No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padre e hijos. Friedrich Schiler.
Viajando en los momentos que la vida me ha obsequiado, en los cuales, hay personajes y figuras que puntualizaron y fijaron, escenas de mi existencia, hoy en el día del padre, mi gratitud y mi agradecimiento, por formar parte de mi rompecabezas personal a mi papá y a mi abuelito.
Has caminado conmigo en mi infancia, te escuchaba cuando me leías un cuento infantil –por que yo te insistía-, y en ese escucharte construiste una pieza de mi vivir, cuando fui adolescente, te sentaste unos minutos, junto a mí, para escuchar juntos el sonido de la vida, pero ese instante marcó y delineó una parte de mi presente y de mi futuro, posteriormente en mi adultez, caminaste junto a mí en la distancia, sin que me diera cuenta, por que la pieza que me construiste, tu compañía al escuchar el sentido de la vida, con ello me permitiste edificar mi hoy, con valores y principios.
Tu sensibilidad, tu escucharme, tu cariño, tu respeto, tu soporte en mis decisiones, tus palabras aún me conducen, gracias papá, por la enseñanza que me obsequiaste y por estar hoy aquí conmigo.
Somos sangre y tiempo de nuestros antecesores, nos sentimos orgullosos de nuestra raíz, de nuestra familia.
Un ser humano excepcional me escoltó en una etapa inolvidable de mi vida – la infancia- quien me entregó su cariño, su afecto, su apego, su paciencia, su ternura, y fuiste tú abuelito Marco, quien con tu presencia y tus palabras forjaste instantáneas que guardo en mi corazón y en mi mente, las cuales siempre las he traducido en amor.
Has sido un modelo de constancia y perseverancia para mí, dejaste un legado muy gratificante en mi crónica personal.
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