Comparto mi  artículo: "Memorias con María Elena Chapa en el aniversario de su nacimiento", para Voces México. 

 

María Elena nos dejó otras lecciones: un estilo de comunicación directo y sin tapujos que le era tan propio y un inmenso interés por el conocimiento.

 
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abril 19, 2022

 


Hoy 19 de abril es el aniversario de nacimiento de la política y líder feminista María Elena Chapa, quien murió en septiembre del año pasado víctima del cáncer. Con este motivo dedico el artículo de hoy a su memoria.

La primera vez que me sentí enganchada por la personalidad magnética de María Elena fue cuando la escuché en una conferencia sobre la invisibilidad de las mujeres en la toma de decisiones. Al terminar, quise presentarme y felicitarla. Pero, como soy alérgica a las colas –y especialmente a las que se hacen para saludar a alguien– desistí rápidamente. Finalmente, tampoco me pareció tan necesario, Su actitud combativa en favor de la lucha feminista ya me había impregnado y sería un aliento para continuar con las investigaciones que yo realizaba sobre el tema. Además, aunque ella no lo supiera, yo había quedado atrapada por su discurso que viví con la emoción de un “performance” en el que mezclaba análisis político, denuncias feministas y anécdotas personales. No eran sólo sus palabras sino su particular forma de exponer: amena, subversiva, irreverente y al grano. Nada más alejado de los arraigados hábitos de los políticos mexicanos de la época que hacían notar status aferrándose a modales rígidos y protocolarios. Nadie como María Elena Chapa.

¡Cuál sería mi sorpresa cuando un tiempo después, sin habernos presentado, me buscó para solicitarme que le enviara mis textos sobre empresarias y ejecutivas! Me sentí halagada y agradecida. Pocas personas en el mundo de la política se preocupan por conocer lo que se produce en el ámbito de las universidades; además María Elena estaba familiarizada con las dinámicas académicas y la forma en que nos evalúan nuestros pares. Me preguntó “¿estás en el SNI?”, y cuando conteste “soy nivel 3” me dijo “¡Qué bárbara!”. Ella no me vio, pero yo sonreí agradecida y complacida.

Unos años después cuando María Elena estaba presidiendo el Instituto de las Mujeres en Nuevo León, me invitó a participar en el panel magistral de inauguración de uno de los congresos de mujeres empresarias que se llevó a cabo Monterrey y donde tuve oportunidad de reunirme con ella en comidas y espacios sociales.

Después del viaje, María Elena me enviaba libros con estudios de género de diversos temas y autoras, que ella publicaba como presidenta de INMUJERES en su estado. También me pedía que le mandara mis nuevas publicaciones y me insistía en que se las dedicara. Más tarde me enteré de que, además de libros, María Elena coleccionaba dedicatorias que les ponían los autores(as), incluso creo que alguna vez la reunió y publicó.

Después de estas experiencias, no la vería por mucho tiempo. Hasta que la pandemia nos brindó la oportunidad de reencontrarnos vía remota en los eventos recientes por zoom del International Women Forum (IWF). Seguía siendo la misma, brillantes e intensa.

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Cuando me enteré de su enfermedad, me sentí perturbaba. Quería acercarme a ella, pero no sabía cómo. Por eso, la iniciativa del IWF para rendirle un homenaje en junio de 2021 en Monterrey, me vino como anillo al dedo. Me armé de valor ya que, por la epidemia, yo no había realizado ningún viaje y no había estado en espacios públicos cerrados.

Antes del partir, además de un surtido paquete de cubrebocas, empaqué otro con mis publicaciones. Engargolé los artículos que tenía y le llevé un ejemplar de mis libros más recientes.

María Elena nos recibió en su casa entusiasmada, “vinieron de tan lejos a verme” repitió varias veces. Pese a la enfermedad, seguía siendo magnética y vital con agudo sentido del humor y siempre irreverente. Nos dijo que uno de sus anhelos era ver más mujeres en consejos de administración. Al principio de la plática nos comentó que tendría unos años de vida, pero al final susurró que quizá solo serían unas cuantas semanas. Como siempre, María Elena estaba entregada a la lucha feminista…

Le comenté que le traía mis libros y que la admiraba por su interés en el conocimiento. “Déjalos en la mesa”, me dijo. Eso hice, pero cómo durante la conversación confesó que por su enfermedad ya no podía leer, sentí un dolor profundo y con discreción retiré las obras que le había traído y únicamente dejé el engargolado con mis artículos.

Cuál sería mi sorpresa cuando, después de unos días le hablé para saber cómo seguía, y me dijo: “Ya leí todos tus textos que están en español, los de ingles   nada más no, no entiendo ni pisca”. ¿Dónde dejaste los otros dos libros que estuve buscando? Tragué saliva. Como aproveché para preguntarle por un rompevientos que había dejado en su casa, también le dije “Soy una despistada me traje tus libros y dejé mi chamarra” e inmediatamente respondió: “Pues no pareces. Te voy a mandar lo que dejaste”. Y efectivamente me llegó por paquetería tres días después.  

Tras esta manifestación de lucidez y estado de alerta quise pensar que no estaba tan grave, pero también sabía que su muerte próxima estaba anunciada porque en nuestra reunión hizo referencia a los muchos tumores que ya tenía en el cerebro.

 Ahora que escribo este texto, pienso que además de su entrega a la causa de las mujeres, María Elena nos dejó otras lecciones: un estilo de comunicación directo y sin tapujos que le era tan propio y un inmenso interés por el conocimiento. Ahora, ante el acecho a la ciencia, me pregunto ¿cómo podemos reproducir a algunas Marías Elenas que, como políticas, muestren esta curiosidad y por la información que se genera en las universidades y el enorme potencial que puede tener las ciencias sociales para la orientación de las políticas pública y la comprensión de nuestro mundo cotidiano?

 

 

 

 

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