TRES PRINCIPIOS PARA LLEGAR AL DESTINO QUE QUEREMOS.

12332250887?profile=RESIZE_710xHay muchas contradicciones en el mundo moderno. Los avances tecnológicos, los avances en el campo laboral, el bienestar económico que determinados sectores de la población mundial tienen, se contrastan con la realidad que podemos ver, por ejemplo, a nivel de la consulta médica. Quizás nunca ha habido más gente enferma, tanto emocional como física, con exceso de peso y con sedentarismo. Hoy en día sabemos, y estamos seguros porque lo comprobamos en el día a día, que gran número de enfermedades y dolencias que tenemos los seres humanos, están motivadas por emociones negativas, por actitudes mentales negativas y un estado de infelicidad en forma permanente.

Muchas veces comprobamos que las personas enferman por causas que tienen que ver con su propia persona y con sus relaciones exteriores y se complican de una forma muy importante debido a una inadecuación a cómo enfocar sus situaciones de vida. Y hay ciertos principios que nosotros tenemos que manejar para poder frenar esta escalada que parecería que no tiene fin, donde hay una disociación entre el bienestar por un lado, que puede ser un bienestar económico, y el malestar con la vida que tienen los seres humanos.

Y el primero de los principios que tenemos que aceptar es que la vida no es fácil.  La vida es dura. Siempre lo fue y lo seguirá siendo. Y lo es también para todo el mundo. No creamos que porque determinadas personas gozan de algunos beneficios por eso tienen su vida absolutamente resuelta. Lo positivo de esta afirmación es que si nosotros aceptamos esta verdad como fundamental, la vida va a parecer un poco más fácil, al no tener que sufrir tanto por sentimientos de frustración e injusticia. Si nosotros elevamos nuestra tolerancia a la frustración, sabiendo que no todas las cosas que nos proponemos pueden llegar a buen fin, eso te va a aliviar la carga de ese sentimiento de pérdida que significa el fracaso en cualquier área de la vida.

El segundo punto, que es difícil de aceptar muchas veces, es que lo que tú seas hoy o lo que tú llegues a ser, va a ser algo de tu exclusiva responsabilidad. Tú me dirás: “sí, pero hay factores externos que inciden”. Sí, por supuesto que sí y que se erigen como obstáculos para que no podamos llegar a la meta que elegimos. Pero gran parte de esa incapacidad para poder llegar a ese sueño cumplido, parte de nuestra propia inseguridad, parte de nuestra propia inconsistencia, parte de nuestra propia falta de compromiso con  aquello que supuestamente queremos hacer. Si tú estás hoy en una determinada situación, has llegado allí porque así lo has querido y porque has peleado y luchado para llegar. Pero siempre vas a ser libre de elegir, tanto tus acciones como tus omisiones. Y esto nos cuesta muchísimo aceptarlo, cuando nos miramos en el espejo del alma o cuando nos sentamos a tomar un café con nosotros mismos. Nadie toma decisiones por nosotros, nadie actúa por nosotros, nadie omite hacer algunas cosas por nosotros.  Somos nosotros que, en el acierto o en el error,  con los elementos necesarios o la intuición solamente, vamos transitando por la vida tomando decisiones, algunas acertadas y otras no tanto.  Por lo que nuestra vida hoy es la suma de todas las opciones que hemos elegido a lo largo de nuestros años de existencia.

Ahora, si hablamos de futuro, si hablamos de lo que va a venir, si tú quieres que tu futuro cambie a mejor, tendrás que hacer mejores opciones o mejores elecciones. Si sigues haciendo lo mismo, el resultado será siempre el mismo. La pregunta es cuándo un ser humano está dispuesto a hacer un cambio. Y está dispuesto cuando no está conforme con lo que está viviendo.

Y el tercer punto, y quizás el más importante, es que uno puede aprender todo lo que necesitemos para poder llegar realmente al destino que elegimos. En realidad existen muy pocas limitaciones y las limitaciones que hay provienen más bien de nuestro interior que del mundo que nos rodea. El techo que nosotros nos ponemos en la vida, no nos lo ponen los demás, somos nosotros los que nos lo ponemos, somos nosotros los que internamente creemos que no vamos a ser capaces, que no podremos llegar, que no estamos capacitados o que no estamos dispuestos a hacer el sacrificio para poder cambiar nuestra situación. Sé que es muy duro aceptar esto. Pero si tú cierras los ojos y vas al fondo de tu realidad, te vas a dar cuenta que gran parte de esto, si no todo, es realmente lo que te está sucediendo.

Si la necesidad es la madre del ingenio, el dolor es el padre del aprendizaje. Parecería que los seres humanos necesitamos ese puntapié de la frustración, del fracaso y del dolor para que nos podamos abrir a nuevas ideas y a nuevas formas de hacer las cosas. Mientras estamos bien o relativamente bien, no sentimos la necesidad de cambiar. Ahora, siempre es mucho menos traumático un cambio o una generación de ideas, desde ese bienestar que podemos estar usufructuando que desde ese pozo y esa oscuridad que significa el dolor, el fracaso y la frustración por no poder cumplir con nuestras expectativas.

Theodore Roosevelt dijo una vez: “Haz lo que puedas,  con lo que tengas y donde estés”. La principal razón de que todos acumulemos a lo largo de la vida tantos fracasos y frustraciones es sencillamente porque no sabemos aprovechar al máximo todas nuestras cualidades.

 

Dr. Walter Dresel

 

wdresel@adinet.com.uy

www.exitopersonal.org

Blog: www.walterdresel.blogspot.com

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