Escritoras 3.8.- LA BODA

+3.7.- CUANDO LAS AMIGAS SE DESPIDEN. 3.9.- ATAQUE SORPRESIVO+ María Fernanda Miraval y su cuento en el Taller de Expresión Literaria+ Amigas Escritoras, no se inquieten: todos los trabajos serán publicadosDespués de UN FANTASMA DE VERDAD y de YA NO ME GUSTAS CUANDO CALLAS, MaríaFernanda Miraval nos entrega LA BODA, su tercer cuento en el taller de Expresión Literaria AFLORA LA ESCRITORA QUE LLEVAS DENTRO. María Fernanda construye muy bien sus historias y las remata mejor. Se lee con facilidad y agilidad, porque legibles y armoniosos son sus trabajos. Antes de comenzar la ceremonia (o sea, la lectura de LA BODA) quiero decir a nuestras amigas Escritoras que no se impacienten: Todos los trabajos serán publicados, ya los tengo en agenda. Ahora sí, vayamos a LA BODA:LA BODAMaría Fernanda Miraval.Como dicen más vale llegar a tiempo que ser invitada y yo llegué muy a tiempo. Casi casi por culpa de… buena pregunta, ¿de quién? Destino, azar, providencia, las opciones eran muchas, pero al final eso era lo de menos. Después de tanto tiempo de no verte y mira que casualidad, estar ahí el día de tu boda.Muchas veces pensé qué haría, qué diría cuando te tuviera frente a mí y hoy, no precisamente te tenía de frente. Estabas de espalda a todos, esperando a la novia. Te reconocí de inmediato, cómo no, si te conocía perfectamente, desnudo y obviamente vestido. Cuando abrí la carpeta con la lista de ceremonias para esa mañana, confirmé lo que mi corazón ya sabía. Eras tú.Y entonces, alguien te avisó que ya estaba ahí la oficial del Registro Civil que iba a celebrar tu boda. Al darte la vuelta, comenzaste a caminar hacía mi, sonriente, seguro, radiante. La verdad me decepcionaste. Creí que te vería mal, como si fueras directo a cumplir una sentencia fatal. Y de entre tanta felicidad, apenas me miraste, no fue sino hasta que me tuviste de frente cuando te cambió el semblante. No sabía si estabas así del susto o de la emoción. Habían pasado muchos años, pero era imposible no reconocernos, negarnos habría sido una blasfemia.Todo alrededor se hizo silencio, el murmullo del pasillo se apagó, la gente se desvaneció y sólo éramos tú y yo. Y después de una leve sonrisa, te extendí la mano, respondiste al saludo. Sentí tu mano tímida y temblorosa. Balbuceamos un saludo de cortesía y bajé la mirada para ubicar el nombre de la contrayente. María algo, no terminé de leer porque me preguntaste ¿cómo estás? Respondí con un simple –muy bien gracias— Creí que preguntarte lo mismo era ocioso, te ibas a casar en quince minutos.Te pedí que tomaras asiento y me dijeras si la novia y los testigos ya estaban ahí. Ella estaba por llegar, venía en camino.Noches enteras imaginando, ensayando qué te diría cuando te viera, pero nunca se me ocurrió que yo iba estar ahí, en primera fila para tu boda. Vestías de negro, impecable como siempre, camisa blanca y una preciosa corbata azul con rayas grises. El cabello perfectamente cortado, lo nuevo eran unas cuantas canas en la sien, pero te hacían ver mejor que hace quince años.Mi asistente llegó para ofrecerte alguna bebida, casi se me sale decir “un café frío y sin azúcar” pero me contuve a tiempo. Optaste por no tomar nada y yo tampoco, sentía mi estomago revuelto. No habría podido probar ni agua. Trate de fingir que leía los documentos que estaban sobre mi escritorio, me senté y dejé que el silencio nos acompañara. Como si me hubiera escuchado, mi secretaría cerró la puerta al salir y ahí estábamos tú y yo, sin nada para decir. Se me acabaron lo argumentos, hubiera podido al menos preguntarte si tu también habías escrito un guión por si la vida nos hacia coincidir, para que al menos tú lo siguieras. Y yo… sólo me quedé ahí, jugueteando con los expedientes.Mientras, mi mente regresó a mis veinticinco, cuando nos conocimos y caí redondita ante tus encantos, tu voz tan varonil y tu sonrisa seductora, esa sonrisa que era casi un triunfo obtener de ti, pero que yo lograba provocar con mis tonterías. Simplemente no pude escapar y me enamoré.Vi el reloj, faltaban diez para las diez y cuando apenas venía a mi mente nuestra primera salida y el primer beso, apareció ella. Vestía de beige, un traje de dos piezas, sencillo; maquillaje discreto y una sonrisa nerviosa. Al verte se te fue encima, te besó efusiva y me dirigió un saludo cordial. Era de mediana estatura, delgada y de unos treinta años, le llevabas diez. Se veían bien juntos. Yo me preguntaba cómo la habías conocido, cuánto llevaban de novios y si ella sabría como te gusta que te acaricien, que te besen y que te despierten por las mañanas. Tomó asiento a tu lado y yo seguía entre mis papeles. Tú, te desvivías por atenderla. Decidí ignorarlos o, al menos intentarlo.Hubiera querido adelantar la ceremonia, pero decidí esperar a que dieran las diez. Comencé a recordar cómo nos hicimos novios, nuestras aventuras juntos, nuestras escapadas, los besos robados entre clase y clase y… La primera vez que hicimos el amor. Mi primera vez. Estuve ahí, en tu cama. Como un ave en su nido, como un felino en su madriguera. Me llevaste despacio, un paso, un beso, un beso, un paso. Fue un camino largo desde la entrada de tu departamento hasta la recámara. Y entonces poco a poco… Iba llegando a la mejor parte, cuando entró Norita, mi secre. Ya era hora.Entraron los testigos y dí inicio a la ceremonia. Lo más curioso es que mientras leía las constancias, no dejaba de pensar en el momento en que me colocaste sobre tu cama y fuiste desabrochando mi blusa, sin dejar de besarme. Primero, tus besos eran tímidos, tiernos y enseguida comenzaste a devorarme a placer, como un niño devora ansioso el pastel de chocolate que le fue prometido como postre. Y curiosamente yo me convertí en un pastel de chocolate que disfrutaba ser degustado. Correspondí a tus besos con la misma pasión, nos comíamos el uno al otro y te deje poseer mi cuerpo y mi alma al mismo tiempo. Me perdí en un grito de dolor que, segundos después se convirtió en un placer casi infinito. Como infinito era el amor que sentía por ti.Durante mucho tiempo, pasé noches enteras evocando tus dedos deslizándose suavemente por debajo de mi blusa, cálidos, suaves, traviesos, con un conocimiento perfecto de cómo moverse sobre mi piel. Nadie como tu para hacerme estremecer y gemir sin control.Me sentí poco profesional, en vez de concentrarme en mi trabajo, sólo pensaba en tus maravillosos besos, esos “besos caníbales” que me hacían enloquecer de deseo. Mordías de una manera especial mis labios, me dejabas algo adolorida y, ese dolor que duraba un par de días me ayudaba a recordarte hasta nuestro siguiente encuentro. Por mi título de abogada que esos quince años sin un beso tuyo se habían convertido en apenas quince minutos.En medio del protocolo de la ceremonia, caí en la cuenta de que no invitaste a nadie, al menos a nadie que yo conociera. Ninguno de tus grandes amigos estaba ahí, pero yo si. En aquellos años, muchas veces pensé en nuestra boda, y ese día ahí estaba yo, presidiendo como siempre, uno de los momentos más importantes de tu vida. No sólo estuve ahí cuando tu madre murió, también estuve en tu graduación y el día en que te notificaron tu beca a Inglaterra y también estuve en el aeropuerto para despedirte aunque por dentro me moría de dolor. Al ver elevarse el avión pensé si estaríamos juntos el día de tu boda.El destino tiene extrañas formas de cumplir lo que uno desea.Por un minuto, imaginé que interrumpía la ceremonia. Así como en las películas, en donde la protagonista secuestra al novio a la mitad de la boda y justo antes del fin te dicen que fueron felices el resto de sus vidas. ¿Y María? Hasta ese momento caí en la cuenta de que no noté ni el más leve titubeo de tu parte. Me tenías ahí enfrente, era yo la mujer que dijiste amar como a ninguna y a la que amarías por toda la eternidad. Tu atención era para ella, eras como cualquiera de los cientos de novios que había tenido enfrente en los últimos años. No podía creer que me vieras como a una simple funcionaria que cumplía con su trabajo.Mientras yo me moría de ganas de saber qué había sido de ti en todos estos años, parecía que hacía siglos que no pensabas en mi. Y si no pensabas en mi era porque no me extrañabas y si no me extrañabas era porque no te hacía falta, porque simplemente ya no sentías nada por mí.Cumple con tu deber Camila era lo que me decía, termina el trámite, que firmen y se vayan y a lo que sigue, tienes otra ceremonia a las once.Y así como ese día, estuve ahí y cumplí con mi deber, hoy estoy aquí haciendo lo que debo hacer. Leo tu nombre en la lápida y vuelvo a pasar por la misma sensación de hace veinte años. Igual que aquella mañana, se me vienen de golpe todos los recuerdos. Cómo olvidar el susto que me causaste al final de la ceremonia, justo antes de firmar, con la pluma en la mano, de pronto, me viste directo a los ojos y gritaste -¡No!-.El resto no es menester explicarlo, obvio tuve que dejar el empleo. Y sí, sí estuve ahí el día de nuestra boda.
Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos

Comentarios

  • Maria Fernanda Miraval: Tenia tiempo que no me acercaba al encanto de historias cortas, La Boda, es una historia con el sentir espontaneo de las vivencia del pasado y del presente. Me gustò mucho el manejo de los tiempos, viviendolos todos en un momento dado, mostrando que si existe el amor perene, y que es real con penas y gloria, felicidades por la naturalidad de la narración.

    Samuel
  • Tarde pero segura...
    Me parece uno de los mejores trabajos que he leido en este taller, no me parece lindo ni romantico y tampoco le falta profundidad, no es pepetitivo ni estas todo el tiempo con el yo, yo, yo. Es excelente, te felicito, es buena la historia, la narración, creo que es para gente inteligente... Y tambien tocaste punto que me duelen...
    Buen trabajo.
    Marina
  • Felicidades!!!!. Sería una excelente telenovela. Un inesperado final que deja satisfecho al lector.
    FELICIDADES!!!!!

    UN ABRAZO.
  • Me gusto mucho!!

    Exelente historia!!

    Muy conmovedora
  • María Fernanda:
    ¡Gracias! Ha sido uno de los textos que más he disfrutado leer. ¡Me sorprendió el final! Ya daba por perdido que ellos regresaran... aunque sí... me hubiera gustado saber cómo fue la reacción de ella (la protagonista), cuando él contestó que no se casaba. Bueno, pensándolo bien... fue mejor así porque echo a andar mi imaginación.
  • MA. Fernanda.

    De verdad, que estaba ya apunto de irme al final, me estaba muriendo de la curiosidad para ver el final, pero no me atravi asi pues que leei tu texto hasta el final, felicidades de verdad que lograste que me sintiera la protagonista de tu relato.

    felicidades.
  • ¡Excelente! me gustó cómo detallas la forma de enamoramiento. Todos esos detalles que, de alguna manera, algunas de nosotras lo hemos sentido y hecho. Realmente muy bueno, el final. Me gustó
  • ¡Hola! Ma. Fernanda, Me gusto mucho tu historia, realmente muy bien relatada, despertaste en mi la curiosidad y el final sorprendente. ¡Felicidades!
    Abril 2 2009
    Yolanda
  • Maria Fernanda,

    Escribes con pasión y a mi como lector me envolviste en el entorno y logre visualizar todo el escenario. Muy buen final.

    Felicidades
    Tania
  • EL ROMANCE JAMAS DEJARÁ DE SER UN EXCELENTE TEMA DE CONVERSACION. SOBRE TODO CUANDO PRESENTA CONFLICTOS. FELICIDADES.
This reply was deleted.