¿Por qué Corro?

Buenas Tardes, nuevamente comparto este artículo, de Vale Villa Psicoterapia individual, familiar y de pareja. Es muy buen artículo que nos ayudará a todos los que sentimos que el STRESS,DEPRESION, LOS PROBLEMAS,ETC, nos están rebasando y no sabemos como empezar a salir del famoso ¨hoyo¨en que nos sentimos inmersos.Este artículo nos muestra uno de ellos, si a veces nos animamos a tomar remedios recomendados hasta por comerciales de televisión por que no probar este??...

Deseo de verdad que quienes buscan luchar siempre salir adelante de cualquier situación non grata en su vida se tomen un poco de sus tiempo y prueben esta alternativa.

Namasté¡¡¡

¿Por qué corro?6:45 am, viernes. Un nuevo frente frío cae sobre la Ciudad. ¿Estoy lista para correr? No, casi nunca estoy lista. Siempre es una batalla contra mi misma que a veces gano, y otras pierdo. No hay forma de garantizar, por más disciplina que uno tenga desarrollada a lo largo de muchos años de correr, que hoy no será ese día en el que la mente diga no, no tengo ganas, o me está empezando a dar gripa, o me voy a tener que apurar mucho para llegar al trabajo si me levanto a correr.
Esta es la primera razón por la que corro. Porque me recuerda que las virtudes del espíritu, como la fortaleza y la perseverancia, son difíciles de construir y muy fáciles de perder.

Cuando corro pienso en muchísimas cosas; no soy ni remotamente como Murakami, que en su libro "De qué hablo cuando hablo de correr" (Tusquets, 2007) cuenta que cuando corre básicamente no piensa en nada, más que en si tiene calor o frío, si está cansado o relajado. Y que cuando se le aparece algún otro pensamiento, éste es como una nube que mira al pasar sin posar su atención en ella.

Yo pienso demasiadas cosas a lo largo de los 45 minutos que suele durar mi carrera matutina. En algunos momentos, los menos, logro admirar los árboles, me gusta saludar a la gente que trabaja donde vivo y que desde temprano está lavando coches o barriendo las veredas. Me gusta verlos en mangas de camisa como si no tuvieran frío y casi siempre se ven energéticos y conformes con la vida que están viviendo. Hay un hombre en particular, el más viejo de todos, que siempre me dice: "Que haya suerte"... Él no sabe que me hace el día con su buen deseo, que me anima al ser así como es, alegre, trabajador, siempre sonriente.

También corro porque cuando termino me siento bien conmigo misma. Porque es una pequeña conquista que me hace pensar que soy alguien que puede hacer algo que de momento es trabajoso pero que después genera sentimientos de bienestar y orgullo personal. "No soy tan floja", me digo, o "¡Hey! Bien por ti, lo lograste otra vez" y frases que en el torrente incontenible de pensamientos dan un empujón a mi autoestima.

Los pacientes me preguntan y también en ocasiones algunos de ustedes, mis lectores, qué hacer para elevar o fomentar el autoestima. Hoy me queda claro que una respuesta contundente es: Corre.

También podría darle el mismo consejo a alguien que se encuentra moderadamente deprimido. Tal vez cuesta trabajo imaginar cómo es que uno rompe ese círculo vicioso en el que elije comerse un litro de helado de chocolate por encima de salir a correr. Es un hecho que cuando hablamos de una depresión profunda, dar ese paso como primera opción resulta casi imposible e impensable. Pero cuando quedan por ahí algunas reservas de energía emocional, empezar a correr, aunque sea de a poco, diez o quince minutos diarios, basta para cambiar en alguna medida la bioquímica cerebral, pero sobre todo para impactar la imagen que uno tiene de sí mismo cuando se está triste o desesperanzado.

Otra razón por la que corro es porque al hacerlo participas en un ritual comunitario. La más reciente ocasión en que experimenté eso fue el 27 de noviembre, cuando fui parte de esos 18 mil corredores que se adueñaron del Paseo de la Reforma. Es fantástico vivir ese momento, cuando se es parte de algo noble, parte de este impulso colectivo que nos hizo retomar las calles en franca rebeldía contra el miedo de vivir en la Ciudad de México. Durante aquella carrera de 10 kilómetros, cada uno de los que participamos estábamos diciendo algo más que simplemente nos gusta correr. Sí, dijimos simbólicamente: "podemos correr en Reforma, de noche, y nadie nos lo va a impedir".

A lo largo de estas carreras pasan muchas cosas. Es electrizante en muchos sentidos. Vi a grupos de amigos corriendo, parejas que lo hacían en forma sincronizada. Vi a un hombre mayor tropezar mientras corría, caer y ser levantado casi al vuelo por decenas de manos que parecían haber estado listas para ayudar a quien así lo necesitara. Vi jóvenes madres corriendo mientras empujaban la carreola de su bebé. Vi gente corriendo sola, felizmente sola, vi a familias enteras animando a los corredores, gritando porras, palabras de aliento a propios y extraños sobre todo en los últimos kilómetros. Se siente un orgullo muy particular participar en ese tipo de eventos: devuelven una imagen sobre uno mismo que es positiva, constructiva, de alguien que puede esforzarse y cumplir metas, de alguien que puede tal vez hacer una diferencia en este mundo.

Esa noche pensé también en lo diferentes que podemos ser los chilangos corriendo o frente al volante. Corriendo todos éramos parte de lo mismo. Al volante, enemigos mortales unos de otros, incapaces del más simple acto de cortesía como dejar pasar a alguien que pone su direccional, ceder el paso a un peatón... ¿A poco no?

Los pacientes me preguntan y también en ocasiones algunos de ustedes, mis lectores, qué hacer para elevar o fomentar el autoestima. Hoy me queda claro que una respuesta contundente es: Corre.

También podría darle el mismo consejo a alguien que se encuentra moderadamente deprimido. Tal vez cuesta trabajo imaginar cómo es que uno rompe ese círculo vicioso en el que elije comerse un litro de helado de chocolate por encima de salir a correr. Es un hecho que cuando hablamos de una depresión profunda, dar ese paso como primera opción resulta casi imposible e impensable. Pero cuando quedan por ahí algunas reservas de energía emocional, empezar a correr, aunque sea de a poco, diez o quince minutos diarios, basta para cambiar en alguna medida la bioquímica cerebral, pero sobre todo para impactar la imagen que uno tiene de sí mismo cuando se está triste o desesperanzado.

Otra razón por la que corro es porque al hacerlo participas en un ritual comunitario. La más reciente ocasión en que experimenté eso fue el 27 de noviembre, cuando fui parte de esos 18 mil corredores que se adueñaron del Paseo de la Reforma. Es fantástico vivir ese momento, cuando se es parte de algo noble, parte de este impulso colectivo que nos hizo retomar las calles en franca rebeldía contra el miedo de vivir en la Ciudad de México. Durante aquella carrera de 10 kilómetros, cada uno de los que participamos estábamos diciendo algo más que simplemente nos gusta correr. Sí, dijimos simbólicamente: "podemos correr en Reforma, de noche, y nadie nos lo va a impedir".

A lo largo de estas carreras pasan muchas cosas. Es electrizante en muchos sentidos. Vi a grupos de amigos corriendo, parejas que lo hacían en forma sincronizada. Vi a un hombre mayor tropezar mientras corría, caer y ser levantado casi al vuelo por decenas de manos que parecían haber estado listas para ayudar a quien así lo necesitara. Vi jóvenes madres corriendo mientras empujaban la carreola de su bebé. Vi gente corriendo sola, felizmente sola, vi a familias enteras animando a los corredores, gritando porras, palabras de aliento a propios y extraños sobre todo en los últimos kilómetros. Se siente un orgullo muy particular participar en ese tipo de eventos: devuelven una imagen sobre uno mismo que es positiva, constructiva, de alguien que puede esforzarse y cumplir metas, de alguien que puede tal vez hacer una diferencia en este mundo.

Esa noche pensé también en lo diferentes que podemos ser los chilangos corriendo o frente al volante. Corriendo todos éramos parte de lo mismo. Al volante, enemigos mortales unos de otros, incapaces del más simple acto de cortesía como dejar pasar a alguien que pone su direccional, ceder el paso a un peatón... ¿A poco no?.

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos

Comentarios

  • Exelente,hacer ejercicio,me gusta,algunas veces no hay tiempo.

    Gracias un gran abrazo.

  • hola me gusto mucho tu comentario gracias.

  • Vaya q el ejercicio nos devuelve a la vida !!

    Nos da fortaleza de espiritu, por q dia a dia logras de poco a poco hacer mas, estirarte mas hasta tocar el piso y es cuando te dices a ti misma...las metas pueden alcanzarse.

    Ya sea corriendo, haciendo algun ejercicio o simplemente una caminata, la mente segrega quimicos

    beneficos para la salud y bienestar en general.

    Me gusto mucho el texto q nos compartes Araceli, de ese modo espero y todas y todos nos animemos a hacer alguna catividad fisica diaria, q lejos de quitarnos tiempo nos aporta calidad de vida.

  • A mi me gusta, todos los días es un pequeño reto ir a entrenar, pero una vez que estoy en la banda realmente me siento fuerte porque me digo a mi misma, hoy le gané a todas esas cosas que me decían quédate en casa, en lugar de eso dí un poquito más de mi y el resultado es sentirme mucho mejor emocional y físicamente.

  •  

    Estimada Araceli:

     

    Buenos días, que bonito relato nos compartes, muy emotivo, pero también muy motivante para hacer esa actividad -correr- y los beneficios que nos enumera.

    Hoy inmersos en nuestro día a día olvidamos ese instante de reflexión y de estar con uno mismo.

    Hace unos días, tenía una cita, y la persona que esperaba, me avisó que llegaría unos minutos tarde por que se había retrasado su viaje, decidí esperar y fué un momento en el que pude planear algunas cosas y estar conmigo.

    Sin embargo el ejercitarnos indudablemente trae mayores beneficios.

    Agradezco nos compartas este relato, fortifica y dá ánmos.

     

    Saludos cordiales.

     

    Edith.

  • Hermoso comentario con detalles de las experiencias vividas cada que practicas ese deporte tan maravilloso.

    Nunca lo he descrito así con esa entrega y belleza.

    Me encanta correr y tienes mucha razon es sentirte bien contigo misma.

     

     

     

This reply was deleted.