PARA QUE SIRVE LLORAR

 

Desde bebés, a todas nos lo han dicho “Ay, ya no llores”. Hasta que a muchas se les hizo costumbre aguantar las lágrimas y se desconectaron de ellas.

Y qué pena, pues si bien es cierto que la ciencia todavía no alcanza a explicarnos con exactitud para qué sirve el humano acto de echar agua por los ojos, la mayoría de nosotros conoce el alivio que sobreviene a una buena sesión de llanto.

Por tristeza, por enojo, por alegría o porque las cebollas venían muy concentradas. Todas hemos llorado alguna vez.

Quizá a partir de cierta edad dejamos de hacerlo o al menos, hemos renunciado a la posibilidad de regalarnos una buena sesión de sollozos con moqueo y suspiros incluidos. Y tal vez la razón de nuestra censura tiene que ver con que hay quienes reaccionan ante el llanto como si en vez de lágrimas lo que estuviera fluyendo por el rostro del doliente, fuera sangre.

Esto tiene que ver con el concepto simplista de que la risa es “buena” mientras que las lágrimas son “malas”. Como cualquier otra generalización, esto es erróneo: No todas las veces que lloramos, nuestras lágrimas tienen la misma composición química. Pero hay ocasiones en que gracias al llanto y su líquida consecuencia, se puede aliviar un estado de angustia que genera tensión fuerte en el cuerpo y se liberan adrenalina y noradrenalina, lo que promueve la relajación y evita la eventual aparición de síntomas como por ejemplo asma o úlceras.

Tratar de bajar la intensidad de un sentimiento es igual a manipular nuestro corazón y tendrá como consecuencia que otros sentimientos también pierdan fuerza, pues, como dijo Oscar Wilde: “Quien suele llorar abundantemente, también es capaz de reír con intensidad al instante siguiente”. Parafraseando: Quienes no se atreven a sentir su pena con la intensidad que ésta tiene, tampoco podrán sentir ni gozar plenamente sus alegrías.

Las lágrimas lubrican los ojos, aportan brillo a la mirada y su aparición puede indicar que hay un asunto emocional reclamando su atención. No me refiero a ese llorido chantajista con el que muchas mujeres logran salirse con la suya y claro que no todos los lugares son adecuados para llorar. Sin embargo, permitirnos el flujo del llanto, puede redundar en alivio y claridad. Hay especialistas que sostienen que llorar una o dos veces por semana puede ayudarnos a recuperar y mantener nuestra salud psicofisiológica.

En tiempos donde la falta de sensibilidad está muy sobre valorada, vale la pena pensar sobre este asunto y, si llegan, dejar que corran las lágrimas por tus mejillas.

Que hermosas bendiciones lleguen a tu vida!

@AuroraDelVillar

 

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