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Me dejé ir por dos años de vida y que, erróneamente, pensé que ahí me quedaría, con él, para vivir y amarlo el resto que me quedaba. También pensando que las etapas, después de terminar con mi anterior relación, habían concluido, me di cuenta que no fue así; hoy creo que ésta fue una etapa más de ese camino para poder encontrar a alguien que realmente sea para mi.

Al principio los dos mantuvimos el interés para que los mensajes, las llamadas y el contacto fuera cercano. Los encuentros también aumentaron, tanto que a veces no te das cuenta que ya estás involucrado en la vida del otro, que ya pasaste de ser aquella que cuestionaba si eran pareja a que él me presentaba como novia.

Fue lindo, divertido, porque tienes esa emoción de estar con él todo el tiempo, de conocerlo, de adentrarse en su vida. Con forme iba pasando el tiempo nos fuimos conociendo más y más, sus gustos, los míos, sus reacciones, las mías, su forma de pensar, su familia, la mía (bastante tarde la conoció), nuestras dinámicas de vida, sus demonios, los míos, mi forma de ser tan crítica, su lado blando para afrontar las situaciones, su hermetismo brutal, su nueva forma de demostrar cariño. Le enseñé que la gente suele comunicarse y hablar de lo que le molesta y de lo que, como persona, podemos mejorar, que como pareja debemos enseñarnos a tratarnos y a respetarnos. Le enseñé que todos sentimos diferente y que no somos exagerados, simplemente a unos les cuesta más afrontar las cosas que a otros. Le enseñé de responsabilidades, de roles, de gustos, de arte, de que la vida se disfruta.

Él me enseñó que a veces (solo a veces) es bueno no tener un plan, a conocer otros estilos de vida, a convivir con niños, me enseñó el desapego, aprendí a dormir abrazada de alguien, a tomarnos de la mano por la noche, a que si nos separamos para dormir, regresar y buscarle para sentirlo de nuevo, a que alguien sí es capaz de quererme bonito. Pero lo más importante que me dejó fue, a darme cuenta cuando te estás equivocando de camino, a qué, sin miedo a quedarte sola, puedas tomar la decisión de decir que no, me enseñó a valorarme como persona, a que merezco mucho más en la vida que estar esperando por horas y días, a que soy capaz de ponerme límites, a no dejar que se aprovechen de mi. Gracias a él me di cuenta que tan capaz soy de amar a alguien y a saber cuanto puedo entregar en una relación y que no a cualquier persona se le puede dar todo. Me di cuenta, por él, que soy una persona increíble, bonita, inteligente, que sabe tomar decisiones por mí y para mí.

Solo me queda agradecerle que haya aportado a mi vida estas lecciones tan importantes, son como 2 años de terapia psicológica, mostrándome todos los días lo mucho que tengo que apreciarme y lo importante que soy así tal cual soy.