Desde una visión antropológica quizás se podría proporcionar alguna ayuda ¡inmediata! para combatir el bullying que está sucediendo con más fuerza y frecuencia en nuestras escuelas. Sería ideal –por supuesto– cambiar las condiciones socio-económicas y psicológicas que indudablemente lo producen (pobreza, violencia intrafamiliar, codependencia, problemas de infancia, vicios, abusos, antecedentes familiares) pero en tanto eso pasa, no sobraría un entendimiento urgente del fenómeno explicándolo de una manera antropológica que es lo que me voy a permitir exponer a continuación.

 

El bullying puede ser concebido como una estrategia que permite –al que lo practica– alcanzar poder y dominio sobre los demás. Últimamente se ha hecho énfasis en el bullying escolar porque ha sido en las instituciones de educación media donde más se ha expresado este fenómeno social y donde más ha llamado poderosamente la atención del público; pero el bullying –como forma para alcanzar un poder– siempre ha existido a lo largo de la historia del hombre y en prácticamente todos sus ámbitos, desde el familiar y social hasta el político y laboral. Por lo tanto, este acto sobrepasa en mucho el ambiente de las escuelas, y para combatirlo realmente –por los efectos destructivos que ocasiona– quizás sería imprescindible saber qué es, cómo está constituido y cómo opera.  

 

El fenómeno del bullying es, en esencia, un método compulsivo para alcanzar supremacía sobre los demás con base en estrategias destructivas por parte de personas que buscan imponerse mediante el uso de la fuerza. Su proceso consiste básicamente en lo siguiente: 1) existencia de un ente que sin tener las facultades para ser líder innato se siente inclinado a tener dominio sobre los demás por lo cual se convierte en un “líder antinatural”; 2) impulso de este “líder antinatural” por utilizar la fuerza y la manipulación para lograr que lo sigan; 3) desarrollo –a manera de estrategia– de la coerción, el acoso y la burla para anular a los potenciales “líderes innatos”, es decir, los que no requerirían de actos represivos para ser seguidos, tales como los estudiosos, los inteligentes, los intuitivos, los sobresalientes, los filósofos, los talentosos; 4) daño –como otra estrategia– a los más débiles tomándolos como ejemplo de lo que podría sucederles a aquellos que no lo siguiesen, entre ellos, los tímidos, los acomplejados, los afectados por un problema físico; 5) anulación –como una estrategia más– de los rebeldes que se niegan a reconocer un poder sobre ellos, como, por ejemplo, los manifiestamente libres, los independientes, los que les gusta vivir de acuerdo con normas diferentes a los demás. Los números 3, 4 y 5 conforman las víctimas específicas de un bulleador en potencia o en proceso de convertirse como tal.

 

La base de estos “líderes antinaturales” es hacerse de adeptos. Y para ello también hay una metodología compulsiva básica: 1) premian grandemente a sus seguidores cuando lo ayudan a llegar al poder; 2) cobijan a sus fieles y los protegen en sus propias fechorías; 3) castigan de manera brutal a los traidores; 4) hacen abiertamente público su poder e influencia para acabar de convencer a sus incondicionales y amedrentar a los que aún se le resisten); 5) logran alianzas con liderazgos mayores para darle más fuerza a su núcleo…

 

RESULTADO: creación de un poder individual al servicio de uno mayor para beneficio de una minoría selecta. Pasa en las escuelas, pasa en la política, pasa en las familias y en cualquier clase de conjunto social (un condominio, una colonia, un club, un partido…)

 

Un lidercillo en un colegio es más que identificado por maestros y directores. ¿Por qué no se le detiene o se le controla?...

Un lidercillo en un barrio o colonia o edificio o localidad o institución es más que conocido por instancias superiores. ¿Por qué no se le detiene o se le controla?...

Un lidercillo en una familia es más que conocido por los padres o abuelos. ¿Por qué no se le detiene o se le controla?...

 

El miedo –por parte de los sometidos o víctimas– a denunciar a esta clase de líderes o a combatirlos se debe en esencia a una razón: ausencia o indiferencia o incompetencia o solapamiento por parte de una autoridad mayor. Cada vez que las autoridades correspondientes no hacen nada al respecto provocan el desarrollo de este tipo de poder haciendo con ello que estén en contra de quien supuestamente debían proteger.

 

De acuerdo con este planteamiento, al bullying –entonces– habría que contrarrestarlo de acuerdo con lo que él realmente significa: ansias de poder por parte de “líderes antinaturales” hechos a base del uso de la fuerza y la manipulación que al no ser detenidos por instancias mayores crean un círculo de influencia cada vez más amplio.

 

En ese sentido, combatir a este fenómeno implicaría vulnerar a los “líderes antinaturales” sensibilizando a la gente de que NADIE debería desear seguirlos, y obligando a las autoridades a no solaparlos por la simple y sencilla razón de que no provocan ningún bienestar para las mayorías sino únicamente para unos cuantos. En sustitución de esta elección se debería seguir a los verdaderos “líderes naturales” que son aquellos que sin necesidad de estrategias negativas saben conducir a grandes grupos hacia un bienestar común. La elección por unos y otros dependerá del grado y calidad de información que posean los seguidores por quienes finalmente subsiste un líder. El bulleador –por caso– no actúa SOLO; si alcanza sus metas es porque es apoyado por otras personas, incluidas –en ocasiones– las mismas autoridades que deberían impedir su desarrollo.

 

Por tanto, en el proceso llamado bullying hay varios protagonistas cumpliendo cada uno un papel específico: bulleador y bulleado –por un lado–  seguidores y autoridades rebasadas –por otro–. En el exterior de este proceso, a la mejor hasta el mismo bulleado resulta ser una víctima en su propia casa; o el bulleador un atacante en la suya respecto de sus hermanos menores; y podríamos ver a los padres y a las autoridades enfrentándose a problemas mucho mayores que los desvanecen y anulan a diario… Por eso existe la necesidad de abordar este fenómeno social como un proceso integral específico –histórica y antropológicamente reconocible– que hay que combatir por sus secuelas negativas incluso hasta para el propio victimario.

 

Teóricamente, un fenómeno analizado –explicado en las partes y fundamentos que lo componen– queda en posibilidades de ser sintetizado hacia una solución. Quien quita y si se intentara aplicar este principio en el caso del bullying en las escuelas se pudiera ayudar a alcanzar una pronta solución.

 

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Comentarios

  • Comparto tu opinión y en mi opinión en su problema generalizado en la sociedad ya que también se da - con el nombre de "mobbing"- en las oficinas y al que hay que darle atención práctica inmediata no sólo de manera teórica o mediática. En mi experiencia, la mayoría de los maestros y directores de las escuelas oficiales, no están preparados para enfrentar esta terrible situación y por lo mismo la evaden y rehuyen tomar medidas por miedo a meterse en problemas. Los Directores y Jefes en las oficinas ni siquiera conocen el problema. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que el enfoque antropológico puede ayudar ya que se ajusta al problema y lo ve de una manera integral pero hace falta crear cultura anti-bullying para evitar tanto daño en la autoestima de los niños, jóvenes y adultos incluso que padecen del mismo fenómeno que sólo cambia de nombre.

    Muchas gracias por tu aportación.

  • Excelente tu análisis, me gustó.

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