El gato en el jardín

No están para saberlo, pero hace muchos años tuve un gato, creo que debí de andar rondando entre los cinco y los seis años cuando cierta noche encontramos a un gatito callejero escuálido arrinconado a un lado de las llantas del tráiler que mi padre conducía por aquellos ayeres. Alguien que por acá haya pasado en épocas decembrinas, debe saber que el clima es tremendamente frío en ese tiempo. Tuvimos que llorar y patalear para que mi madre, uno de esos seres anti-felinistas que pululan por el planeta, nos permitiera llevarlo a casa, tras la promesa de encargarnos totalmente del minino. Durante los días siguientes, fue un rosario de deberes para poder conservarlo: ponerle manteca en el cuerpo para tumbarle las pulgas, desparasitarlo y sonarle el periódico en la espalda cada vez que intentara hacer sus gracias dentro de la casa, obre Dios que alimentarlo, darle de beber y estar al tanto del pequeñín también eran parte de esos deberes, que terminé haciendo yo sola, puesto que mi hermana pronto encontró un nuevo pasatiempo que no soltaba tantos pelos, así que Pulgoso, como lo bautizamos, terminó por ser única y exclusivamente mío.Tener un gato tenía sus ventajas: no solía repelar cada vez que yo intentaba ponerlo igualito al gato de la película, ese que tenía botas y capa. Podía pasar horas echado sobre mis piernas escuchando lo que le leía y jamás, nunca, dió una opinión contra mis gustos literarios como sí lo hacían mis docenas de primos, que en cuanto me veían el librito en la mano, huían despavoridos de mi presencia. Sin temor a equivocarme, Pulgoso era mi mejor amigo. Pero como suele suceder, la circunstancia fortuita obra en la vida de todos, y un día, casi tres años después mi bello gatito callejero amaneció muy enfermo, volvía el estómago terriblemente y se negaba a comer o beber algo. Mi abuelo que algo sabía acerca de animales me confirmó lo que ya sospechaba "Tu gatito esta envenenado, m´ijita, ya se está muriendo". Esa misma tarde, mi Pulgoso se iba al otro mundo, qué se yo, a alguna clase de paraíso para gatos, lleno de bolas de estambre y ratones que cazar... el paraíso de los gatos es, seguramente, el infierno para los ratones.Como pude, escondí bajo la cama del abuelo el cadaver de Pulgoso envuelto en el suéter uniforme de la primaria, mientras maquinaba algo para evitar que mi madre lo tirara a la basura sin ninguna consideración, si se le puede llamar pensar a lo que hacía entre sollozo y sollozo. Salí al patio en donde uno de mis primos jugaba a los penales azotando su balón de futbol contra la barda de Doña Juanita pero que pocos segundos después se sentaba a un lado de mi intentando consolarme.-- Uhhh... ¡Pos no seas mensa! Si no quieres que tiren al Pulgoso a la basura, hay que enterrarlo antes de que tu mamá llegue. Orita mismo voy a la tienda a comprar una cajita donde quepa, la arreglamos bien y ahi lo metemos. Tú mientras ve pensando ónde lo vamos a enterrar.La respuesta me entró como un rayo de luz al cerebro. Al final del patio casi totalmente cubierto de cemento, había un espacio el cuál mi abuela María había designado para plantar sus rosas, hasta recuerdo bien de qué clase eran, Príncipe Negro, que no sé por que se llaman así si su color es nomás rojo muy oscuro... sus muy amados rosales a los que les platicaba cada que salía a regarlos. Sin lugar a dudas, no había lugar mas digno de servir de campo santo para mi gato que los rosales de la abuela.Algunos mas de mis primos se unieron a la faena: unos provisionaron el ataúd de Pulgoso, otros estaban ocupados dibujando la hoja que serviría de lápida, y los últimos, pintando y armando una cruz de palitos de paleta, para alejar al diablo si intentaba llevárselo. Pero Pepe y yo éramos los encargados de cavar la fosa. En cierto momento, una voz llena de "jijos de su re-madre" interrumpió mi dolorosa tarea. Era mi abuelita, a sólo un paso del infarto cuando me encontró sacando de raíz algunos de sus rosales que "estorbaban". De las "puras orejas" me levantó del suelo, con su delantal me limpió la cara chamagosa y me pidió una explicación a mi detestable conducta. Ni siquiera me dejó terminar, y lo que parecía iba a ser un castigo de antología, se convirtió en... algo que no sé definir.La abuela se hincó en el suelo y levantó sus rosales maltrechos del piso, acercó un par de macetones cuyos inquilinos se habían secado para transplantarlos, y nos ayudó a terminar de cavar la fosa para Pulgoso, buscando, creo yo, que no termináramos con todas sus amadas plantas. Ella misma nos acompañó en el funeral de mi gatito y me tomó de la mano para que entrara a la casa cuando ya todos se habían ido a ver la televisión y en la cocina me dió un vaso de leche y un pan, mientras me repetía que de lo del suéter que servía ahora de mortaja gatuna, no diría una palabra.Anteayer, 17 de noviembre a las doce del día, deseaba dentro de lo mas profundo de mi corazón que me diera un abrazo y me ofreciera un vaso de leche caliente con pan, para ver si tenían el mismo efecto paliativo para mi cuerpo y para mi alma, si del mismo modo en que hace mas de 20 años me hicieron sentir mejor, lo harían ahora que de quien me despedía no era de una mascota, sino de ella, de mi abuela María de los Ángeles, quien había cumplido su ciclo en este mundo y abría las alas para volar a las estrellas.

Si yo me olvidara de lo verdadero,si yo me alejara de lo más sincero,tus ojos de cielo me lo recordaran,si yo me alejara de lo verdadero.Ojos de cielo.Si el sol que me alumbra se apagara un díay una noche oscura ganara mi vida,tus ojos de cielo me iluminarían,tus ojos sinceros, mi camino y guía.Ojos de cieloGrupo Sombras
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Comentarios

  • Al igual que tu, yo tambien fui bendecida con una abuelita maravillosa a la que aún extraño mucho, mi mas sentido pésame yo sé lo que es dejar de ver y sentir a una abuelita como la tuya.
  • ME ECANTO, GRACIAS POR COMPARTIRLO CON NOSOTRAS. UN ABRAZO Y QUE RECIBAS EL CONSUELO DE DIOS.
  • Yo creo firmemente en que ella esperarà por ti, con el mismo amor de siempre y cuando esten reunidas nuevamente serà para toda la eternidad formando una familia llena de amor.
    Es mi deseo que sientas el consuelo càlido y tierno del amor de cristo en tu corazòn.
    Recibe un beso.
  • HOLA KENNIA:

    Mi más sentido pésame por la pérdida de tu abuelita. Apóyate en Dios nuestro señor quien es el único que nos ayuda a que venga la resignación. Recibe un abrazo muy fuerte y mi apoyo incondicional.
    Que en paz descanse tu abue.
    Saludos.
  • Hola Ana siento mucho tu perdida y te acompaño en tu dolor, hace casi 14 años perdi a mi abuela paterna, casi casi como mi madre, ella me crio, a los 40 dias de nacida mi mama me dejo al cuidado de ella, y fue como mi mama de hecho yo siempre le dije mama y a mi mama le digo mamy, pero tuve una relacion muy especial con ella, siempre vivio con nosotros y siempre me decia que yo era la consentida . Me queria tanto, y yo a ella era mi adoracion, me consentia mucho, a tal grado, que si mi mama me regañaba, o me pegaba, mi abue, le dejaba de hablar, se indignaba tanto, y se iba a su casa por unos dias muy enojada , y luego que se le pasaba el coraje, volvia como si nada, mi mama no podia creer que me quisiera tanto, y cuando se enfermo mi mama y yo la ibamos a cuidar era la mas feliz cuando yo llegaba se le iluminaba el rostro cuando yo llegaba y se deshacia en cariños conmigo, fue una persona poco comun era muy celosa conmigo, no queria que yo tuviera amigas ni que me saliera , pues decia que me podia pasar algo , fue maravillosa conmigo desde que naci, cuenta mi mama que yo era muy llorona y no me calmaba con nada ni con nadie, pero en cuanto ella me cargaba , inmediatamente yo dejaba de llorar,... No sabes cuanto la extraño, era todo para mi, cuando ella fallecio, yo ya estaba casada y ya habia nacido mi hija mayor, pero igual sufri mucho,y le agradezco a Dios por haberme mandado a esa personita tan especial, que sigo queriendo y extrañado tanto, yo sentia que no podia superar su perdida, pero Dios que es tan misericordioso, me ha hecho entender que ella siempre estara conmigo y que un dia la voy a volver a ver de nuevo.
  • An Kennia, sé que cuando uno sufre la pérdida de un ser querido, no hay palabras que puedan aliviar esta pena, solo nos sirven de consuelo recordar (como tú lo has hecho) las vivencias y las hermosas cosas que compartimos con esos seres maravillosos que compartieron su luz con nosotros, recuérdala así, recuerda los dulces y maravillosos momentos que vivieron y que hicieron de tí la maravillosa persona que eres; estoy segura que desde el cielo, donde ella está se sentirá feliz de que la recuerdes así.
  • Ana Kennia:
    hace muchos años, siendo adolescente sufrí la pérdida de mi abuelito. Al igual que tú tengo mis historias que contar. Sin embargo, prefiero darte ánimo y decirte que vivas tu período de duelo como corresponde, no te reserves nada. Y lo más importante es que estés convencida que dondequiera que ella esté, siempre estará bien.

    Lamento mucho tu pérdida,
    Saludos
  • Querida Ana Kennia:
    Tu querida María de los Angeles te acompañará cada día de tu vida, porque tienes tanto de ella.... tanto que al leerte recordé lo mucho que mi querida Adelina nos dio a mis hermanos y a mi. Por experiencia, la vas a llevar dentro de ti, verás.
    Mucho ánimo amiga.
    Un abrazo y mi más sentido pésame.
  • Ana Kennia...

    He leido casi la mayoria de tus blogs, no te he dejado ningun comentario, pero siempre me han dejado algo positivo... con lagrimas en los ojos te digo que no me esperaba este final en tu blog...yo pase por lo mismo hace 16 años con mi abuelita paterna a la que adoraba, respetaba y admiraba y me hiciste recordarla.

    Solo te puedo decir que espero que pronto Dios nuestro Señor te mande la resignación a ti y a toda tu familia y que tu abuelita vivira por siempre en tu corazón mientras tu no la olvides.

    Recuerda que la vida es corta y ella nos anuncia con su muerte lo frágil e indefinible de la existencia.

    Un fuerte abrazo y un beso.

  • A la muerte de mi madre mi hermana mayor y yo, tuvimos q estar a cargo de mi abuelita paterna por q teniamos 5 y 10 años respectivamente.
    Con tu relato me hiciste recordar vivencias vividas con ella y tmb con mi gato blanco -pelusa- q en ese momento en q yo estaba tan suceptible, era quien me acompañaba.
    Yo, al igual q mis compañeras q han comentado, no esperaba tan fuerte final del relato...Estoy contigo en tu dolor Ana Kennia, te mando un abrazo bien fuerte para reconfortarte un poquito.
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