TODO FLUYE, TODO CAMBIA, NADA PERMANECE

Todo fluye, todo cambia, nada permanece.

Heráclito  de Éfeso

 

 

El porvenir del psicoanálisis corre peligro  en los nuevos tiempos. Dos guerras mundiales y el total olvido de la moral victoriana cambiaron la manera de ver el mundo. Los derechos  de los niños y de las mujeres, trastocaron  la autoridad paterna que  en nuestros días ya  no es ni la sombra de lo que fue en los tiempos de Freud.

Las revistas femeninas  no traen como antes recetas de cocina ni moldes de costura, sino consejos para alcanzar la experiencia multiorgásmica en posiciones eróticas para contorsionistas  y  anuncios de  clínicas de cirugía estética en las que se puede conseguir el físico anhelado. En el nuevo siglo, parecer natural es cosa del pasado. Las nuevas mujeres quieren ser singulares pero los cirujanos repiten sus cánones  estéticos y las dejan como hermanas gemelas.  En algunos países  se endiosan los pechos, pero   las nalgas son  las que resultan victoriosas en las encuestas  mundiales.

La  diferencia sexual se diluye en  la igualdad y la equidad,  y  la maternidad y la paternidad son términos interactivos. Timidez, tristeza y rebeldía  se diagnostican  como “trastornos mentales”, los expertos en el tema  catalogan  los sentimientos y etiquetan a los tímidos, tristes o rebeldes  como  enfermos mentales.

La ciencia  obra milagros y se convierte en religión. El mundo está bombardeado de imágenes, con la llegada de los teléfonos inteligentes todos son fotógrafos, cineastas  y  reporteros. Las nuevas disposiciones permiten que los violadores reincidentes salgan de la cárcel sin estar rehabilitados, algunos ni reconocen sus delitos, otros hasta se vanaglorian de  haberlos cometido y  se convierten en estrellas de  documentales. Por su amplia  experiencia criminal, dan conferencias para disuadir a los jóvenes proclives a caer en la delincuencia.  Sus fotos aparecen en los periódicos con los brazos cruzados en el pecho  y la mirada altiva; una actitud muy socorrida por  periodistas y comunicadores.

 En el calendario hay un día en el año de 23 horas y otro de 25. Los testamentos se deben cambiar todos los días, los hijos se desheredan  y se rehabilitan como herederos a falta de mejores opciones. Las  tías solteronas eligen  un día a un sobrino como heredero y al día siguiente lo cambian por otro menos arisco. Los perros y los gatos pueden ser herederos,  también  los canarios y los pericos.

Se puede tener  fiebre alta sin síntomas ni signos de algún padecimiento preciso y curarse abruptamente cuando se toma un baño con agua caliente  y se seca el pelo con la pistola de aire, lo que  habría desencadenado un cuadro gripal respetable en   tiempos que no son estos.

La comida sana se pone de moda. Los amantes de la simplicidad, la tradición  y los  que padecen de fobia a la química disfrutan el momento. No se sabe qué  puede  suceder  al día siguiente. Los hombres  van a las grandes tiendas de departamentos a buscar los productos de belleza que las marcas conocidas les ofrecen. Las antesalas de los consultorios de cirugía cosmética ya no sólo se llenan de mujeres. Los hombres llegan para que les hagan todo tipo de tratamientos, piden que les hagan la lipoescultura, cirugía correctiva de párpados y de nariz, o rejuvenecimiento facial. Se hacen implantes en el cuero cabelludo y se colocan  prótesis que simulan la musculatura en el pecho y en los bíceps. 

Marco Polo  mencionaba en su relato  que  en Badajshán, provincia montañosa al norte del Hindu Kush, las mujeres se rellenaban las caderas para aumentar su atractivo. Ahora hacen cualquier cosa  para tenerlas tan angostas como los hombres sin importarles si cabe la cabeza de un niño en ese estuche óseo. Pocas son las que siguen pariendo al viejo estilo, las cesáreas han resuelto las noches de desvelo de médicos y familiares. El reinado de la Luna, que antes dictaba la hora precisa del parto, quedó relegado  ante  la  agenda del cirujano y del anestesiólogo.

La cultura baila al ritmo de la pandereta del dinero y  los países ricos no son necesariamente cultos. Astana, la remota y gélida capital de Kazajistán  que sostiene su poderío en el gas y  el petróleo, recuerda  los caprichos de la opera de Manaos, construida con mármoles traídos de Carrara en medio de la selva amazónica en  tiempos de las  grandes fortunas amasadas con  la extracción del caucho.  Los drones predadores surcan los cielos para espiar y liquidar a los “malos” quirúrgicamente. Esos  Pterodáctilos metálicos  surcan los cielos en busca de su presa, pero no es el hambre la que los mueve,  es  la mano del programador que ha elegido a su víctima.

Julio 23 2014

 

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