabajan incesantemente para demostrar que la ciencia estaba equivocada o se quedaba corta. Cerramos de este modo los ojos ante la realidad de que todas las investigaciones científicas buscan demostrar cosas que hasta el momento no han sido demostradas científicamente, pero que realmente existen.

Este modo de vivir hacia fuera nos conduce a crear una realidad interna carente de poder. La mayoría de personas han renunciado a controlar y dirigir su vida, convirtiéndose en víctimas de las creencias colectivas que “la sociedad” ha generado, o de la manipulación que interesadamente conviene a unos cuantos.

La el miedo, la inseguridad, el estrés, la apatía o la insatisfacción se han convertido en las emociones que dirigen la vida de muchos de nosotros, con el perjuicio a nivel físico, mental y emocional que conlleva.

Afortunadamente, nada de todo esto es definitivo. La experiencia nos ha demostrado que todos, sin excepción, tenemos la capacidad de cambiar nuestra vida cuando lo deseemos.

Nuestras creencias no son definitivas, como tampoco lo son las demás memorias que vamos interiorizando, incluidos los traumas y bloqueos emocionales que generamos frecuentemente en nuestra vida. De hecho, tanto de forma espontánea como de forma conscientemente controlada podemos cambiar todas nuestras memorias para vivir de un modo totalmente distinto.

Cada uno de nosotros tenemos el poder de decidir cómo vivimos nuestra propia vida y, de hecho, consciente o inconscientemente hacemos uso de ese poder. Mi recomendación personal es usar ese poder de forma cien por cien consciente.

 

Ricardo Eiriz

Embajador de la Paz y la Buena Voluntad de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) ante la UNESCO.

Creador del Método INTEGRA®

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