recetas para la vida

Para que vivir si lo he perdido todo

Elena lo tenía todo, un esposo adorado, un excelente trabajo con un buen puesto y un gran futuro en la compañía que trabajaba, estaba embarazada, y feliz. Su vida era justo el sueño que tanto había deseado.

 Desafortunadamente su vida cambio de un momento a otro. Su marido se murió instantáneamente en  un terrible choque automovilístico, un día común cuando regresaba del trabajo. Lo único que le quedo de su marido, fue su embarazo, la ilusión de que su bebe fura un varón para poderle poner el nombre de su esposo y así, por lo menos tener un vivo recuerdo de su difunto marido y de la vida que una vez tuvo.

Sin embargo su  dolor y angustia crecían, a medida que pasaba el tiempo. Ella no se podía contener, su perdida le había arrancado una parte de su corazón. Por lo que sus padres decidieron  acudir a una ayuda profesional.  La llevaron con un médico psiquiatra que  tendía  herramientas efectivas  para poder trabajar su dolor y salir adelante. Parte del tratamiento, fue tomar  múltiples calmantes y medicamentos para controlar su ansiedad y anestesiar su pena.

Al poco tiempo de comenzar a recuperar el ánimo y las ganas de vivir para criar a su hijo que estaba por nacer… el embarazo se complicó, comenzó a tener una serie de hemorragias internas incontrolables que le provocaron un aborto. Elena se quedó sola, sin ilusiones y con un dolor profundo. Su vida, se convirtió en una profunda pena, asfixiante e imposible de soportar.  

Los padres y amigos de esta joven mujer, no tienen palabras de consuelo. Elena ya no quiere trabajar, siente que su vida no tiene razón y no siente ni siquiera ganas de parase de la cama. Ella ya no quiere vivir.   

¿Cómo puedes ayudar a una persona en estas circunstancias? Que le puedes decir… como puede  encontrar fuerza y un nuevo sentido de la vida la persona que en realidad ha perdido todo.

La persona que sufre y que ha perdido a un ser querido, siente un vacío, un silencio y un hueco que no se puede volver llenar. Cuando se muere alguien  querido, no hay palabras, ni razones suficientemente buenas para poder ver la vida  con claridad.

 Hay pérdidas que no se olvidan,  dolores que no se entienden, ni se pueden justificar. Posiblemente la historia de Elena es un poco más  trágica que otras, pero en realidad, el dolor que uno siente cuando sufre una perdida, solo lo puede compartir con  aquellos que conocen el sabor de la desgracia y de ese sufrimiento.

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La receta

Aprendiendo del sufrimiento

Ingredientes:

1 taza de aceptación –reconocer  la perdida, el dolor y el sufrimiento

1 taza de valor – fortaleza para resistir

3 pedazos de fe – acercamiento a la fuerza que contenga (dios, el universo,  la vida, etc...)

2 cucharadas de gratitud – valorar los recuerdos, los aprendizajes y el ejemplo que se dejo

 1 manojo de visión – perspectiva y fortalecimiento de la misión de vida personal

 

Recomendación del chef:

No hay una respuesta lógica o prudente para entender al dolor. No hay explicaciones ni palabras que puedan expresar lo que se siente. Es mejor no decir nada y acompañar a la persona que sufre en silencio y con compasión. Una mirada, un abrazo una atención son más efectivas que palabras que sin querer pueden lastimar o simplemente no dicen nada.

Que se puede aprender del dolor:

  1. El dolor es inevitable y natural, es parte de la vida. No hay mucho que hacer cuando una persona siente dolor. Reconoce que allí esta y atrévete a sufrir.  Nunca niegues lo que sientes, ni lo ocultes o lo disimules. A medida de que se acepta la pérdida, el proceso de sanación es más manejable.

  2. El sufrimiento cambia a las personas para siempre. Los tragos amargos también son aprendizajes que fortalecen el alma y confrontan a la persona con sus valores y sus creencias.

  3. El dolor pasa y se supera trabajando con uno mismo. No se puede sanar la herida de otra persona, ya que este proceso siempre se inicia en el corazón de la persona que sufre. La  única manera poder sanar es retomar la vida, apreciar lo que se tiene y rodearse de personas que tienen algo bueno que compartir.  

“Sufrir no es una debilidad, es una acción que demuestra fe cuando las cosas no son como te gustaría”

 

   *Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente.
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Comentarios

  • Antonio  g r a c i a  s simplemente gracias por tan bellas palabras, sabes uno escribe y espera que lo que dices alguien lo lea y a alguien le sirva, no siempre tengo el privilegio de escuchar cuando a alguien le gusta mi trabajo. así que hoy tu comentario me hizo realmente sentir muy bien.

  •  Hola rosa. te doy mi opinion con gusto:

    Del Dolor se aprende, se crece y se hace siempre lo mejor que se puede. Así que no hay que temer sentir ese dolor que muchos solo quieren ocultar. Sin embargo... el sobreponerse al dolor, buscar una razón real por la cual puedes sonreír agradecer lo que tienes no son actitudes opuestas. Hay que aprender a balancear los dos aspectos para vivir en paz con uno mismo.

    No se trata de fingir, pero tampoco tienes por que sufrir y causar lastima todo el día. Busca lo bueno que tienes y aprovecha tu dolor para aprender. espero te sirva mi contestación.

    Puedes buscar mas respuestas a muchas preguntas que me han hecho en mi sito www.recetasparalavida.com saludos

    Becky!!

  • Hola Becky, me pareció muy interesante y acertado tu artículo, tengo una pregunta si se puede.....en estos tiempos es muy común elogiar, y hacer notar que eres heroína si aunque tengas un dolor muy fuerte dentro, lo ocultas y nadie se da cuenta y te muestras toda sonrisas......yo no estoy de acuerdo en eso, pienso que no hay que ponerse una máscara, tampoco llorar todo el día, sino que ir poco a poco.

    ¿Podrías darme tu opinión? Vengo poco por aquí, así que no sé si este es el medio correcto para hacerte la pregunta. Si no es así, ¿me orientas por favor? Gracias!

  • Hola, Becky. A pesar de que por años he leido tus aportaciones, nunca me deja de admirar lo sabia que eres. Las personas que acuden a ti por ayuda son muy afortunadas en tener una persona tan centrada y tan sensible para que las ayude.

    Esta frase vale mas que el oro: "Es mejor no decir nada y acompañar a la persona que sufre en silencio y con compasión. Una mirada, un abrazo una atención son más efectivas que palabras que sin querer pueden lastimar o simplemente no dicen nada."

    Gracias, Becky por estar aqui.

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