¿QUÉ SOY?

¿Qué soy?, ¿qué eres? Son preguntas que nos hacemos con frecuencia, múltiples son sus respuestas todas con significado.Algunos, piensan que son sagaces al evitarla, se refugian en distintas concepciones e ideas, generalmente distorsionadas, incompletas, de filosofías y escuelas del pensamiento. Hacerlo, evitar ser consciente de ésta, cancelando con ello razones de fondo, como antídoto al sufrimiento, sólo posterga; diluye lo que aún sin prestarle la atención debida está presente en nuestra cotidianeidad.Sólo en México existe un concepto tan entendible como extraño: “Patria chica”; algún mexicano nacido en Cuernavaca, por ejemplo, llama de ésta forma a la capital morelense. Sin entrar en la discusión del concepto de patria, creo que la expresión es absolutamente válida como idea para señalar que antes que nada, somos NUESTRA PROPIA PATRIA CHICA.Te preguntarás cómo es posible esto. Sólo recapacita, tienes tu propio territorio, tus propios límites, tu propia frontera, la inviolable; tu propio gobierno, a veces desgobierno, tu propia defensa, tus propios mecanismos y muchos elementos parecidos.Soy también, mi historia, la que ésta sea.Ser tu historia parte de entender lo que la modernidad, la cultura y el conocimiento imponen, distante de las versiones que hacen a los héroes cual si fueran personajes de historieta.Todos los hombres, todos los seres humanos somos de claroscuros, todos tenemos cosas buenas y malas; juzgar a un personaje del pasado evitando sus defectos u obviando sus virtudes, es tan injusto como inapropiado.Soy entonces MI HISTORIA, soy el “de donde vengo” y el “a donde voy”. Siendo así, es necesario adicionar a estos últimos cuestionamientos la posición relativa, la de fondo: “donde estoy”. De donde vengo, a donde voy, estarían incompletos, desubicados sin la esencia del punto de partida. Aceptar tu realidad en su tiempo, sin juzgarla, desde el aquí y ahora, desde la conciencia de que formamos parte de un universo con múltiples dimensiones, donde casi todo es posible, te hace responsable.Cuando llegamos al hogar después de una jornada extenuante es común ese suspiro de tranquilidad, ese recargarse en la puerta después de cerrarla y todo ello con o sin palabras, que nos lleva a un: “por fin llegué”.Soy mi PROPIA CASA, soy ese remanso de ese espacio de paz y sosiego, a fin de cuentas. Soy ese hábitat, que aunque en algunos momentos esté desordenado, con o sin pereza, más temprano que tarde, limpiamos y ordenamos. Ser esto, echar un vistazo ante la repentina idea de querer cambiar un cuadro de lugar; de observar minuciosamente que algún rincón carece de la limpieza adecuada, lo cual se queda en la memoria perceptible e inmediata hasta que resolvemos eso que a veces es una molestia. Siguiendo con la reflexión, implica también ser mi habitación, mi cama, mi lugar de descanso y mi sitio preferido donde paso alguno de esos momentos de conversación, conmigo mismo, o con alguien más.A mi intimidad, tú a la tuya, invitamos a personajes señalados; un cualquiera es difícilmente requerido. Invitar, ser un buen anfitrión, atender a las visitas es un arte, es de educación, es de familia, es de proyectos.Transportarnos en espacio y tiempo son circunstancias inherentes a la vida. Soy mi propio MEDIO DE TRANSPORTE. Mi cuerpo es una cápsula bien diseñada para el viaje.Porque soy todo esto, porque eres todo aquello, tengo algo que darte, tienes algo que darme, tenemos sustancia para compartir, tenemos posibilidades de enriquecernos y crecer. Sin ello sería imposible, sin tomar esta conciencia poco tendríamos que aportar.¿A quienes invitas a tu casa?¿Cómo los atiendes?
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