REFLEXIÓN: "ViIVO LO QUE CREO"

VIVO LO QUE CREO

¿Cómo volver a creer, creer lo bueno, esperar lo mejor? Me cuesta trabajo cuando la historia de mi vida, la historia doliente de humanidad, habla de fracasos, caídas, intentos fallidos; pero quiero creer, quiero creer que puedo alcanzar una estrella; quiero creer que puedo ser libre, que puedo ser yo. Quiero, necesito creer que no soy lo que un día me dijeron; que las etiquetas de torpe o estúpido, de pobre o miserable, me las puedo quitar y olvidarme de ellas para siempre.

Algo en el corazón me dice que soy algo más, algo más que la simple realidad material que me agobia, algo más que el cúmulo de mis errores y las culpas que arrastro como lápidas a mi espalda y cargo en el corazón.

Quiero creer, necesito creer que puedo construir un mundo diferente, un mundo de amor, más allá de la torpeza y de lo ordinario, más allá de la violencia cotidiana, del desamor y el rechazo. Quiero creer, necesito creer en lo bueno, en lo perfecto, en lo mejor. Porque hoy, al descubrir que vivo aquello que creo, me doy cuenta de que vivo un infierno repetido, porque eso es lo que aprendí: esperar lo malo, la traición como lo cotidiano, el desengaño como lo común. Me enseñaron a ver en los demás lo negativo; aprendí muy fácil a criticar y a juzgar, y cuando me hablan de perdón y comprensión, de compasión, no logro entender, porque nunca me hablaron de esa manera de vivir, nunca se me ofreció esa opción para construir un mundo nuevo, un mundo mejor.

Pero quiero creer, necesito creer que más allá de mis errores y mis culpas, de mi fondo emocional y mi caída, puedo ponerme de pie frente a la vida y comenzar de nuevo.

Quiero creer que podemos ser hermanos, más allá de la ambición o la mezquindad. Quiero creer que puedo perdonar del todo y perdonarme yo. Quiero creer, necesito creer que Tú, Señor, vives en mí y en cada ser humano, en el aire que respiro, en el viento que acaricia mi rostro, en el canto de las aves y en la sonrisa de un niño. Sé que existes, Señor, sé que existes porque basta invocar tu nombre para sentir paz, basta voltear un instante los ojos hacia el cielo para sentir tu caricia, basta extender la mano y sentir tu mano que camina conmigo y que me invita a ponerme de pie. Quiero creer, necesito creer que podemos forjar un mundo nuevo, un mundo diferente, una vida mejor. Y para ello necesito creer en mí y creer en Ti. Esperar lo bueno, más allá de lo malo o lo negativo; creer que Dios camina contigo, como camina conmigo, que vive en ti y en mí.

Y con esta sensación maravillosa de saber que no caminas solo, que puedes construir un mundo nuevo con sólo creer, da gracias en silencio.

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