La literatura femenina contemporánea puertorriqueña está impregnada de temáticas que de lo contrario no tendrían un espacio donde discutirse. Entre estos temas se destacan el interés por rehacer la historia, elementos de la cultura popular puertorriqueña y la deconstrucción del discurso hegemónico –entre otras cosas machista– para proponer un nuevo cánon, un nuevo código de ideologías en el cual todos los seres marginales de la sociedad tienen un espacio. Dentro de esos grupos marginales se destaca la figura de la mujer puertorriqueña. El rol de la mujer puertorriqueña en sociedad adquiere su forma a través de las ideologías sociales y religiosas del país. En sus orígenes, la sociedad puertorriqueña era una de estructura matriarcal. según las bases culturales y la estructura social de los taínos (primeros habitantes indígenas de la isla), la mujer era el eje central del Yukayeke (la tribu). Tanto así que en la sociedad taina la mujer era dueña de su cuerpo y se le instaba a iniciarse sexualmente y explorar su sexualidad antes del matrimonio. Los esposos compartían a sus esposas en señal de aprecio y respeto a un buen guerrero o amigo. Mas aun, la mujer de mayor experiencia sexual tenia un lugar de importancia dentro de la comunidad, era respetada por los hombres y tenida en alta estima por las demás mujeres. La mujer indígena también tomaba parte central en las ceremonias religiosas y eventos culturales. No es sino hasta la llegada de los españoles a la isla en 1492 que la sociedad taina se ve obligada a cambiar sus costumbres y código de valores. Los españoles trajeron consigo la religión católica y con ella la invención occidental del machismo. Dentro de la sociedad taina, la mujer era una figura de respeto mientras que en la española era una posesión del hombre destinada a perpetuar la especie humana sobre la Tierra y con ello establecer la corona. Las mujeres españolas eran relegadas al espacio domestico del hogar y al comenzar la evangelización de las indígenas estas son arrancadas del ámbito publico y encerradas en un espacio privado donde las "damas civilizadas" debían estar. Con este cambio en la estructura social de la isla, la sociedad, la cultura y los valores indígenas fueron exterminados por completo. Ahora el hombre blanco era el eje central de la sociedad y su dios el regidor de los valores sociales, morales y espirituales de sus ciudadanos. Al quedar eliminada nuestra herencia taina hemos heredado lo mejor y lo peor de Europa. De ahí que tengamos una sociedad machista y marianista La isla de Puerto Rico - como cualquier otro país latinoamericano- tiene bases culturales e ideológicas profundamente arraigadas en la religión católica. Tradicionalmente la religión dicta las pautas socioculturales y morales por las cuales se rigen los ciudadanos de la isla-territorio. Dichos códigos están en constante evolución y bajo la directa influencia de los valores norteamericanos desde la ocupación de la isla en 1898. Sin embargo, hay ciertos aspectos sociales que derivan directamente de la identidad religiosa del país y que son perpetuados por la población en general. En particular, me refiero a lo que conocemos como marianismo. Cabe entonces comenzar por definir dicho termino. En su libro Reclaiming Medusa Diana Velez define el marianismo como "el código de comportamiento que lleva a la mujer en un pedestal de virgen donde inmovilizada ella no puede participar activamente en su realidad" (Vélez 11). No solo es venerada por su imagen de madre doliente sino por sus cualidades de mujer en un constante estado de espiritualidad elevada. Es esta percepción de la Virgen María como ser despegado de la realidad misma la que postula el modelo para la mujer según la cultura patriarcal puertorriqueña. Por su parte, Evelyn P. Stevens define el marianismo como "el culto a la superioridad espiritual femenina, que enseña que las mujeres son seres semi-divinos, moralmente superiores y espiritualmente mas fuertes que el hombre". ( Vélez 10) Dentro de la cultura patriarcal del catolicismo, Dios es hombre y padre, y solo los hombres pueden ejercer el sacerdocio. El único espacio dentro del catolicismo para la mujer es aquel ejemplificado por las dos Marías- María, la madre de Jesús y María Magdalena, la prostituta redimida quien lo llora hasta su muerte en el Calvario. A estas solo las vemos en imágenes estáticas, en perfiles de dolor o posturas de una castidad virtualmente inalcanzable. Escuchamos de ella como la perfecta doncella que toda mujer debe de ser hasta el momento del matrimonio. Por lo tanto, la formación social, cultural y religiosa de la mujer latinoamericana gira en torno a dicha figura. Siendo esta una figura que posee unas cualidades de superioridad moral y espiritual a la figura masculina representa un modelo difícilmente imitable para las mujeres. Las expectativas del machismo y el marianismo para la mujer son a veces irreales, puesto que para alcanzar dichos niveles de superioridad moral y espiritual habría que renunciar a la propia humanidad. Yo....amo a la virgen Maria...pero no quiero ser como ella. Soy en parte como ella, solo como madre...pero como mujer....quiero ser YO...ElsaSofia.

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