Una familia funcional, una familia que funciona correctamente, produce en periodos largos, prácticamente como norma, alegría entre sus miembros, creando un ambiente armónico, sin sobresaltos y sin engaños. No nos podemos librar de acontecimientos dolorosos, a veces traumáticos, tristes o angustiosos, porque eso es la vida y esa es nuestra condición humana; ese es nuestro mundo emocional, sujeto a cambios importantes de acuerdo a las circunstancias de nuestro entorno diario. Pero cuando –y esto es una condición absoluta– en las familias existe el apego, que es un sentimiento de reciprocidad empática, de conocimiento, de entendimiento, de comprensión y respuesta a nuestros sentimientos, sean estos cuales fueran, las circunstancias de la vida son llevaderas, estables, alegres, felices y en paz. Las familias con apego –y podemos apostar que son la mayoría, pero la inmensa mayoría de las familias del mundo– se comprenden y se apoyan, y generan sentimientos positivos que representan caminos seguros a la alegría, a la conformidad, a la esperanza y al optimismo Si un esposo no es entendido, comprendido y respondido empáticamente por su esposa, y si la esposa no es entendida, comprendida y respondida empáticamente por el esposo, ¿están formando una familia? Y ¿serán una familia alegre, armónica y sin sobresaltos? Y si los sentimientos de los hijos no son tomados en serio, ¿se sentirán conformes con su familia?, ¿estarán alegres? Sin importar la edad, deben ser tomados en serio, porque son sus sentimientos y necesitan entendimiento y comprensión, y siempre esperan respuestas acordes a sus necesidades emocionales. Y los padres que por la circunstancia que sea han perdido el respeto, la consideración, la comprensión y el cuidado de sus hijos, ¿se sienten en familia?, ¿tienen alegría?, ¿están en paz? Y los ancianos que son depositados en casas de asistencia y prácticamente olvidados, que son guardados en una bodega de trastos viejos a que esperen rodeados de seres extraños el final de sus días, que son alimentados y atendidos médicamente pero sin respuestas a sus necesidades emocionales y sufriendo la terrible carga del abandono, ¿tienen familia? Y los niños de la calle, el ejemplo más palpable y cruel de la irresponsabilidad, de la falta del más elemental sentido de calidad humana, de hombres y mujeres peores que bestias que a base de vejaciones, malos y hasta crueles tratos, obligan a esos inocentes a escaparse o a esclavizarse como entes productivos, ¿tienen apegos familiares?, ¿tienen familias?, ¿conocen la alegría y la paz que proporciona el sentirse comprendido, respetado, apoyado, guiado y querido? La familia funcional es un paraíso terrenal 100 por ciento emocional. Aquí aprendemos a sentir y a darle un valor a nuestros sentimientos. Aquí aprendemos a valorarnos como seres humanos y a valorar a los demás. Aquí encontramos la paz y la alegría de ser comprendidos, de ser entendidos, de encontrar respuestas a nuestras inquietudes, temores y angustias y a compartir las alegrías y los triunfos, los logros y los fracasos. Aquí en el seno familiar nos encontramos con Dios. Hemos oído que la familia es la célula de la sociedad, y desde luego que estamos de acuerdo, aunque es un término frío, biológico y materialista. La familia es el crisol en donde se forma y desarrolla el ser humano, y es de la exclusiva responsabilidad de los padres el que este milagro de vida se realice desde la concepción hasta el desarrollo total en armonía, en paz, en comprensión, en entendimiento, en apoyo, en dirección, en amor, en alegría, en felicidad, en hogar y en Dios. Artículo publicado en Yo influyo por Jorge Madrigal Fritsch
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Comentarios

  • Me parece de lo mas real, siempre falla en las familias, la empatia, de parte de cada uno de los integrantes asi que entendiendo esto se pueden lograr grandes resultados
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