LA MAGIA DE UNA ORACIÓN

LA MAGIA DE UNA ORACIÓN   

La magia de una oración, un recurso al alcance. Es descubrir que ante nuestra pequeñez y fragilidad humana, existe alguien tan grande, infinito, que responde a ésta, mi oración.

Orar es el diálogo del espíritu, del Hijo del Hombre, con el espíritu de Dios. Es comunión, es diálogo con tu mejor amigo, con quien siempre te escucha en todo momento y en todo lugar. Él no tiene horario de oficina, ni puertas cerradas, Él siempre está con las manos extendidas, sin reclamo, sin reproche, sin condición.

Orar, decía San Agustín, es la fortaleza del hombre y la debilidad de Dios. Dios no se resiste a la oración. Orar es abrir el corazón para mostrar todo lo que hay; no guardes lo que parece oscuro, ni calles tampoco tus esperanzas e ilusiones. Pide que la mano amorosa del creador, su misericordia infinita y su perdón diluyan todo aquello que te aleja de Él, que genera dolor, sufrimiento, porque… ¿Sabes? Estar en Él, es estar en paz. Es ver a los demás como Él nos ve; tratar a los demás como quisiéramos ser tratados. Ver lo bueno antes que lo malo, es pedir por quien tanto lo necesita. Es tener el perdón a flor de piel.

Orar es más que un diálogo, es magia, milagro, que te acerca al corazón de Dios. Así, mostrando todo lo que hay en ti: culpas, vergüenza, intentos fallidos, las mil caídas y las mil preguntas sin respuesta, soberbia, violencia y todo aquello que nos aleja de Él. Para decirle: “Señor, hágase tu voluntad y no más la mía. Porque la mía, al ser humana, está plagada de mezquindad, de egoísmo, de miedo, de soberbia, de pretender que Tú hagas lo que yo quiero, que me respondas acorde a mis deseos. ¿Sabes, Señor? A veces se me olvida que eres Dios y te veo más como Santa Claus y creo que cada oración es mi cartita de pedido, de solicitud y me enojo cuando no me cumples; y me peleó contigo cuando no haces lo que yo te digo. Pero en estos momentos de comunión descubro que estar en Ti es así, como un niño pequeño en el regazo de su madre. Sentirme abrazado, cobijado por tu luz. Sentir el perdón como un manantial infinito que limpia, que libera: saber que ya no hay más reclamos, ni reproches. Sólo aprender del error para no volver a cometerlo.

Orar es saber que de ti, Señor, viene todo lo bueno, lo perfecto, lo mejor, aunque a veces yo no pueda entenderlo. Es caminar con las manos extendidas, sin apegos, sin reproches”.

La magia de una oración. Comunión del alma, del espíritu, que dialoga con el espíritu de Dios. Es regresar al origen; es romper cadenas y candados, y descubrir que no solamente somos materia, sino que también espíritu; y que es en la fuerza espiritual en donde se abre la puerta de la esperanza para la humanidad entera y es cuando el corazón se inunda de paz.

Orar es también un acto de gratitud cuando desde lo más profundo del corazón podemos decir: “Gracias por tanto, Señor”. 

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos