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No existe realmente el tiempo perfecto para muchos de los momentos en nuestra vida. Algunos de esos momentos, por muy fugaces, incómodos, o difíciles que parezcan, ejercen gran fuerza a la hora de marcar nuestras rutas, de guiar nuestras decisiones, de obligar un cambio o recomendar uno necesario, e incluso tienen una fuerza de hacer en nosotros una transformación total. Desde esos momentos que escogemos que carrera tomar, o que es lo que deseamos ser dentro de los siguientes 5 o 10 años, hasta como iniciar una vida en pareja, casarnos, tener o no tener hijos, todas estas son acciones que - aunque gran porcentaje de personas no desean aceptar o sienten que parecen que nunca están preparados para ello - esperan ser tomadas a lo largo de la ruta que llevamos.

Existe una incertidumbre tan grande, o quizá mejor, una impaciencia por querer estar seguro de si la decisión que tomamos es la correcta, que la única verdad en todo esto es que no existe eso de “lo correcto”; lo que podemos tener y sentir es la tranquilidad de que cuando decidimos tomar esa acción nuestro pensamiento llegó a la conclusión de que “esa es” la mejor decisión; y aunque suene paradójico, mentalmente podemos convertirla en nuestra PERFECTA decisión. Y eso es lo que importa. Eso es aprender a aceptar compromisos. Y no los compromisos con otros más que los compromisos que tenemos para con nosotros mismos lo que debe estar en primer lugar. Independientemente de la edad, de la educación, de nuestro sexo, de nuestro estilo de vida, siempre se van a encender esas llamitas que te van a hacer pensar y reaccionar sobre cada una de las decisiones que consideraste son las que te importaban. La incertidumbre o el temor por iniciar esa nueva “faceta” en nosotros solamente se controla cuando damos ese primer paso creyendo que lo hacemos con la mejor intención, y sintiendo respeto por nuestras creencias, mucho más allá de lo que otros puedan decir, o los obstáculos nos quieran disfrazar. Nada es perfecto, pero no por ello carece de respeto. Lo que aprecias y piensas para tu futuro, para tu vida en pareja, para tu familia, para tus hijos, todo eso es TU creencia, y eso lo que verdaderamente debe pesar cuando montes en la balanza tus decisiones para el futuro.

Aceptar compromisos no es fácil, ni lo es tampoco por mucho que tenga el “amor” siempre por delante. Aceptar compromisos es como ir subiendo un escalón de la escalera de nuestra vida. Vamos subiendo a veces poco a poco, otras veces lo hacemos corriendo, hay ratos que sentimos que la escalera no está tan firme, o que falta un escalón y tenemos que dar un brinco para alcanzar el siguiente, y en muchos de esos pasos nos encontramos tantas anécdotas que nos enseñan como pisar los siguientes escalones con más firmeza; al subir o bajar esa escalera, nos encontramos personas maravillosas que nos acompañan, a veces esos escalones se hacen tan pequeños cuando llevamos o tenemos tanta carga encima y se hacen tan pesados que es cuando sentimos creer que ya no podemos, o peor aun somos tontos al desvanecernos con esos obstáculos que es cuando decimos, “siento que cometí un error”. No!!! No se comete un error. Lo que pasa es que a veces esta escalera tiene escalones muy separados y hay días que el subirlos cansa; durante ese cansancio la subida llega a hacerse un tanto oscura para unos que tienen miedo de subirlos solos. No se comete un error porque nunca realmente tenemos el control de diseñar la escalera perfecta que vamos a subir. Hay que ser fuertes, hay que creer, hay que soñar por lo que se desea y luchar de a poquito por ello. Cada subir de un escalón son nuevas experiencias, son pruebas de fuerza que si te detienes un momento y miras para abajo te das cuenta de todo lo que has subido. Mirar los escalones que vamos dejando atráz no es un acto de cobardía o miedo, al contrario, es un recordatorio de las decisiones que tomamos; es una forma de medir nuestro avance y comprobar qué tan fuertes y humanos hemos sido. Tú también has sido tan humano/a que decides compartir esa caminata con alguién a tu lado, no crees?. Cada escalón guarda algo único para nosotros, a veces nos gusta lo que nos tiene, que nos quedamos allí por gran tiempo; pero sí, también puede guardarnos cosas que no nos van a agradar para nada, que salimos asustados en menos de unos minutos. Los escalones son totalmente inciertos y no tenemos el control total sobre ellos, pero sabes qué?, sí hay muchas cosas que se puede hacer para que el camino no se haga tan pesado ni tan oscuro.

Puedes ir subiendo cada vez y cuando veas una piedra en el camino, nada más patéala para que no te estorbe. Puedes también poner flores sobre ella para que quien venga detrás de ti vea el camino más bonito. Muchas veces quien viene detrás puede ser tu propia pareja, que aunque no creas, con frecuencia sigue tus pasos y te vigila. Hay momentos en que te vas a encontrar con un temor tan grande de avanzar un poco más, que cuando decides conversarlo es esa persona quién se va delante de ti, salta ese escalón, y te da la mano para que sigan acompañados. Eso es creer, y eso es comunicarnos. Y es ello lo fundamental para una relación. Debes creer que lo que se comunican el uno al otro es lo que debe importar en esa convivencia; es buscar un balance entre lo que ambos se hablan y desean lograr a la vez que vas aceptando el compromiso de que en ciertos momentos serás tu quien le deba dar la mano para que no se caigan.

Comunícate primero contigo mismo/a y permítele a tu vida los sueños que solo tú guardas para ti; no pienses en nada ni en nadie que no valga la pena en tu futuro, céntrate en dibujar como te ves, como quieres vivir, y con quien quieres vivir.