Marilenca Bailey Jáuregui

El encuadre psicoterapéutico sirve para proteger tanto al paciente como al psicoterapeuta. Es la manera que tenemos de explicitar las reglas del juego de manera verbal, idealmente más de una vez, una vez que hemos elegido trabajar con el paciente. En otros países se debe hacer por escrito también. Indudablemente es una de las muchas maneras en las que podemos brindar al paciente, y al proceso mismo, el tan necesario sentido de realidad.

Enseguida detallaré como trabajo yo, al margen de que seguramente hay otros modelos que sirven muy bien para trabajar y hacer el encuadre, pero éste me sirve a mí y siento que a través de los años me cuida a mí y a mis pacientes, y es congruente con el código ético humanista psicocorporal de Integra.

Primero trabajo tres veces con el paciente para darme una idea de qué se necesita trabajar, y de cómo me siento yo en la relación. Necesito ver si yo siento que fluyo suficientemente bien y que “puedo con los temas presentados”, es decir, que no representan un reto extraordinario, o que no hay algo para lo que siento que no estoy capacitada, o que quizá necesita de un trabajo en equipo. Es muy importante tener la libertad de decirle a esta persona después de estas tres sesiones que no puedo trabajar con ella, si éste fuera el caso. El psicoterapeuta se reserva el derecho de admisión, y no está obligado a trabajar con nadie. No somos madres teresas, y no nos creemos esos introyectos de “la gente viene por algo”: si muchas veces viene para que le digas que no y ejerzas tu poder, nomás para eso, no para que te aguantes y seas “máscara de buenito una vez más”.

Hay un cierto nivel de interés que tiene que despertar en mí la persona, tiene que haber una cierta química, una cierta predisposición a la empatía. Desde la teoría todo ser humano me lo debería despertar, pero yo todavía no estoy en ese nivel de desarrollo, y todavía no me pasa con todos los seres humanos por igual.

Al final de la tercera sesión, evaluamos si ambos estamos ok para adentrarnos en la aventura psicoterapéutica, y si éste fuera el caso, hacemos el compromiso mutuo. Aquí platicamos de las reglas del juego.

Estas reglas van a contener y cuidar el proceso y damos una sensación de contención y cuidado durante momentos de tensión, vulnerabilidad, miedo, recuerdos de las heridas infantiles, etc. De ahí su importancia, no nomás son las reglas del juego de si nos vemos a las 4 o a las 5.

Las reglas tienen que ver sobre todo con los siguientes temas:

1.- Cancelaciones. Esto tiene que ver con el respeto del tiempo de ambos, y con el auto-respeto que tiene el psicoterapeuta en su propio tiempo e ingresos. Si un paciente nos cancela media hora antes, nosotros no podemos poner a otro paciente en esa hora, y perdemos económicamente. Entonces, tiene que quedar claro que si el paciente no nos cancela durante las 24 horas hábiles antes a la cita, le agradecemos que nos avise, pero esa sesión se paga de todos modos. Si cancela con más de 24 horas hábiles antes, esa sesión no se paga ya que podemos poner a otro paciente en ese tiempo. Nosotros siempre intentaremos avisarle con más de 24 horas antes con respecto a una cancelación en la medida de lo posible.

2. Formas de pago: Yo prefiero que me paguen en efectivo y una vez al mes, la última sesión del mes. Cada persona tiene sus preferencias. Hay gente que prefiere que le paguen cada sesión. Lo importante es marcar una forma que se respete y sea igual siempre. Es importante que haya orden, que no sea una vez cheque, otro efectivo, otra quincenal, etc. En el orden hay respeto y acuerdo. Recordemos que el dinero es un símbolo energético a través del cual podemos manipular mucho, o decir “se me olvido tu dinero”, ó “no tiene fondo el cheque” ó “cóbralo mañana”, etc. ninguneando mucho el trabajo del psicoterapeuta, o diciendo cosas que sería mejor decir directamente. A veces el enojo se comunica así, o el desprecio, pagando más de lo que se acordó. Todo esto hay que explicitarlo y traerlo al trabajo de inmediato y no dejarlo pasar. Yo no estoy de acuerdo en trabajar a cambio de nada. Estoy de acuerdo en hacer trabajo social, y lo hago. Es decir cobrar simbólicamente a un número X de pacientes, pero no cobrar nada no resulta para nuestro tipo de trabajo. La gente tiene que poner algo para que el trabajo resulte, sino no hay compromiso y la gente no se queda: no contacta y se va.

3.- Confidencialidad: Ya sea que conozcan o no a gente en común, es muy importante explicitar que lo que en el espacio del consultorio se trate, ahí se quedará, y que se espera lo mismo de regreso. Los pacientes también sabrán algunas cosas nuestras y de nuestro espacio durante el proceso, y es importante pedirles lo mismo. Sin embargo, la responsabilidad ética cae en nosotros. El psicoterapeuta debe tener clarísimo su código y no platicar jamás del caso: sólo en supervisión y sin dar el nombre. No platicarlo en pareja ni con amigos. Esta es base para la sanación en el proceso porque es sustancia de la confianza. Es importante saber los límites de nuestra confidencialidad: es decir si nuestro paciente abusa de menores o comete asesinato ¿estamos obligados a callar y no denunciar? En Latinoamérica no hay ley que nos obligue a denunciar a un paciente, pero es importante saber cuál es nuestra postura ética al respecto y estar cómodos con ella antes de que suceda algo así en consulta. Lo importante también es no guardar secretos que lastimen a terceros. Esto se tiene que saber en el encuadre.

4.- Horario: Nos veremos tales días a tal hora. “Si llegas antes o después de la hora, de todos modos tu espacio es de tal a tal hora, no se puede adelantar o recorrer”. No nos podemos prestar a manipulaciones “siendo comprensivos”, porque esto no ayuda, no contiene, sino que sobreprotege. No confundir la amorosidad con la incapacidad de decir no. Si se necesita hacer un cambio de sesión porque no puede asistir, y con tiempo lo pide, intentaré acomodarlo en otro espacio con gusto si lo tengo, si no se puede ni modo. No intento desesperadamente abrir espacios extras que no tengo destinados a consulta, porque esto le resta espacios a otras áreas de mi vida y acaba lastimándome. En general los psicoterapeutas sobre-damos y no nos vemos y cuidamos a nosotros mismos, o esa es la tendencia general del gremio. Por lo tanto tenemos que cuidarnos mucho de ponernos a nosotros mismos estos límites con claridad antes de darnos cuenta de que estamos dando consulta en sábado en la tarde hace 4 semanas porque nos lo pidieron, por ejemplo.

5.- Estilo de trabajo: Es muy importante explicarle a mi paciente al principio la manera en que yo trabajo, por ejemplo: yo trabajo a veces de manera verbal, a veces en la cama de sanación, a veces en el colchón para ejercicios de respiración, a veces en rodillo, a veces con pelotas o pelotitas, a veces con música y sonido, a veces con ejercicios físicos y de arraigo, etc. Es importante explicar que habrá contacto físico en el trabajo y que éste será en base a las necesidades que marque el trabajo y con cuidado y respeto al paciente.Se tiene que explicar que el paciente puede pedir que éste no se dé o que pare cuando lo necesite.

El encuadre es, entonces, una forma de amor, expresada de diversas maneras, que a la larga el paciente y el terapeuta van a apreciar, y que nos sirven de referencia a ambos, para darnos cuenta si algún límite se rebasa en particular con algún paciente, y que son mástiles de los que se agarrarán en el proceso como referencia de arraigo y sentido de realidad compartida. La falta de mismo, es síntoma de inmadurez terapéutica y poca seriedad, y falta de “tablas terapéuticas”. El profundo trabajo psicoterapéutico en donde es posible el “milagro” de la sanación y de la evolución de la conciencia requiere del “abrazo sostenido” que nos brinda el encuadre, además de nuestro conocimiento teórico, autobservación y proceso psicoterapéutico, y supervisión.

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