En esta vida aprendí que es más importante amar que ser amado.
Aprendí que en la coherencia interior está la felicidad plena.
Aprendí que el dinero únicamente te puede aportar placer, pero no felicidad.
Aprendí que entender no es lo mismo que escuchar, como tampoco hablar es lo mismo que comunicar.
Aprendí que todos tenemos grandes capacidades, la mayoría no utilizadas, o incluso desconocidas.
Aprendí que únicamente fluimos cuando hacemos aquello que nos gusta, y habitualmente coincide con lo que se nos da bien.
Aprendí que el lenguaje no es la única vía para comunicarnos, lo que nos da unas posibilidades increíbles.
Aprendí que estamos aquí de paso, y siendo así, los apegos y miedos no tienen ningún sentido.
Aprendí a mirar hacia dentro para encontrar soluciones fuera.
Aprendí a disfrutar el momento ya que algún día será el último en esta vida.
Aprendí que nuestra alma nos ha marcado un proyecto de vida, y que nuestra vida está dirigida por nuestro subconsciente.
Aprendí que en cierto modo todos somos autómatas, y actuamos de acuerdo a las creencias que tenemos interiorizadas.
Aprendí que todos estamos programando a diario nuestras mentes y las de los que nos rodean, habitualmente sin ser conscientes de ello.
Aprendí que quien no comete errores es únicamente porque decide no asumir riesgos, y que asumir riesgos es imprescindible para alcanzar metas.
Aprendí que conocer mi misión y ser consciente de mis capacidades me hace la vida mucho más fácil.
Aprendí que cuanto más damos más recibimos. Si quieres amor, ofrece amor; si quieres felicidad, regala felicidad.
Aprendí que siendo amable es más fácil conseguir las cosas, y que el trabajo en equipo te permite llegar más lejos.
Aprendí que ser distinto a los demás es algo positivo, aunque nos quieran hacer pensar lo contrario.
Aprendí que no me gustaría llegar al momento de mi muerte con la sensación de haber desaprovechado la vida.
Aprendí muchas cosas, pero son muchas más las que me faltan por aprender, porque en realidad todos somos aprendices, lo cual ¡Es maravilloso!
Ricardo Eiriz
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