HONG KONG BAJO UN PARAGUAS

HONG KONG, BAJO UN PARAGUAS.Nadine Markova.Amenazadoras nubes grises rodean a Bahía Victoria. Siento cómo puedo tocarlas a través de la ventana panorámica de mi grandiosa habitación en el hotel Hong Kong InterContinental. La lluvia cae, y con ella las memorias y los sueños se empapan.Complazco mi hambriento paladar con otro delicioso dim sum y ordeno unos huevos Benedict para mitigar mi tristeza. Tan lejos, nuestro viaje a Hong Kong ha sido agridulce, como una sopa cantonesa. Agrio por los sombríos cielos; dulce por estar nuevamente en esta ciudad. En los últimos 40 años, he estado fantaseado con este regreso. Toda vez que me sentía afortunada de estar aquí, francamente no esperaba que el clima me traicionara.En 1970 escribí: “A través de las ventanas del restaurante giratorio Juno, he visto el mundo maravilloso que es Hong Kong. Desde esta altura, se asemeja a un pequeño Manhattan. La ciudad es más bella desde lejos, como el fuego del hogar que se disfruta mejor a distancia. Hong Kong es una ciudad de cientos de lentejuelas eléctricas en resplandecientes cortinas orientales que, tras ellas, esconden la aventura, el amor y el misterio. Los mismos que he experimentado durante mi estancia aquí.”La Biblia dice “no mires atrás, te convertirás en una estatua de sal”. Pese a la lluvia y a mis memorias, traté de apreciar al nuevo y enormemente urbanizado Hong Kong que tenía frente a mí. Recordé lo mucho que disfruté mi trayecto desde Kowloon hasta la isla de Hong Kong a bordo del Star Ferry. Desde mi asiento podía observar a las mujeres cocinando y a los niños jugando en las cubiertas con las típicas embarcaciones chinas, los llamados juncos. Cada viaje encerraba al drama humano y deparaba oportunidades para tomar fotografías.Cuando desembarcamos los culis nos cargaron en los típicos rickshaws y corrieron hacia nuestros destinos finales, parloteando en chino como si pudiéramos entender su idioma.En 1970, Hong Kong era un lugar agradable, habitado por una comunidad formada por hombres de negocios extranjeros, soldados americanos disfrutando de unos días de permiso y descanso de la Guerra de Vietnam; excéntricos caballeros ingleses, aristócratas y periodistas exiliados de Georgia.Actualmente la ciudad está dirigida por el gobierno chino. Hacen un gran trabajo para convencer al oeste de que no hay mejor capitalista que un chino comunista. El Star Ferry sigue cruzando lo que aún queda de la bahía. El viaje es más corto porque ambas orillas se han rellenado, reduciendo la distancia hacia la isla en varios kilómetros, para hacer el espacio necesario a los hoteles, museos, edificios de oficinas y almacenes que se han edificado sobre el puerto. Nuevos rascacielos rasgan las nubes haciendo invisibles a las montañas. A través de la bahía se deslizan embarcaciones comerciales, cruceros, remolcadores y, ocasionalmente, yates. Sólo un junco permanece en Hong Kong, disponible para rentarse para una hora. Hice en él una travesía nostálgica y, como la mayoría de los residentes de Hong Kong, tomé el metro. Es más rápido.Los refugiados que vi, provenientes a raudales desde la China continental en sampanes, por cientos han migrado a Canadá o los Estados Unidos. Los que se quedaron, cambiaron sus botes por empleos que han ayudado a construir el nuevo Hong Kong. Ahora viven en departamentos; en algunos de los altísimos edificios, semejantes a hormigueros, que cubren el paisaje de los Nuevos Territorios.A causa de la lluvia no tomamos el tranvía hacia la cima de la isla para disfrutar de “mejor vista de Puerto Victoria”.No fuimos tampoco a Disneyland para conocer la versión china de Mickey Mouse; ni tampoco disfrutamos de un cóctel en el bar de Morton´s Restaurant, donde la comunidad internacional suele reunirse para beber y socializar. No vimos al gran Buda develado en 1993, que tiene más de 30 metros de altura. Es el más grande del mundo en su tipo, sentado en un trono de loto en la cima de la isla de Lantau. El budismo fue introducido a China hace 2,000 años, proveniente de la India.Dado que la Conferencia del Foro Internacional de las Mujeres a la que asistí, se llevaba a cabo en el Marriot, bajamos las escaleras e hicimos compras en el palaciego centro comercial Pacific Place, una impresionante selección de boutiques internacionales de alto nivel, desde Armani hasta Versace. Desde luego, este no es un lugar para regatear. Los pisos superiores incluyen lujosas boutiques y tiendas de diseñador. Vimos nuestra imagen reflejada en unos espejos que nos hacían ver delgados, sin importar cuántos rollos primavera hubiésemos comido.Quería encontrar una tienda en la que se venden bolsos de diseñador de segunda mano a precios de ganga. Los japoneses van a Hong Kong, compran las marcas y las revenden en sus viajes de regreso, y con ello obtienen el dinero necesario para financiar más compras. Las mujeres de Hong Kong con un presupuesto limitado, pero mucha ambición, compran las bolsas a precios excepcionales.A causa de la lluvia cancelamos una excursión para ver una carrera de caballos en Happy Valley. Los habitantes de Hong Kong son apasionados de los caballos. En promedio, el volumen de las apuestas en esta ciudad es el más alto del mundo. La imagen en mi banco de memoria no era distinta a una escena de la película El último emperador, en la que aparecían delgados caballeros orientales elegantemente vestidos, usando trajes hechos a la medida; mientras con su mano derecha sostenían unos binoculares, la mano izquierda (con manicure en las uñas) rodeaba el delicado talle, enfundado en satín, de sus amantes chinas.Quería regatear con los vendedores ambulantes en el Mercado del Jade para comprar oro y jade a precios razonables, pero las gotas de lluvia frustraron mis planes. Extrañé tomar fotografías en el mercado de pájaros y también en el de las flores. Hace cuarenta años, en esas mismas calles, se vendían perros, serpientes y monos para fines culinarios. Ahora, la venta de este tipo de mercancías está prohibida.Lo que sí pudimos hacer fue tomar el metro hacia el Mercado de las Damas, en la estación Mon Kock. Corriendo entre las pequeñas gotas de agua, compramos un reloj de Mickey Mouse para nuestro nieto y palillos chinos para nuestra hija, para que los use en México cada vez que ordene comida china para llevar. Larry compró una camisa china. Yo me dediqué a fotografiar los tambaleantes paraguas de los compradores.También fuimos a Shanghai Tang donde dimos un vistazo a los coloridos y sensuales vestidos chinos de satín, conocidos como Cheongsams.Originalmente, el cheongsam es un vestido holgado que llega hasta los tobillos con mangas largas, cuello alto tipo mandarín y aberturas a ambos lados. Con el paso de los años, el diseño se ha modificado. Ahora el vestido tiene un zíper en un lado y una abertura en el otro lado haciendo resaltar las largas piernas de la silueta china.“Ven a que te haga un vestido” me dijo una escultural mujer, una delgada dependienta china que parecía una Nichole Kidman oriental. Llevaba puesto un vestido de color rojo brillante y negro, con dragones dorados bordados. Hacia alarde de un alto cuello; una abertura más pronunciada de la falda revelaba el muslo perfecto de “Nichole”."Acerca de los cheongsams existe una hermosa leyenda que data de la época Manchú", compartió con nosotros. "Una joven pescadora vivía en el lago Jingbo. No sólo era hermosa, también era hábil e inteligente. Cada vez que pescaba, sentía que su largo y holgado vestido le estorbaba para trabajar. Entonces se le ocurrió una idea: ¿por qué no adaptar su vestido para hacerlo más práctico? Confeccionó una bata larga de múltiples botones cruzados y aberturas, lo que le permitía plegar la parte frontal de su vestido y hacer su trabajo más fácil. El joven emperador que en aquel tiempo gobernaba China, tuvo un sueño en el que su padre muerto le decía que una encantadora pescadora vestida con un cheongsam en el lago Jingbo se convertiría en su reina. Tras despertar de su profundo sueño, el emperador envío a sus hombres a buscar a la joven. Así se convirtió en la reina Manchú. Llevó consigo su cheongsam y pronto todas las mujeres Manchú imitaron el vestido, y así fue como el cheongsam se popularizó.""En mi siguiente vida vendré por un cheongsam", le dije "cuando regrese pareciéndome a ti".Fuimos invitados por el Foro a cenar el restaurante flotante Jumbo, en Wong Chik Hang, en Aberdeen. Hace 40 años un restaurante similar, con una comida igualmente mediocre, flotaba en la bahía rodeado de sampanes y pequeños juncos. El Jumbo sigue decorado con deslumbrantes dragones y luces de fiesta, pero está en un muelle para yates rodeado de condominios caros.Nunca fuimos a comer, como lo hace la gente local, al puesto de comida Dai Pai Dong en la calle Gogh, ni tampoco probamos los ostiones del café Deco. Lo que sí hicimos fue ponernos nuestro mejor guardarropa de viaje para disfrutar de un té de alto nivel en The Peninsula Hotel, donde nos hospedamos dos noches.Quizá haya más hoteles elegantes en el mundo que The Peninsula, pero nunca he sido huésped de alguno de ellos. Ambientado por el sonido de música clásica en vivo y con meseros vestidos formalmente, nos deleitamos con exquisitas y suaves pastas y sándwiches deliciosos, acompañados con tazas de porcelana china repletas de té inglés y de té chino con leche, un té negro local con leche condensada. La hora del té se sirve en el lobby, reflejando la clásica grandeza de este legendario hotel y es la única cosa maravillosa que no ha cambiado a lo largo de todos los años. Es un lugar de visita obligado durante una estancia en Hong Kong. Como tampoco se pueden perder la vista desde el Men´s Room, en el Felix, el restaurante del hotel diseñado por Phillipe Starck.No fuimos al Museo de Porcelana del Té, ni al Museo del Espacio. Tampoco al Museo Marítimo, al Museo de Ciencia de Hong Kong o al Museo de Historia, pero fuimos huéspedes VIP en el cóctel de inauguración de una exhibición itinerante de la historia de Louis Vuitton, en el Museo de Arte de Hong Kong. Dado que en todos los hoteles y centros comerciales de la ciudad hay tiendas Louis Vuitton, el montaje de esta exhibición ha sido el adecuado y está formado por colecciones de las fundaciones Vuitton, incluyendo obras a gran escala de artistas norteamericanos, europeos y chinos. Reflejando una energética cultura urbana, también se presentan las obras de jóvenes artistas chinos como Nadim Abbas, Pak Sheung Chuen, Adran y Doris Wong.En el Museo Heritage nos remontamos a la historia y aprendimos sobre la ópera cantonesa. La tarde del sábado fuimos invitados a presenciar una función junto con una pareja de respetables adultos mayores, apasionados por esta expresión artística. Pero tal como dijeron “se trató de un viento poco propicio que no sopló bien”. Disfrutamos profundamente de nuestra suite del InterContinental, desde donde se pueden apreciar las mejores vistas de la bahía. Todos los días, a las 8 de la noche, lloviendo o con sol, tiene lugar un espectacular show de luces proyectadas sobre los edificios, reflejando en el agua un caleidoscopio de colores.Creo que fue la lluvia la que hizo posible hacer las fotografías más dramáticas de la bahía que he tomado.No acierto a recordar quién escribió: “La vida no se trata de esperar a que la tormenta pase. Se trata de aprender cómo bailar en la lluvia”, y así lo hicimos.

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Comentarios

  • I haven't had the chance to actually read the article. Nonetheless, I do have a comment about what I observed in two different movies shot in Hong Kong. The first one I saw was filmed before the British returned Hong Kong to the Chinese, and what you see is a tidy, exotic, modern, thriving city. The second one was shot maybe two years ago, is called Push, and what you see in it is a overpopulated city, full of garbage and inhabited by mainland Chinese that clearly don't care about it. I just think is shameful in a way...
  • gracias nadine porque me regalaste este viaje a mi me encanta viajar y lo he hecho a varias partes del mundo pero a veces por tiempo y a veces por dinero no lo he podido realizar y este a china fue gratis gracias,sigue compartiendonos tus experiencias.
  • Hola, recibe un afectuoso saludo,te comento que si pudiera ser posible mos horientes que camara fotografica podemos comprar en la actualidad, esperamos tu respuesta si eres tan jentil, ademas quiero ser tu amiga, gracias se feliz y de buen animo, hasta pronto.
  • Tus fotos me parecieron preciosas! Felicidades. Martha
  • buen dia y exelente viaje Nadine yo k no viajo pero ni ala eskina, con esas fotos tan hermosas y con esas lineas ten por seguro k casi conosco hong hong, feliz viaje y gracias por hacernos viajar k Dios te cuide.
  • Nadine, me encantaron tus fotos, eres una Master. Un viaje que quisiera hacer, esperemos que pdodamos cumplir este sueño.
  • Besos y abrazos de Patricia Rodríguez, te felicito.
  • Querida Nadine:

    Como siempre tu capacidad de sorprendernos con tu arte fotográfico me ha transportado a los escenarios que describiste, mil gracias por compartir el producto de tu tan depurado arte, FELICIDADES.

    Recibe un abrazo

    Con cariño Lucy Romero
  • Hola, que odisea tan bonita, un relato verdaderamente interesante, lo cual es un viaje importante q no se puede olvidar. Felicitaciones y gracias por compartir sus experiencias. Saludos
  • Hola

    Sigue compartiendo tús fotos y experincias en otros paises.

    Saludos.
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