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La primavera se nos va entre las manos, el sol del verano ya esta en puerta. El calor se siente más penetrante, más intenso, se vislumbran tiempos mejores, de jubilo y alegría, hay que disfrutar lo que tenemos de vida y aprovechar al máximo cada instante.

Los hijos nos ponen a prueba todo el tiempo. Con un solo objetivo, saber: ¿qué tanto los queremos, que tan incondicional es el amor que les tenemos como padres, hasta donde pueden llegar, que estamos dispuestos a hacer por ellos?

Ante esto, la pregunta es ¿cómo puedes acercarte a ellos, a tus hijos, de una forma inteligente?

Sin enojo. Los hijos buscan la forma de llamar la atención de los padres a toda costa. La provocación es una manera muy contundente de comprobar que los padres están presentes, que están pendientes de lo que ellos hacen y a la vez les da cierto poder. No hay nada peor que ser ignorado, por ello buscan la atención de sus progenitores. Sin embargo, grande es su sorpresa cuando te acercas a ellos de una manera inteligente, sutil, con cariño.

Una de las aportaciones más importantes que les podemos dar a los hijos es el cariño incondicional y una enorme dosis de confianza. Dos herramientas que le permitirán tomar mejores decisiones en su vida futura. El cariño es la base de la auto-confianza. Si el niño, sabe que confías en él, buscará la forma de hacer las cosas lo mejor posible con el fin de agradarte. La amenaza, el castigo, la presión, son artilugios que lejos de mejorar la situación, lo único que logran es fomentar un cierto grado de rebeldía.

 “La comunicación es el camino del entendimiento”, no hay mejor forma para comprender los sentimientos, las emociones, de un hijo que a través del diálogo. Hablar con ellos respecto a sus preocupaciones, a sus inquietudes, saber lo que les interesa, lo que les gusta, lo que les disgusta, es fundamental para entablar una relación sana y transparente.

Paciencia. Cualidad  indispensable para establecer cualquier tipo de vínculo, más aún con los hijos. La paciencia te permite pensar con detenimiento, con claridad. Tomar decisiones acertadas, ver la vida con objetividad desde una óptica más certera y optimista.

Flexibilidad. Aferrarte a tus ideas suele ser bueno para cumplir ciertas metas u objetivos profesionales en algunas ocasiones, aunque en realidad, la capacidad de adaptarte a cualquier situación o circunstancia es una gran cualidad que te da la posibilidad de abrir tu horizonte y mirar las cosas desde distintos ángulos y con ello obtener mejores resultados.

A fin de cuentas, en el fondo, los hijos buscan satisfacer las expectativas de los padres, aunque  siempre desean hacerlo con su estilo propio, a su manera. A lo largo de tu relación con ellos, simplemente piensa: “a mayor represión, mayor rebeldía”.

Educar a los hijos es todo un reto, en el que hay que anteponer la libertad. Permitirles elegir y mostrarles que cada decisión, cada acto, cada acción, tiene una consecuencia que hay que  asumir.

Y tú, ¿cómo evalúas tu desempeño como padre, qué tal esta tu relación con tus hijos? ¿qué te gustaría  hacer para mejorarla?

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