Escritoras 3.6.- AGRIDULCE

+ 3.5.- LAS SANDALIAS DE CALIXTO. 3.7.- CUANDO LAS AMIGAS SE DESPIDEN+ En el esplendor de su narrativa, MAYA nos presenta una gran historia+ Cómo una palabra, Agridulce, encapsula un momento que no se olvidaCasi 59 millones de mexicanos no habían nacido en 1968, año en que nuestro país tenía una población de 48 millones. Es decir, más de la mitad conocen los sucesos de Tlatelolco, Dos de Octubre no se Olvida, a través de la historia que no acaba de construirse y, por supuesto, de los relatos transmitidos de boca en boca. Sin embargo, pocas veces han tomado protagonismo principal los sentimientos interiores de dos adolescentes de Secundaria y Preparatoria de entonces, como Lucía y Horacio, que hoy lo adquieren gracias a Maya (Pérdidas y Hallazgos y, La Sentencia) en este trabajo del ejercicio YO ESTUVE AHI, del taller de Expresión Literaria AFLORA LA ESCRITORA QUE LLEVAS DENTRO. Maya es escritora per se, pero es en esta página de RETOS FEMENINOS y en este Taller, donde se está revelando. Ustedes que ya la conocen por sus dos trabajos anteriores, me dirán si no, ahora que lean:AGRIDULCEMayaEsa mañana de otoño, iniciaba como todos los días. Aunque Lucía, no podía imaginar que no sería como todos: la suave luminosidad del sol no dejaba lugar a la sospecha de un oscuro desenlace.Ella se levantó animosa y alegre como cualquier quinceañera, decidida a apresurar sus labores y ayudar más a su madre para conseguir el permiso de salir por la tarde sin problemas. Con actividad disimulaba el nerviosismo de su inquieto corazón, que deseaba apresurar el tiempo para ver otra vez al responsable de sus callados suspiros.Hacía más de dos mese que el revuelo había invadido la Secundaria, sobre todo su salón de tercero. Circulaban panfletos, rumores y opiniones encontradas de temas políticos, que antes no parecían preocuparle a nadie.De pronto las reuniones en la cafetería eran en voz baja, si algún profesor se acercaba, había que callar o cambiar de tema. Por eso se trasladaron al restaurante de antojitos cercano a la escuela, que era muy amplio y frecuentado también por jóvenes de la Preparatoria y hasta de la Vocacional, que, raramente, parecían ya no pelear entre ellos.Ahí se hablaba de muchas cosas como de la Liga 23 de Septiembre, de los sindicatos, los presos políticos, de la prensa vendida y de los errores y horrores del gobierno. Todos opinaban, protestaban, deseaban arreglar el país, exigiendo derechos que estaban en la Constitución.Lucía asistía una o dos veces por semana, primero por solidaridad con el grupo, luego, comprometida porque asombrada fue aprendiendo que existía un mundo de pobreza, injusticia y desigualdad, que nunca hubiera imaginado.Regresaba volando a casa, con la excusa de la biblioteca o el laboratorio, respaldada por su compañero Tavo, amigo y vecino de enfrente a quien había adoptado y protegido desde que entró a la Secundaria, un año más abajo que ella.Tavo tenía un hermano mayor, Horacio. Iba en tercero de Preparatoria y aunque sólo tenía 18 años, parecía un poco mayor, era muy serio, alto, delgado, de aire más intelectual que atlético, de facciones varoniles y gesto adusto con dos o tres cicatrices de acné, tal vez pudiera no ser actor de películas, pero Lucía veía mucho más en él.Lucía lo comenzó a tratar cuando entró a la Secundaría y le pidió prestados unos libros, descubrió que era un consumado lector y le agradaba su forma de ser. Ella devoraba los libros para tener pretexto de verlo más seguido. Él siempre tenía comentarios adecuados a cada obra y platicaban animados más tiempo. Así fue como quedó atrapada en su sonrisa franca, incitante y una mirada dulce escondida en sus grandes ojos café dorado, donde ella podía entrever una aventura al paraíso.Cuando él le sonreía, ella gozaba y sufría, luchaba por contener el desbocado galope de sus emociones y en el esfuerzo de disimular, murmuraba cualquier nimiedad y fingía prisa o interés por cualquier otra cosa.Tavo le comentó que Horacio tenía en su carpeta la foto de premiación del año anterior donde Lucía había ganado el 2° lugar en Natación. Que su hermano decía que era difícil ver a una atleta con tanto gusto por leer y además inteligente. Lucía no quería creerle, acusaba a Tavo de mentiroso e inventar chismes para molestarla, de seguro que por ser mayor, Horacio tendría dos o más novias en la Prepa, lo que en verdad la entristecía, aunque nunca lo confesara a nadie.Últimamente, Horacio tenía que llevar a su hermano menor con él, si quería obtener permisos de salir por las tardes y Tavo, para no aburrirse de pelear con Horacio, invitaba siempre a Lucía.Desde la primera vez que ella escuchó a Horacio hablar en el improvisado estrado de una plazoleta, quedó convencida de todo cuanto él decía.Su figura espigada, de movimientos firmes y la fuerza de su voz, proyectaban la seguridad de un líder que transmitía con pasión sus ideas a los ahí reunidos, quienes aplaudían y le apoyaban. Otros oradores intervenían, se formaban comités, pliegos petitorios mientras Lucía y Tavo ayudaban a elaborar cartulinas o repartían volantes para la próxima reunión.Al entrar la noche regresaban, disimulando tranquilidad y en el acuerdo tácito de no comentar lo sucedido y dispuestos a preparar la siguiente salida.Esa mañana, mientras Lucía arreglaba el patio de atrás y las jardineras del frente, ansiaba sólo salir a compartir la tarde con él y el grupo del comité. Creía como los otros idealistas que se podía arreglar la situación del país, que ellos tenían que luchar y defender los derechos del pueblo, creía en la justicia, pero sobre todo creía en Horacio y disfrutaba de su cercanía, verlo, escucharlo, caminar a su lado, aun con su hermano, era todo lo que pedía su amor callado y lo disfrutaba feliz.Después de comer y ayudar a su madre, se arregló para salir, dieron las cuatro y cuarto pero Tavo no llegaba, esperó un rato más y poco después de las cinco, cruzó la calle para preguntar qué pasaba. Estaban unas personas de visita y Tavo tendría que acompañar a su mamá, pero Horacio aprovechó de inmediato para decir que se tenían que entregar unos libros a la biblioteca y de paso recoger unos pagos de facturas que le había encargado su papá y para no ser grosero, salió de inmediato a “acompañar” a Lucía.Contentos de salirse con la suya se encaminaron a la avenida, para hablar por teléfono y ponerse de acuerdo, Horacio quería localizar a los del comité pero ya nadie respondía en ningún número, lo más seguro era que todos su hubieran ido rumbo a Tlaltelolco.Estaban retrasados casi dos horas.El tránsito era pesado, con muchas desviaciones y no había forma de llegar a la Plaza de las Tres Culturas por la calle de Lerdo. Horacio decidió tomar la avenida Insurgentes y estacionar el carro frente a los primeros edificios de la unidad habitacional, para continuar por los andadores y llegar más rápido.Encontró lugar por la calle de Manuel González, habían caminado menos de una cuadra, cuando vieron venir en dirección a ellos a dos policías. Horacio tomó a Lucía por la cintura y la besó en la mejilla, para decirle al oído:--Tranquila, fingimos ser novios, sígueme la corriente.Él continuaba besando su cara, los policías les cerraron el paso, increpando: ¿A dónde van? Lucía quedó paralizada, Horacio, tranquilo, explicó que era mensajero, e iban a entregar unas facturas a una oficina cercana, mostró los papeles del folder y dijo que tenía que llegar antes de que cerraran. Los uniformados, le miraron con sorna, y en tono de burla, dijeron “Pos apúrenle, no los vayan a regañar en su casa, más les vale irse derechito… y con cuidado….” haciéndose a un lado continuaron desganados su camino.Horacio continuó besando dulcemente la cara de Lucía, por unas cuadras más, de pronto se detuvo y ofreció disculpas, explicando que era un delito ser “estudiante” porque los policías la traían contra todo aquel joven que vieran con libros bajo el brazo.Se detuvieron en la avenida Guerrero donde les informaron que ya casi todos estaban en la plaza, pero había muchos policías y granaderos que ya no dejaban pasar.Horacio y Lucía, intentaron llegar a Lerdo, para ver como podían meterse al mitin, cuando escucharon disparos y, al momento se detuvieron.-- ¿Son disparos, Horacio? Qué pasa?-- No sé, no lo creo, parecen “cuetes o palomas” ¿disparos? Cálmate Lucía, lo malo es que ya es tarde… si hubiéramos llegado temprano con los del comité… ya ni modo… ¿y eso?-- ¡Cuidado! esos si son disparos, y están aumentando los gritos, ¡ya nos fregó el gobierno! No es justo tratar así al pueblo…. No es justo!-- Ay Lucy, mejor hubiera venido yo solo, ¡dame la mano y córrele! Ven, por este andador salimos directo, otra vez a Guerrero, ni modo, algo salió mal, ¡córrele! ¡No te detengas!Lucía, no entendía nada, la felicidad de esos besos, su abrazo, primero el cielo, luego el miedo paralizando su espalda, las miradas lascivas de los policías, las prisas, disparos, gritos… las explicaciones ingenuas de Horacio, todo era confuso. La tensión flotaba en el ambiente, de pronto esa gente corriendo, eran muchos por todos lados, venían de la plaza, o tal vez no llegaron allá, igual que ellos, el ruido iba creciendo, los gritos y disparos aumentaban, ahora se identificaba la ráfaga de ametralladoras. No, no podía ser cierto.Pero sí, sí lo era, ella sentía la fuerte mano de Horacio alderredor de su muñeca, jalando, obligándola a correr sin permitirle parar, hasta que de pronto, la detuvo en seco y empujó sus cuerpos al piso, junto a una valla de arbustos.--¡Ssshhh, ahí vienen los malditos granaderos, no te muevas!Y Horacio la cubrió con su cuerpo. Los minutos se arrastraron en la eternidad del miedo y con la boca seca por la angustia vieron pasar a gran velocidad dos camiones por la avenida Guerrero, eran las “Julias” repletas de granaderos; doblaron en Lerdo a la izquierda, luego dos camiones más a menor velocidad, ya había más gente, el caos era mayor, todos presa del pánico, gritaban consignas al paso de los granaderos, el último camión iba muy lento, comenzaron a lanzarles piedras y los gorilas uniformados respondieron con disparos, así la confusión se tornó en tragedia… En unos segundos se volvió un campo de guerra. Era la más absurda de las pesadillas y, por desgracia, era realidad.Horacio se dio cuenta que podían huir por el otro extremo, mientras los granaderos atacaban a los indefensos que pretendían hacerles frente, Se arrastraron otro tramo detrás de los setos y luego corrieron una, dos, tres cuadras, alejándose lo más posible de la unidad habitacional, se sentaron un momento y vieron como los granaderos rodeaban y cerraban toda la unidad, había que salir de esa zona lo más pronto posible, iban a entrar en una tienda, pero se los impidieron y bajaron la cortina de golpe.Lucía recuperó el ritmo de la respiración un poco, mientras su miedo aumentaba, sin poder controlarse más, dejó salir un llanto de angustia. Horacio la abrazó, fue cuando ella se dio cuenta que él estaba sangrando de un brazo.--¿Estás herido? ¡Oh Dios! ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo fue? ¿A qué hora? ¿Por qué no me dijiste? Déjame ver, son dos heridas, creo que has perdido mucha sangre, ¿cómo la podemos detener, tenemos que hacer algo pronto, conseguir ayuda.--Cálmate, Lucy ha de ser un rozón, seguro fue una bala perdida, no te apures, no duele mucho, lo importante es que tú estás bien. Aquí está mi cartera, fíjate cuánto traigo, para ver si tomamos un taxi, no supe a que hora se me cayó el reloj, debe ser tarde.--Si, eso, un taxi, yo también traigo dinero, lo de menos será pagarlo en casa, el problema es dónde vamos a encontrar un maldito taxi, si cerraron calles y avenidas.--¿Maldito? Lucy, ¿estás enojada? Nunca te había oído hablar así, no te preocupes, caminemos hacia el otro extremo, hemos de encontrar ayuda en algún lado.--Disculpa, no estoy enojada, a lo mejor asustada y también preocupada por ti, deja envolverte el brazo con mi suéter, porque si nos ven con sangre, menos nos van a querer llevar. Anda, así, ¿no esta muy apretado? Vamos.Caminaron lento, con mucha dificultad, ella casi cargaba el peso de Horacio, que con mucho esfuerzo trataba de mantenerse en pie, apoyado en ella. Lucía temblaba, cansada, en una colonia desconocida, perdida en calles oscuras, vacías, con tiendas cerradas, ventanas apagadas, parecía un desierto… y ella desesperada queriendo gritar por ayuda. Horacio sintiéndose más débil, se disculpaba, por haberla expuesto y repetía que todo terminaría bien, con un buen regaño de las familias y un escarmiento para la próxima vez que salieran, si ella no estaba enojada con él.Lucía no estaba enojada, estaba angustiada por él, notaba el suéter, que cada vez más empapado de sangre, se aflojaba y no hacía presión. Horacio tenía suelto el brazo y seguro que si no le dolía tanto no era buena señal. ¿Cómo detener tanta sangre?Se tuvieron que sentar en la banqueta porque Horacio, desfallecido, no podía caminar más, estaba demasiado pálido y respiraba con dificultad.-- Lucy te quiero decir algo, pero promete que no te enojarás conmigo. Solo déjame hablar, mientras puedo. Siempre quise darte un beso, pero no me atrevía a decirte cuánto me gustas, no, no digas nada, déjame hablar, por favor, el primer beso fue sólo para despistar a ese par de policías, pero los siguientes no los pude evitar, porque tenía mucho tiempo guardándolos, ya no pude contenerlos ¿Me perdonas?--Ya no sigas, claro que te perdono, y por favor no sigas hablando trata de respirar. Anda, haz un esfuerzo, tenemos que encontrar un doctor o alguien que nos ayude, claro, yo también te quiero, pero después hablaremos de eso. ¿Qué avenida es esta?--No sé tal vez calzada San Simón o San Joaquín, creo que estoy medio perdido, ¿cómo pude exponerte así? Nunca imaginé que esto pudiera pasar, soy un torpe.-- Ya Horacio, lo que importa es que estamos juntos, mira, ese anuncio de “Doctor” esta prendido, a lo mejor hay alguien, Dios quiera que abran la puerta.--Lucy promete que nunca me vas a dejar, promételo, por favor, yo te quiero tanto… tanto…amor….--Horacio, claro que nunca te dejaré, juro que siempre has estado en mi corazón, por favor si me quieres haz un esfuerzo, camina un poquito más.--Si señora, buenas noches, ocupamos al doctor, es muy urgente, por favor, apúrese, está muy enfermo. Gracias, si doctor, fue una bala perdida, no, no supimos qué pasó, íbamos caminando rumbo a Tlatelolco, pero no nos dejaron pasar los granaderos. No, yo estoy bien, es la sangre de él con la que manché mi ropa. Sólo quiero un poco de agua, por favor y si me deja hablar por teléfono a nuestras casas, pero antes dígame si va a estar bien ¿no es grave, verdad? Por favor, doctor, dígame que él va a estar bien.Una hora más tarde, llegaron a esa pequeña clínica los padres de Horacio preocupados y los de Lucía enojados. Horacio tenía inconsciente dos horas, no hubo manera de conseguir ambulancias esa noche, ni el día siguiente, el médico aconsejó dejarlo en observación 72 horas antes de trasladarlo.Lucía fue a verlo cuatro días después al Hospital donde sus padres lo habían internado. La madre de Horacio, triste, pero agradecida con ella, le informó que seguía en coma y los médicos no daban un informe exacto de la situación, sólo decían que había que esperar.Al hospital, fueron varios compañeros y algunas muchachas de visita, la mamá de Horacio preguntó a Lucy si ella sabía cuál de las chicas sería su novia, ya que Horacio nunca había dicho nada al respecto. Lucía contestó que según había dicho Horacio, él no tenía novia.Tavo hizo jurar a Lucy que no diría nada de las famosas reuniones, mucho menos de lo que había sucedido esa tarde, sería un secreto de ellos tres. Lucy aceptó, guardando su nuevo secreto sólo para ella y Horacio, las tardes en que pasaba a visitarlo un rato.Tres meses después, los padres de Horacio, fatigados seguían esperando que saliera del coma, Tavo se volvió triste e introvertido. Lloró mucho cuando Lucía fue a avisarle que cambiarían a su padre a la sucursal de Panamá y saldrían del país en dos semanas, Ella solicitó a la mamá de Horacio el suéter, que aunque manchado lo quería conservar de recuerdo, ya que era un regalo tejido por su tía favorita, que había fallecido tiempo atrás.Lucy, esperaba atenta la hora en que la madre salía del hospital para ir a atender la comida en su casa, entonces ella entraba y permanecía 40 minutos a solas con él. Pudo entonces decirle todo lo que siempre había deseado, confesó por fin su amor platónico, expresaba su alegría-dolor, llenando su cara de besos, y lágrimas, Veía la hora y salía veloz, con el corazón oprimido. Deseando que todo desapareciera y pudiera permanecer ella sola junto a él, para no soltar su mano, velar su sueño y estar atenta cuando abriera sus ojos de miel.Cinco años después regresó a la casa de Horacio, pero ya no vivían ahí. Trató de averiguar, pero nadie supo informarle acerca de la familia. Sólo su intuición aferrada a la necedad, se negó a creer que había fallecido. Decidió llevarlo siempre en su corazón y seguir adelante, con la lejana esperanza de que algún día sus destinos se volvieran a cruzar, para revivir la dicha agridulce de su amor fugaz.Hoy, 40 años después, como cada Dos de Octubre, vuelve a releer el viejo libro de mitología griega, que nunca devolvió a Horacio y conservó en un pequeño cofre, arropado en aquel suéter, en su caja de tesoros personales.Cuando Lucía enviudó, colocó el cofre sobre su buró e inició la costumbre de abrirlo cada Dos de Octubre, en la tarde noche. Lo desenvolvía, contaba en voz alta la historia, siempre igual, sin cambiar detalles, luego leía y lloraba hasta que sus ojos se rendían hinchados al sueño, se quedaba dormida con el libro en su regazo y cobijada con el suéter que había cubierto a Horacio, imaginando que los brazos de él la cubrían a ella.La primera vez que su hija habló mal de los sucesos de Tlatelolco, ella le mostró, su cofre y contó emocionada la historia. La hija se casó tiempo después. Hoy Lucy vive sola y continúa con su ritual cada Dos de Octubre. Se arregla temprano para recordar y volver a vivir el día más feliz y más triste de su vida. Ya no cuenta la historia, sólo dice los diálogos y dice de memoria ese libro que ha aprendido durante estos años.Yo la he escuchado siempre, confirmo que nunca ha cambiado su amor y soy testigo de que ella nunca lo ha dejado, hizo su vida. Le esperó con paciencia y siempre lo llevó en su corazón, sin traicionarle jamás, ni aun en los años de casada. Ella tenía que hacer y continuar la vida, pero lo de Horacio, era más grande, era su amor ideal y, el ideal es para siempre.Yo soy fiel testigo, porque estuve ahí. Soy lo poco que queda del suéter de Lucía.
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Comentarios

  • Hola Maya:

    sin lugar a dudas tu escrito es bastante bueno, quiza difiero un poco de la opinion de Diego, puesto que a mi me parece algo amielado, pero eso no creo que le reste mérito a tu trabajo. Las criticas por lo regular siempre han tenido una tendencia favorable, y se nota que has pulido mucho tu estilo... te felicito, pero me salta una duda ¿Es un hecho fortuito o libre elección el que tiendas hacia los temas de época? Es una lastima que el taller sea anónimo, porque me encantaria saberlo.

    Hasta luego

    Kennia
  • Felicidades, de lo que estuve revisando, tu titulo me atrapó, me gustó el desarrollo y desde luego el remate final del texto, de los que revisé este mes, dfinitivo me quedo con esta idea de que yo tambien estuve ahi,
  • NUNCA HABIA COMPARTIDO MIS TEXTOS CON UN ANTIGUO PROFESOR, Y ESTOY SORPRENDIDA QUE POR PRIMERA VEZ NI ME CRITIQUE, COMO SIEMPRE LO HACIA, GRACIAS PROF. DIEGO PÓR ESTAS PALABRAS, VALIO LA PENA, INVITARLO A LEER ESTA REVISTA. ESTE CURSO ME HA PERMITIDO TANTAS COSAS.... OJALA QUE TODAS LAS QUE DESEEN, PUEDAN PARTICIPAR... EN LA OPORTUNIDAD QUE MEMO NOS BRINDA. BYE!
  • HOLA ATODOS Y TODAS, BUENAS TARDES, POR FIN UN POCO DE TIEMPO PARA LEER, ANTE TODO AGRADEZCO SUS AMABLES COMENTARIOS, SI, DIEGO MARTINEZ, ERES OBSERVADOR, LA SENTENCIA Y UN CUENTITO BREVE DE PERDIDAS Y HALLAZGOS, NO SE COMO TE GUIAS PARA IDENTIFICAR EL ESTILO, ADEMAS TIENES RAZON, EN SOSPECHAR, PORQUE YO CREO QUE UN ESCRITOR NO PUEDE BASARSE SIEMPRE EN SU HISTORIA PERSONAL PERO... TAL VEZ, ..... SI PUEDO SER EL SWETER, JA, JA, ,,, BUENO LA LITERATURA, ES IMAGINACION, VERDAD?' Y LA FICCIÓN ES MODIFICAR UN POCO LA REALIDAD,,.... GRACIAS POR LEERNOS Y POR SER TAN SAGAZ, ! HASTA LA PROXIMA,
  • Maya, eres la autora de la sentencia? verdad? tu estilo es fluido, cuidas detalles de repetición, y me agrada que no usas la cursileria, tu texto me parece realista, una anecdota creible, expresada de forma clara y concisa, el final merece un doscientos!!! y me gustó que nunca se volvieran a ver tus personajes, eso hubiera sido un lugar común en el que caen muchos escritores, que bueno que no manejas el amor en forma trillada.
    no se si sea una experiencia personal, pero me da la impresión que tienes mucha capacidad para crear historias, te felicito y agradezco tu estilo,variado, no pegado a la caja de klennex, sino sosrprendente.
    Esperaré tu próxima participación de las más rescatables de este espacio.
  • ES UN TEMA DOLOROSO PERO SIGUE SIENDO APASIONANTE, ME GUSTO MUCHO PERO SABES QUE ME GUSTO MAS MAYA ???

    EL FINAL.......
    ES ESTUPENDO.....
    EN VERDAD, FELICIDADES !!!
  • Un millon de felicidades, fue doloroso, pero a la vez, tienes un tesoro muy grande, el amor, cuando uno es adolecente, es amor puero y sin maldad, lo que paso en el 68 fue espantaso, y muy terrible que dejo marcaa la vida de mi páis, y de muchos mexicanos, que recordamos todavia esa matanza, pero creo, que el recuerdo que tienes es aun más grande y hermoso el amor.
  • felicidades un escrito muy bien narrado yo no estuve ahi pero mi esposo me cuenta todo eso el era pequeño pero causo gran revuelo y con esto hiciste que recordaramos lo que aun se dice cada que pasa un año mas.
  • Felicidades Maya, con tu estilo, hablando desde los objetos!!!
    Una historia muy conmovedora y dificil entre otras miles que generó tal masacre.
  • Una muy tierna historia de un primer amor, enmarcada muy vívidamente en un hecho real. Me gustó el cierre, con la narración de un objeto inanimado que cobra vida siendo testigo de la vivencia.
    Muy conmovedor y tierno relato, felicidades.
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