EDUCAR LA SEXUALIDAD

Una de las principales razones por las cuales los padres y las madres evitan hablar sobre sexualidad con sus hijas e hijos es la creencia de que entre más sepan del tema mayor será su curiosidad de explorarla y el deseo de comenzar una vida sexual activa. Lo cual es un mito.

          Los estudios en el tema concluyen justamente lo contrario, es decir, que las niñas, niños y adolescentes con mayor información y educación de su sexualidad, suelen comenzar su actividad sexual más tarde que las y los que tienen poca formación en el tema.

          La sexualidad es inherente al ser humano. Nacemos sexuados. Educar la sexualidad consiste, entre otras cosas, en identificar y comprender las sensaciones, en conocer el propio cuerpo, su funcionamiento y su conducción; y cuando digo cuerpo me refiero no solo a su aspecto físico sino también al psicológico, afectivo, social, ético, etcétera.

          Los padres, familiares, el profesorado y demás adultos que participan de la formación de niñas, niños y adolescentes, tienen como una de sus múltiples responsabilidades ayudarles a comprender y manejar su cuerpo de manera sana, adecuada, placentera.

          La educación de la sexualidad debe ser un proceso constante. Una función permanente en la agenda parental.

          Hace algunas décadas, cuando por primera vez comenzó a ponerse el tema de la reproducción en los libros de texto, los adultos se escandalizaron y los quemaron en protesta.

          En octubre de 2009, integrantes de organizaciones de la sociedad civil también se manifestaron quemando textos del primer grado de secundaria, de biología de la Secretaría de Educación Pública, en plena Plaza Pública de León, Guanajuato, debido a la información que contenían sobre temas tales como, anticoncepción, equidad de género, entre otros.

          No cabe duda que los adultos solemos ir a la zaga de las nuevas generaciones. Las niñas, niños y adolescentes saben más de la sexualidad de lo que queremos reconocer. Entonces hacemos de esto una caricatura: cuando pretendemos enseñarles acerca de la constitución genital ellos ya exploraron el propio cuerpo y curiosearon el del otro sexo; cuando pretendemos enseñarles acerca de la reproducción humana ellos ya vieron más de algún video en las redes sociales o en algún programa de televisión; cuando pretendemos enseñarles métodos anticonceptivos ellos ya tuvieron su primera relación sexual; cuando queremos hablarles del amor y el enamoramiento ellos ya se enamoraron y desenamoraron en repetidas ocasiones… Cuando les enseñamos sobre la prevención del abuso sexual más de alguna/alguno ya fue o está siendo abusado o está abusando.

          Al obturar la educación sexual infantil y adolescente, no solo los desprotegemos, sino que también dejamos de cumplir con nuestro rol de formadores y guías, al mismo tiempo que violamos sus derechos sexuales y reproductivos.

          Cuando se hace de la sexualidad un secreto, un silencio, un invisible, lo que se construye sobre todo en las y los adolescentes es el morbo, la curiosidad incontenible, la excitación desbordada que los lleva a prácticas sexuales de riesgo.

          Guanajuato, un estado conservador quema-libros, ocupa uno de los primeros lugares en embarazo adolescente. Parece que el deseo de apagar la llama de la sexualidad solo aumenta su combustión.

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