HASTA LUEGO
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     Mi abuelo se negaba a decir «adiós»; le parecía que esa palabra era demasiado definitiva. Así que, cuando nos íbamos después de visitarlo, su ritual de despedida era siempre el mismo: De pie, delante de los verdes helechos que delimitaban su casa, saludaba con la mano y exclamaba: «¡Hasta luego!».
     Como creyentes, nunca tenemos que decirles «adiós» a los seres queridos si ellos han puesto su fe en Jesús como Salvador. La Biblia promete que los volveremos a ver.
     El apóstol Pablo dijo que no debemos entristecernos «como los otros que no tienen esperanza» (1 Tesalonicenses 4:13), porque cuando Cristo vuelva, los que creyeron en  
Él y han muerto resucitarán de sus tumbas, y junto con los salvos que estén vivos en ese momento nos reuniremos con el Señor en el aire. Confiamos en que, un día, en el cielo, «ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 21:4). En ese lugar maravilloso, «estaremos siempre con el Señor» (1 Tesalonicenses 4:17).
     Los creyentes en Cristo tienen la esperanza de un encuentro eterno con Él y con los seres amados también creyentes que ya han muerto. Por esta razón, Pablo nos exhorta a alentarnos «los unos a los otros con estas palabras». Hoy, anima a alguien con la esperanza que nos permite decir «hasta luego» en vez de «adiós».
 
 
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida;
el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25
 
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