YO, ÁGUILA: MIS PRINCIPIOS, MI DIGNIDAD, MI REALIDAD

YO, ÁGUILA: MIS PRINCIPIOS, MI DIGNIDAD, MI REALIDAD

Suelo acordarme de Groucho Marx y su genial: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”, toda vez que me pongo a reflexionar a cerca de cómo nos conducimos por la vida y de cómo contribuimos por acción u omisión a los resultados en nuestras vidas.

Ser fiel a los principios propios, ¿ya no se lleva? O, ¿quizá lo que no se lleva es quedar bien con uno mismo?

Nos han inculcado, y nos insisten tanto por activa y por pasiva en lo relativo a ‘quedar bien con los demás’ y a practicar u obedecer la referencia externa, que olvidamos que poseemos un don divino como es el libre albedrío al igual que una conciencia propia que nos impele a quedar bien con nuestra propia dignidad.

  • ¿Qué es la referencia externa?

Es lo que nos demás nos dicen a cerca de nosotros mismos o de cualquier otro tema. Es la visión del mundo y/o la vivencia que de nosotros, un acontecimiento, una realidady/o la vida en general, tienen otros.

  • Referencia interna

Es nuestra visión y vivencia de la realidad y/o  un acontecimiento, de nosotros mismos y de nuestras ‘cosas’ tenemos nosotros, o sea, la vivencia que, cada uno de nosotros, tiene de sí mismo.

La percepción de uno mismo, a cerca de sí mismo, sobre todo, debería ser el timón de nuestra vida no la que otros tienen de nosotros.

Tal vez conozcas un cuento escrito por Anthony De Mello: ‘El águila que se creía una gallina’,  se trata de un águila que cree ser una gallina al  haberse criado entre gallos y gallinas. Dicha águila (que cree ser una galiina), cierto día, al ver un águila real volar en el cielo, a pesar de quedarse extasiada con la visión, no hace caso a su sentir interior. Consecuentemente, no se reconoce en el águila. ¿Por qué ¿Cómo es que no se reconoce?  Muy sencillo, hace caso a lo que le dice otra gallina. Ocurre que,  cuando, el águila que se cree una gallina exclama: ‘Quién tuviera esas alas’, la otra gallina le espeta: ‘Bah, olvídate de eso. Nosotras somos gallinas’. En vez de hacer caso a su sentir (referencia interna) -de haber procedido así se hubiera reconocido en el águila real que volaba libre en el cielo-, decide darle más importancia -le otorga la autoridad, la suya, a la gallina, en vez de quedársela para sí-, a lo que la gallina (que es una gallina), le dice acerca de su identidad o realidad. Al otorgarle el poder as la RE (referencia externa), en vez de a la RI (referencia internas), se desconecta de su sentir interior traicionando su dignidad y mandando su verdadera identidad al exilio de sí misma.

Al igual, que esa águila que creía ser una gallina, procede mucha mujer y mucho hombre. En vez de decidir por sí mismos quienes son y quienes quieren ser, esperan que sean los demás quienes se lo digan y les den permiso para 'ser'. Sucede que, si en alguna ocasión osan proclamar que son ‘águilas’ y a alguna ‘gallina’ le da por decir ‘no, te equivocas’, en lugar de protestar y reivindicarse, agachan la cabeza y reniegan de sus principios. No quieren contrariar a los demás, no quieren  destacar, no quieren molestar… Proceden así porque tienen la intención positiva de ‘agradar, de ser amados’. Ignoran que la única aceptación que les alimentará la autoestima y dará fuerza a su dignidad es la que uno se otorga a sí mismo. Todo lo demás es veneno para la psique. Quien se afana en buscar la aceptación externa a expensas de matar de hambre su dignidad acaba por enfermar. Es lo que tiene el alma: busca contrarrestar ese desaguisado de mil y una maneras.

  • La fidelidad, el cuidado, el respeto, la apreciación y dignificación de los principios propios conlleva mucho amor a uno mismo. La clave es aceptarnos tal y como somos: un diamante.

La aceptación no excluye la mejora: un diamante lo es antes de ser pulido, durante y después. ¿La diferencia? Después del ‘pulido’, brilla y luce más y mejor.

Hablando de diamantes, sólo un ‘joyero’ es capaz de diferenciar una gema de una vulgar piedra de colores. Esto me recuera otro cuento (lo leí en un libro inglés: ’77 metaphores for teachers, coaches…’), el cual reflejé en mi libro ‘La reina que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada’ RBA. Reza así: un maestro al que alguien acusaba de ser un charlatán, en vez de tratar de convencerle con palabras de que estaba equivocado, decide entragarle un saquito con unas piedras y perdirle que se acerque al bazar más próximo y que pida cien monedas de oro por las 'piedras'. El hombre procede tal y como le indica el maestro y cuando pide las cien monedas de oro, el dueño del bazar se echa a reír y le echa con cajas destempladas de allí por osar pedirle 'cien monedas de oro por unas piedruchas'. Éste se dirige furioso al maestro y le recrimina que le haya hecho hacer el ridículo. El maestro, sin inmutarse, le indica que repita la operación, pero, esta vez, debe ir a la joyería de la esquina. A regañadientes, va. Cual no será su sorpresa cuando, a la vista de las piedras, el joyero exclama: ‘le doy cien monedas de oro’. “¿Cómo puede ser?”, exclama a su vez el individuo. A lo que el joyero el responde: “Muy sencillo. Son gemas, o sea, piedras preciosas”. El individuo, consternado, se aleja y vuelve con el maestro para contarle lo que le ha sucedido esta vez. La respuesta del maestro le deja aún más anonadado: “Sólo un joyero puede diferenciar una gema de una piedra de colores. Cuando seas joyero podrás apreciar mis palabras, hasta entonces, te parecerán palabrería”.

Así es, no todas las personas con las que nos relacionamos son ‘joyeros. Por eso, si te consideras ‘águila’, no le permitas a nadie que te diga que no lo eres. Es más, tira a la basura todas las creencias o etiquetas que te dieron los demás acerca de ti y que estás asfixiando a tu verdadero yo.

La genialidad, como el diamante, lo es esté pulida o no. Con esto quiero decir que una persona puede ser genial en algo y el mundo podrá reconocérselo o no. Hay un caso paradigmático: Vincent Van Gogh. En vida, nadie le compró un cuadro. Actualmente, sus cuadros valen millones.

Si eres escritora, pintora, música, tejedora, médico, abogada, psicóloga, maestra, cocinera… Nunca permitas que las ‘ventas’, 'número de clientes' o 'las opiniones de los demás' definan tu genialidad.

Al igual que tener o un súper cargo en una empresa no te quita ni añade inteligencia o valía. No siempre se le da el puesto al mejor. Vivimos en un mundo donde la mediocridad triunfa. Sinceramente pienso que, si cada uno de nosotros se dedicara a ser la mejor versión de sí mismo, o sea, el diamante o el águila que es, en definitiva, se aceptara, en el mundo la mediocridad no sería la variable dominante.

Yo, diamante.

Yo, águila.

Y, ¿tú?

Sé fiel a tus principios, a tus creencias.

Sé fiel a tu verdadera naturaleza.

Brilla la luz que eres a pesar de quien sea y de lo que sea.

© Rosetta Forner 22.11.23

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En las fotos, Rosetta viste diseños MATILDA: www.matilda.es

UN POCO DE HADAMADRINING ES UN MUCHO DE COACHING.
“Rosetta Forner conoce los principios del bienestar del ser humano. Es la persona con la visión y el conocimiento precisos para arrancar las creencias destructivas, a veces, tan arraigadas en nuestra interpretación de la realidad, que remontan a nuestro nacimiento.” Elena Sancho Pereg, soprano

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