Si con suerte estás despierta ya te habrás enterado que a esta vida haz venido, entre otros asuntos, a descubrirte y yo le agrego (eso apenas lo voy sabiendo): a reencontrarte con las mujeres de tu vida. Esas que en otros planos han sido de todo contigo: tu mamá, tu esposo, tu tía, tu amiga, tu abuela, tu hermano, (no siempre hemos tenido cuerpo de mujer).
Reflexiono sobre esto ahora porque a mi hija (la más maravillosa de mi tribu) le ha dado por escribir y cada vez que la leo, me encuentro entre sus letras y entonces me preguntó: ¿será verdad esa teoría de que los hijos escogemos a los padres?, ó ¿en otra vida fuimos algo y estábamos destinadas a encontrarnos de nuevo?. Ella, en este tramo de su camino anda al encuentro con ella misma: "la vida es como una gran fiesta de disfraces, solo que el mío, yo no me lo puse, así que voy a la búsqueda con el que es mi verdadero disfraz, el que yo misma diseñe y cosa y me ponga, para así saber, ¿a qué caracoles vine yo a éste mundo?". Una bella metáfora para describir y descubrir el entramado a veces metafísico, de quienes realmente somos y hacia donde y con quien (¡muy importante!) nos dirigimos, (en esas estoy yo, ¿con quién quiero viajar en este tramo de mi aventura?). ¡Sí!,  ella y yo venimos a vernos de nuevo en este espacio; los años me han enseñado que no solamente estamos aquí para saber quienes somos, a dónde vamos, a qué venimos, sino ¡oh qué maravilla!, también hemos venido al encuentro de todas aquellas mujeres que pertenecen a nuestra tribu, ese grupo de almas femeninas que nos acompañan y acompañarán por tiempos determinados (según su misión en nuestra vida) a lo largo de nuestra jornada y que las necesitamos también además para cubrir la cuota, (a veces vital) de pertenencia y aceptación. Las mujeres de nuestra tribu son aquellas que nos aceptan tal cual somos, sin juicios ni reservas, y van felices (pese a todo) navegando nuestros mares. Con ellas nos sentimos en la libertad de mostrar nuestro ser, a veces, imperfecto a su mirada, muchas otras vulnerable, mas aceptando con gozo compartido lo que cada una hace, dice, destruye, reconstruye, calla, llora, ríe, ama. Las de tu tribu viajarán contigo en tiempos de tormenta y días de sol. Son una fuente inagotable de apoyo, de amor, de alegría. ¡Su energía parece ser la tuya misma!, juntas entretejerán milagros de ida y vuelta, haciendo un solo nudo en beneficio todas.  
Las mujeres que eventualmente se sumarán a tu singular y especial tribu, (ninguna es igual) están allá afuera en ese vasto espacio que es el mundo esperando por ti, y dependiendo de los puertos en donde ancles tu barca, estarás destinada a encontrarlas, una por una, a veces con suerte, como yo, las encontrarás en ¡bonche!. Puede ser también que lleguen a tu vida en circunstancias especiales y fuera totalmente de tu control, mas sin embargo te servirán de puente para conectarte con las que tu perteneces.
Mira a tu alrededor, observa la maravilla de mujeres que conviven y comparten contigo, que están a tu lado, que te apoyan, que te aman, que te cuidan, te protegen, no es casualidad que te hayas encontrado con ellas, sus nombres ya estaban escritos en alguno de los puntos de tu carta de navegación.
Cada una de nosotras tiene su propia tribu color rosa, yo gozo cada encuentro con cada una de ellas y  en esta segunda etapa de mi aventura, han sido un banquete de alegría cotidiana. 
Desde mi orilla dedico con todo mi cariño, agradecimiento y admiración, (en este momento de mi vida) a una de las partes más importantes de mi tribu femenina: "las chanklets", ellas saben quienes son y yo, voy descubriendo que estaba destinada a encontrarlas. 
¡Un abrazo hasta el cielo!
Lizbeth
11-11
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