LA COMUNICACIÓN HUMANA

El lenguaje es el medio de comunicación que tenemos los seres humanos. Y, la manera más rápida que tenemos de comunicarnos y de interactuar  es hablando, pero siempre y cuando lo sepamos hacer bien. Y, a juzgar por lo que sucede en la vida cotidiana, a nivel de las empresas, a nivel de los amigos, y ni que hablar, a nivel de las parejas y de los matrimonios, lo que podemos observar, que la comunicación se convierte en uno de los obstáculos fundamentales para una convivencia armónica.

Y, uno se pregunta qué es lo que sucede, qué es lo que hemos ido perdiendo a través del tiempo, que nos impide comunicarnos adecuadamente y correctamente.  Si nos detenemos por un instante en lo que tiene que ver con las parejas, nos damos cuenta que un porcentaje muy importante de las mismas, presenta problemas o carencias en esta habilidad para dialogar y para trasmitir sus sentimientos y sus necesidades.

Y, ¿qué significa la comunicación? ó ¿qué significa comunicarse?

La raíz de la palabra es la palabra “común”, lo que nos está de alguna forma sugiriendo, que para que la comunicación sea un vehículo adecuado  para trasmitir lo que uno piensa y lo que uno siente, debe referirse a un sistema que está integrado por dos partes.

Supongamos que al emisor lo identificamos con una letra, que puede ser la letra “A” y al receptor lo identificamos con la letra “B”.  “A” y “B” se envían mensajes alternadamente.  Si “A” necesita comunicarle algo a “B”, deberá utilizar un lenguaje que para “B” sea conocido.  Para poner un ejemplo: si yo me estoy comunicando en idioma español con otra persona que no conoce el idioma español, este planteo que yo estoy haciendo, ya no funciona.  Si bien hay un emisor y un receptor, no estamos usando un idioma que sea entendible para ambos, tanto en la ida como en la vuelta.

Entonces cuanto más precisa sea la elección del lenguaje, más sencillo le va a resultar al receptor entender lo que nosotros deseamos trasmitir, ¿verdad?

“A” entonces es el emisor y “B” es el destinatario.

Y, pongamos un ejemplo práctico, de la vida cotidiana a nivel de las parejas: imaginemos una pareja en que la mujer intenta comunicarle al hombre algo que ella considera importante. Ella se convierte en un emisor de información y él se transforma en el destinatario de ese mensaje. Pero quien recibe el mensaje, no sólo lo va a recibir, sino que lo debe interpretar y lo debe decodificar para poder completar el circuito y tener la certeza de que el contenido del mensaje ha sido correctamente entendido. Esto que parece muy complicado,  ocurre cientos de veces a lo largo del día.

 

No somos claros en lo que queremos trasmitir y por lo tanto también a quién recibe la información no le queda claro qué es lo que debe entender de la misma.

A su vez, ese hombre que hasta este momento había actuado como el destinatario, se va a convertir en emisor cuando contesta, y pone nuevamente en marcha el circuito.

Entonces elegir los códigos adecuados en los que la pareja se va a comunicar, o cómo nos vamos a comunicar con nuestros amigos, o cómo nos vamos a comunicar con nuestros pares o con nuestros superiores en la empresa en la que estamos trabajando, va a determinar cuál va a ser el éxito o no de la  comunicación.

Y este código, no se refiere solamente al tipo de lenguaje que vamos a utilizar, sino también a la escala de valores en que se mueven las personas que están intentando hacerlo. Los términos que se utilizan tienen que ser comprendidos por el otro, y debe quedar claro cuál es el sentido y cuál es el objetivo de la comunicación.

Fíjense ustedes hasta que punto es importante esto, porque cuando hemos hablado de la manipulación, uno de los argumentos que utiliza el manipulador para someter a su víctima es: “no me lo dijiste”, “no fuiste claro en tu mensaje, o por lo menos, yo no te entendí”. Por lo tanto, como cabe un pequeño porcentaje de posibilidades que esto sea cierto, y de que nuestra comunicación no haya sido lo suficientemente correcta como para  que la persona la pueda entender, es que nosotros tenemos que corregir o adecuar el código que vamos a utilizar.

 Y en esta interacción diaria de la comunicación utilizamos dos tipos diferentes de la misma. Una, que es la más frecuente, que es la comunicación verbal,  es lo que decimos, es lo que se nos escucha. Y la otra, es la comunicación no verbal, que constituye el lenguaje corporal, el lenguaje gestual, que es la tarjeta de presentación de nuestra manera de sentir, reflejada en que? en las actitudes que tomamos y en los gestos que nosotros hacemos para que los demás nos entiendan.

E interesante es remarcar que esa comunicación verbal, ocupa el 30% de los intentos de trasmitirle a otra persona un mensaje, mientras que la comunicación no verbal, ocupa el 70%.

Po eso se dice que los ojos hablan por la persona. El gesto de la cara, la mirada, tiene a veces, una trasmisión de información mucho mayor y mucho más rica,  que las palabras que nosotros podemos emitir.

Y sobre esa comunicación no verbal, en general, no se profundiza demasiado. Y está conformada por todo lo que nosotros manifestamos en forma adjunta al contenido verbal y constituye todo lo que estamos intentando trasmitir.  Por algo decimos que “la música suena de acuerdo a cómo se toque”, ¿verdad?  Una misma palabra, una misma frase, un mismo concepto, adquiere una jerarquía, una dimensión diferente, en la medida que nosotros lo trasmitamos suavemente o lo hagamos a través de elevar nuestra voz, o lo hagamos en forma imperativa.

Cada ser humano tiene su propio tono de voz,  tiene una calidez distintiva  en ese timbre y otras características, como la forma que nos presentamos y el lenguaje que nuestro cuerpo trasmite a través de movimientos o gestos.

 

Dr. Walter Dresel

wdresel@adinet.com.uy     

www.exitopersonal.org

www.walterdresel.blogspot.com

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