DISCURSO DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN LA ENTREGA DEL RECONOCIMIENTO COMO “LA MUJER DEL AÑO 2008”, A GABY VAGAS, EL 10 DE DICIEMBRE DE 2008, EN EL AUDITORIO “JAIME TORRES BODET” DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA, EN CHAPULTEPEC, CIUDAD DE MÉXICO. MIRADA DE CONGRUENCIA. Gaby Vargas, equilibrio y ejemplo. “No hay más que una educación, y es el ejemplo.” Gustav Mahler Hoy, particularmente, me siento muy orgullosa de formar parte de este numeroso grupo de mujeres que nos reunimos en el inigualable escenario que nos alberga, para honrar a quien, por sus innumerables méritos, es la mujer del año 2008. No hay lugar a duda. Por su singular trayectoria, de la cual se da cuenta esta tarde, Gaby Vargas merece sobradamente este reconocimiento. Porque es, ciertamente, todo lo que su palmarés detalla; pero, aún más, lo más destacable de toda esa trayectoria es que Gaby, además de amiga, hija, esposa, madre, abuela, escritora y conferencista, es una comunicadora sensible, una mujer trabajadora, responsable, profesional; una escritora exitosa, prolífica; pero sobre todo, es congruente. En efecto, Gaby practica lo que escribe y dice. Y esa es, me parece, una de las principales virtudes que hoy hacen que se le galardone con este tan merecido reconocimiento. Pues esa congruencia genera, hacia quienes le hemos escuchado y leído, una sensación de coherencia, de veracidad, de certidumbre, de sinceridad, que provienen de su fuerza interior, y que se reflejan en cada uno de los renglones de su obra escrita. En cada una de las palabras que, no solo en conferencias nos dice; sino en cada una de las palabras con las que, con tanta propiedad, cariño y deferencia se expresa. El resultado de esa congruencia es el poder personal, el carisma, la energía que transmite y, a su vez, la base de ese liderazgo que hoy todas le reconocemos. Gaby vive como habla y actúa como predica. Enseña, con su ejemplo que sus actos son reflejo de sus palabras, que siente lo que dice y dice lo que siente, y que su vida, por sí misma, habla de ella como la mujer que es, y que hoy reconocemos. Gaby es verdaderamente congruente. Si dicta una conferencia sobre imagen personal, es porque es la primerísima en cuidar la suya. Si da un consejo sobre cómo mejorar esa imagen es porque lo tiene probadísimo en ella y porque para eso se ha preparado. Y, como todos pueden constatar, esa imagen no es superficial, sino profunda. La autoestima que Gaby predica con el ejemplo, la fuerza a que me he referido y esa veracidad que le da su congruencia, son fruto de esa imagen interna que le ha llevado a hacer las cosas que le hemos visto y que hoy la tienen, para fortuna nuestra, como el centro de todo este homenaje. Porque lograr esa congruencia que Gaby tiene, requiere de un gran trabajo personal, de un férreo autocontrol, en el que no caben más permisos que aquellos que ayuden a configurar la vida como una perfecta obra de arte. En ello, Gaby también pone la muestra. Su vida es una muestra de que se puede esculpir una vida. Gaby ha hecho de su vida una obra maestra a base de esfuerzo, sacrificio y dedicación; pero lo ha hecho, sobre todo, mirando y ayudando a otras mujeres a mirarse a sí mismas. Gaby nos lo ha dicho a la manera que sabe mediante una forma diferente de mirar y de mirarnos no a partir de los otros que nos miran, sino a partir de un Yo que mira. Un yo que es identidad, conciencia, identificación. Un yo que es semejanza, compatibilidad, equilibrio. Un yo que parte de esas premisas y encuentra en cada una lo mejor. Se pueden destacar muchas cosas de la enorme trayectoria de Gaby Vargas pero, si algo se puede abonar a la estupenda trayectoria que se ha reseñado, es que Gaby es una verdadera promotora de esa mirada de mujer que mira desde su género, no desde otros. De esa mirada que se mira a sí misma y no que es vista por otros, desde otros, de esa mirada que se introyecta y descubre, corrige, revela y transforma. Gaby ha hecho –con su obra escrita, sus conferencias, pero sobre todo con su ejemplo– que volvamos a vernos desde nosotras mismas, y con ella hemos aprendido que esa mirada es una mirada diferente, una mirada propia que nos dice en todo momento: tú puedes, tú sabes, tú vales porque eres tu. Y no necesitas de otros para poder, para saber, para valer. Gaby nos ha mostrado la mirada valiosa que valora porque conoce, la mirada valiosa que valora porque cree en sí misma, la mirada valiosa que recorre el interior y explota hacia el exterior con otra perspectiva, con perspectiva propia. En esto también predica con la congruencia. Porque dicen que la incongruencia es el dominio del ego, de las justificaciones, del autosabotaje, del autoengaño. Por eso Gaby es, por el contrario, una de las mujeres más altruistas que conozco. Una mujer que da y se da, desinteresadamente. Que en el camino de la vida, en el encuentro con ese otro que clama, con esa voz que está en todas partes indefensa, angustiada, desvalida, Gaby se encuentra y responde, con mucha generosidad, con eficacia, como la empresaria que es, con valor, con tiempo, con sufrimiento y con entrega inconmensurable. Lo demuestra con creces su labor filantrópica que la ha llevado a presidir asociaciones muy importantes que procuran el bienestar de personas que lo requieren con urgencia. Esa generosidad, esa congruencia, esa alma entregada, es hoy, muy sencilla, pero muy cariñosamente, celebrada con esta distinción, por la cual, el patronato la mujer del año, le confiere el muy merecido honor de designarla “mujer del año 2008”. Creo firmemente que, como en todos los casos que le han precedido, no solo será mujer de este año; sino de muchos otros. De muchos otros en los que, seguramente, cosechará un poquito de lo mucho que ha sembrado. En los que recogerá, en nosotras, los frutos de habernos enseñado a mirarnos desde nosotras, con la mirada puesta en nosotras, con el juicio, la grandeza y la autoestima de todas nosotras. Hoy, agradecida con ella, con ustedes, con Kena que nos congrega, hago votos porque así sea. ¡Que ninguna mujer en México se siga viendo a través de los ojos de otros!, ¡que ninguna vuelva a sufrir discriminación, pobreza, hambre o marginación, por no haber aprendido a verse a mirarse a sí mima como persona valiosa! ¡Que ninguna vuelva a caer en el ensimismamiento, en la degradación, en la desvalorización¡ Que ninguna de nosotras vuelva a mirarse solo a través de otros; sino que cada una entienda el inmenso valor de mirarse hacía adentro. Gracias, Gaby, por tu ejemplo, y muchas felicidades.
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Comentarios

  • Una muy sincera felicitación a Gaby, he seguido su trayectoria y la admiro como persona y gran profesional que es, y bueno, ni que decir de lo que nos transmiten sus libros....¡FELICIDADES GABY!!!SIGUEADELANTE....
  • FELICIDADES; MUY MERECIDO LA MINISTRA MUY BIEN
  • ¡Hola!

    Ay, sigo emocionada, porque me gusta mucho la forma en la que escribe Gaby Vargas, y todo lo que dice Olga Sanchez es todo muy cierto, y describe perfectamente bien a Gaby.

    Muchas Felicidades
  • FELICIDADES GABY, MUCHAS NOS APOYAMOS EN TU ESCRITO Y EN TU PALABRA. ESPERAMOS MÁS!!!
    ME GUSTARÍA PREGUNTAR A LA MAGISTRADA CÓMO PUEDE UNO HACER QUE SE RECONOZCAN TANTO LOS DOS APELLIDOS DE LA MUJER COMO DEL MARIDO. ES MAS COMÚN SER SÁNCHEZ DE GARCÍA. ES ALGUNA LEY??
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