Costumbres vs mayor objetividad.

La violencia intrafamiliar y las dolorosas rupturas humanas, tan extendidas en todas las clases sociales, son el resultado directo de las creencias equivocadas pero "bonitas" y "correctas" que el medio les inculca a las personas desde muy corta edad. Esas erróneas creencias toman cuerpo, cobran realidad tarde o temprano en forma de dramáticas vivencias, de feas experiencias. 


El concepto popular común de que el placer biológico instintivo natural es bajo, malo o indebido de alguna manera, lleva y obliga a la gente a formarse ideas del amor cargadas de irrealidad, como por ejemplo: suposiciones fantasiosas o apremio romántico al principio de una relación; posesividad, control o dominio del otro miembro de la pareja, después; y, disgusto con agresiones al final; cuando no, monotonía, enfado, aburrimiento o disimulo en un ambiente de relación poco constructivo o estimulante del mejoramiento humano mutuo.

 
Se puede afirmar que la violencia intrafamiliar, lo mismo que infinidad de trastornos psicológicos, drogadicción, delincuencia y otras taras sociales, tienen buena parte de su origen en la mutilación espiritual que representa AMENAZAR a las personas -desde niños- para que sean morales o correctos, con lo cual lo único que se consigue a la larga -cuando adultos- es que sean inmorales, fingidos, contradictorios e inestables, y no sepan por qué son así.

 
Sólo el conocimiento objetivo, natural y realista de uno mismo (NO las amenazas e imposiciones arbitrarias "de buena fe") da el convencimiento íntimo de comportarse con la responsabilidad que proporciona mejores, más intensas, verdaderas y perdurables satisfacciones y deleites corporales, emocionales y espirituales evidenciados en crecer con equilibrio y salud.

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