Como funcionario de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Querétaro he tenido la oportunidad de visitar algunos Centros de rehabilitación o también llamados Anexos, a los cuales de alguna manera también se me ha invitado a participar como psicoterapeuta. En ellos he encontrado no sólo la intención de ayudar a los adictos, sino también una serie de contradicciones que no permiten a las personas que se encuentran internas en estos lugares a lograr una verdadera rehabilitación.
Como primer objetivo al recién llegado, que en ocasiones se encuentra intoxicado o llega contra su voluntad, se le guarda en un cuarto especial con cerraduras y barrotes, y si no se cuenta con este cuarto simplemente se le vigila con uno de los asistentes, usando algunos remedios caseros o medicamentos para tolerar el síndrome de abstinencia.
Una vez que se le observa recuperado se le introduce a la dinámica interna de “disciplina”, la cual es llamada por los propios responsables de estas agrupaciones, como la “dureza con la que deben ser tratados los adictos” que más bien es autoritarismo con el fin de doblegar y someter.
Además de que se utiliza mucho la verbalización negativa, que es la descalificación y la condena directa, en la que se le hace creer al interno que es una basura, una mierda, etc. Pues ha infligido mucho dolor a su familia, lo culpan de su situación y le ordenan de allí en adelante que se presente como: “Me llamo X y soy alcohólico o drogadicto” o las dos cosas. Además de que el ambiente se presta para que se menosprecien entre ellos y se pongan apodos.
En muchos de estos Centros hay hacinamiento y muy poco nivel de limpieza. Los encargados actúan como capataces, algunos de ellos inclusive se apoyan de dar una imagen que transmite poder, como el utilizar groserías, levantar la voz y hasta se acompañan de un perro Bull Terry o Rottweiler, que aunque no lo usan para atacar lo mantienen sentado a su lado mientras supervisan el trabajo doméstico que llevan a cabo los internos.
En el discurso que dan a los internos los convencen de que la madre es la culpable de su adicción y que el sistema familiar apoya a que las cosas sigan igual, aunque la mayoría refiere que también trabajan dando pláticas a los familiares para que las cosas cambien dentro de ese sistema, de muy poco sirve si a los mismos internos se les convence que su familia está mal y ¡No lo hacen con palabras que esclarezcan la situación! Lo dicen con frases como esta (espero que sepan disculpar el lenguaje que utilizaré a continuación, pero así es como se expresan dentro de estos centros): “Esa pinche vieja culera que dice ser tu mamá, que en lugar de apoyarte de da más en la madre” y demás comentarios por el estilo hacia familia.
En casi todos los Centros de Rehabilitación o Anexos, se fuma en grandes cantidades, de hecho al cigarro se le ve como un tesoro, todos piden, pelean por ellos. Estos lugares apestan a tabaco quemado. El grado de estrés y tensión que se crea por el autoritarismo, sometimiento y encierro, crea altos niveles de ansiedad que necesita ser compensada.
El castigo es una de las filosofías dentro de estos lugares, donde descubrí que aplican un correctivo llamado: “la domadora” en la que los acuestan en una tabla, o los encierran en un cuarto por varios días, dependiendo del grado de la falta cometida. Los ponen a hacer sentadillas o lagartijas si se distraen las juntas, son humillados frente a los demás, si alguien cae o se ensucia se le castiga ordenándosele que debe usar esa ropa sucia durante tres días.
Aquí la pregunta es: ¿Esto es rehabilitar? Primero los enseñan a verse a sí mismos como enfermos incurables, luego los someten con autoritarismo y malas palabras, se ponen apodos, destruyen la imagen familiar, les dicen que son una porquería, se les castiga y humilla, se les mantiene en un encierro, en hacinamiento, la alimentación en algunos centros es muy precaria, algunos no tienen ni siquiera espacios al aire libre. ¡Y después de todo esto esperan que se integren sanamente a la sociedad!
¿Qué dicen los directores y la gente responsable de estos lugares a su favor? Desde luego que todos ellos dicen que les dan cursos de carpintería, soldadura, clases de computación, primaria y secundaria abierta, hacen convenios con algunas universidades, instituciones y empresas para que reciban apoyo terapéutico o bolsa de trabajo. También les dejamos ver la tele una hora diaria, donde lo que ven son telenovelas para aprender a victimizarse más, futbol y caricaturas.
Pero eso de muy poco sirve, porque cuando conversas con algunos de los internos te das cuenta de que no tienen el amor propio necesario para tener seguridad y confianza en si mismos. Todos creen que tienen poco que ofrecer a la sociedad, de lo que si están seguros es de que son inferiores a los demás. Sólo algunos salen adelante, pero es curioso ver que los que tienen un trabajo u oficio no pueden desligarse del grupo, pues también este ambiente crea dependencia al mismo, ya no se ven sin el grupo.
En una ocasión me encontré en la calle a una pareja, que se habían conocido en el centro como internos y después se hicieron novios, tenían una actitud tímida y huidiza, después de que se despidieron de mi los observé unos momentos y vi como aunque estaban en una plaza pública, se mantenían al margen de los demás sin intentar socializar o formar parte de las actividades que allí se llevaban a cabo.
Para algunos pudo haber funcionado este sistema pero el problema es que no se les puede tratar a todos igual, pues no todos tienen la misma disposición, carácter o personalidad.
Comentarios
fijate que se me hace interesante el porq si mucha gente sabe de la existencia e estos "centros" aun siguen existiendo.
es bien sabido q las capaciades económicas de las personas adictas y menos en rehabilitación son las adecuadas para dar acceso a un mejor sitio. a veces uno q no es adicto, y no tiene contacto en si con gente adicta se ve tan limitado, a poder apoyar, porq nos da miedo, o simplemente no encuentras quien te haga segunda.
me gusto la forma de expresarte, creo que las cosas se dicen como son sin mas ni menos.
un saludo.