EN EL MUSEO JOSÉ MARÍA VELASCO

En el museo José María VelascoMartha Chapa¡Imagínense! Una exposición de mis paisajes en el Museo José María Velasco, ubicado en la ciudad de Toluca ¡Qué atrevimiento!, ¿verdad? Una experiencia reciente que me llenó de enorme satisfacción, además de que representa un enorme privilegio pues coincide con el 40 aniversario de mi trayectoria profesional en las artes plásticas.Confieso, en primer término, que soy una admiradora de ese insigne artista mexiquense, cuyo talento y fina sensibilidad han iluminado y enriquecido el acervo artístico y cultural del mundo, para orgullo de México.Así que en esta ocasión quise presentar una muestra que fuera más allá de lo convencional, pensando justo en rendirle tributo al genio plástico de ese destacado naturalista, quien nos legó tan imponentes y minuciosos estudios pictóricos del valle de México. La conformé con piezas que se inscriben en el género del paisajismo y que he ido trazando a lo largo de mi vida profesional. Debo aclarar que es la primera vez que hago una selección de esas características, pues nunca antes había concebido una exposición de este tipo. Se trata, entonces, de 40 obras que captan esos paisajes tan nuestros, los cuales constituyen un factor esencial en la construcción de nuestra identidad cultural.Son paisajes diversos que he conocido y apreciado en mis recorridos a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional. Algunos pertenecen a mi tierra natal –de manera especial aquellos que evocan ese icono norteño que es el Cerro de la Silla, aunque también los que reproducen otras imponentes elevaciones de Nuevo León–, mientras que otros muestran montañas de otras diversas regiones del país. Sentí especial gusto al mostrar esos míticos volcanes que son una referencia en el centro de la República: la Mujer dormida y el Cerro que humea, es decir, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, tan hermosamente asentados en tierras mexiquenses.Desde luego, ofrecí disculpas por la osadía de presentar tales paisajes en el espacio propio del maestro Velasco, sin duda el súmmum del paisajismo mexicano. Aclaré que precisamente quise ofrendarle mi obra a ese enorme artista de fines del siglo XIX, a quien tanto admiro, además de que busqué imprimirle un sello renovador a mi exposición, tras cuatro décadas de pintar de manera incesante en la búsqueda de ser congruente con mi inspiración y mis convicciones.Justo cuando estaba ahí, en las hermosas instalaciones del museo –una casona del siglo XVII, reconstruida con rasgos decimonónicos–, cruzaron por mi mente todos esos años, todas esas manzanas, todas esas pinturas que se perfilan en mi obra, en el intento y afán de dar, servir y aportar mi granito de arena para bien de nuestro México.El acto de inauguración estuvo presidido por un destacado grupo de funcionarios del gobierno del Estado de México, de manera destacada Carolina Monroy del Mazo, secretaria de Desarrollo Económico; Alberto Curi, secretario de Educación, quien asistió en representación del gobernador Enrique Peña Nieto; Agustín Gasca Pliego, director general del Instituto Mexiquense de Cultura, así como Leticia Gaytán, directora del magnífico museo José María Velasco.Al final llegué a la conclusión de que el tiempo todo lo depura, todo lo coloca en su lugar, permite ver con más claridad y rescatar lo bueno, y a veces –créanme–, siento que lo multiplica. Hoy más que nunca pienso en la urgencia de elevar nuestras voces en un canto cotidiano afín al espíritu, a la creación, al esfuerzo de alcanzar los grandes ideales de la humanidad y de México, nuestro país, que ahora atraviesa por momentos difíciles. Los invito a conseguir juntos el saber, la prosperidad y especialmente la paz, en la certeza de que el arte y la cultura son ese bálsamo renovador para sobreponernos ante cualquier adversidad.
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