El término “relaciones tóxicas” está más de moda que nunca, y prácticamente lo usamos de comodín para describir un amplio abanico de problemas y situaciones típicas en las parejas modernas. Pero ¿a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de una “relación tóxica”? ¿se trata de algo que deriva de las actitudes individuales y que puede cambiarse? ¿o simplemente hay personalidades que, en conjunto, están destinadas al fracaso emocional?

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Dicho de otro modo ¿es algo que estamos haciendo mal en la relación, o es que de inicio no elegimos adecuadamente a nuestro compañero? Para contestar esta pregunta, comencemos por el principio:

¿Qué es una relación tóxica y por qué surge?

Hay muchas maneras de describir las relaciones tóxicas, pero podemos quedarnos con esta definición:

“Una relación afectiva que puede ser romántica, de amistad, familiar, o ambigua, en la que existe una fuerte dependencia negativa entre las partes. Es decir, cada una saca lo peor de la otra, al mismo tiempo que retroalimentan un círculo vicioso del que ninguna puede o quiere salir”.

Hay muchas relaciones de vida que no podemos elegir con el grado de libertad que quisiéramos y que tienen un componente tóxico, por ejemplo con nuestros padres, hermanos e incluso con nuestros jefes. Sin embargo, en lo que concierne a la amistad y el romance, sí está en nuestras manos atraer y acercarnos a personas que tengan más o menos nuestros mismos intereses, con las que seamos compatibles y, lo más importante de todo, que nos ayuden de una u otra manera a ser mejores seres humanos.

En una relación tóxica esto no sucede, sino que nos quedamos aferrados a nuestra zona de confort y a actitudes de “víctima” o “victimario” que no nos dejan avanzar. El problema es que la simbiosis que se establece, independientemente de las buenas o malas intenciones de cada uno, es tan fuerte que llega un momento en el que parece que sencillamente estamos condenados a vivir así para siempre. 

¿Atraigo personas tóxicas porque yo soy tóxico?

Este dilema se parece un poco al del huevo y la gallina. ¿De quién es la culpa? normalmente, cada una de las partes implicadas en una relación tóxica está convencida de que la mayor carga de responsabilidad la tiene el otro. Gastar tiempo y energía tratando de averiguar quién lleva la razón es una pérdida de tiempo porque, al final del día, para que una dinámica patológica funcione, se necesitan dos, uno que la provoque y otro que la acepte, y al aceptarla, también está provocando que la rueda de negatividad siga girando. 

Así que ¡sí! muy independientemente de cómo sea la otra persona, tú de inicio estás eligiendo estar allí, aunque te provoque enormes dosis de estrés, ansiedad, celos o inseguridad. ¿Ya te has puesto a analizar por qué? 

Por regla general, las personas que están sanas emocionalmente, atraen a otras que también lo están. Y aplica igual al revés: si estás atrayendo a tu vida gente conflictiva, voluble e inconstante, es porque seguramente tú estás convencido de que sólo puedes aspirar a una relación con este tipo de individuos, y eso suele ser una proyección de mala autoestima. Del mismo modo, si el patrón de tus parejas es que te generan una gran necesidad de controlar y lastimar, entonces puede ser que no sólo tú seas el tóxico, sino también ellas por permitirlo. 

¿Cómo dejar de tener relaciones tóxicas?

Primero, te recomendamos que le hagas un poco más de caso a tus amigos o seres cercanos de toda la vida. Si, por ejemplo, llevan años diciéndote que eres adicto al enamoramiento o tienes un problema de infidelidad patológico, es muy probable que tengan razón. Deja de justificarte, no se trata de que te juzgues duramente, sino de que veas la realidad con objetividad para que la puedas cambiar.

Muy probablemente te des cuenta de que ese patrón que siguen tus relaciones se debe a que tienes algún problema emocional sin resolver, quizá algo que viene de tu infancia o de relaciones traumáticas en el pasado. La mala noticia es que no vas a encontrar la solución a ese problema en otro ser humano y menos en una pareja, tienes que darte la oportunidad de sanarlo desde ti mismo. Sólo trabajando en tu proceso terapéutico y de crecimiento individual podrás cerrar las heridas que te impiden tener dinámicas de pareja saludables. 

Desgraciadamente, estar inmersos en un romance tormentoso no nos deja mucho espacio para enfocarnos en nosotros. Así que la respuesta es difícil de aceptar, pero muy simple: primero aprende a estar bien contigo mismo, a cubrir todas tus necesidades afectivas sin depender de nadie más, y entonces, sólo entonces, estarás listo para tener una relación saludable, y podrás atraer a otra persona que también lo esté.

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