ALIENACIÓN PARENTAL

Mejor conocido como “Síndrome de alienación parental” es una vertiente de la violencia familiar, y ocurre cuando uno de los progenitores manipula a su hijo para generar en éste una aversión injustificada hacia el otro progenitor.Mejor conocido como “Síndrome de alienación parental” es una vertiente de la violencia familiar, y ocurre cuando uno de los progenitores manipula a su hijo para generar en éste una aversión injustificada hacia el otro progenitor.


El término fue acuñado en 1985 por el psiquiatra neoyorkino Richard Gardner, quien también estableció ocho criterios para identificar a quienes lo padecen, entre ellos una campaña denigratoria contra uno de los padres;  racionalizaciones absurdas y frívolas sobre tal campaña;  utilización de escenarios y frases del progenitor alienador;  y la denigración no sólo de un progenitor sino de toda su familia.


Las relaciones de una pareja con hijos pueden terminar muy mal.   Sin embargo, los niños no deben ser quienes paguen las consecuencias de los rencores y la violencia entre sus padres.  
Lamentablemente es común ver a un progenitor que maldice y critica al otro  (ausente) frente a sus hijos.   En sus batallas, mamás y papás buscan a veces transmitir a sus hijos, con tal de convertirlos en aliados incondicionales, el profundo odio que sienten hacia sus ex parejas.

Hasta la fecha persisten diversos debates en los círculos académicos sobre la fundamentación científica de este síndrome.  

Sin embargo, los tribunales y juzgados de lo familiar, tanto en México como en otros países han reconocido y establecido sanciones para el “Síndrome de alienación parental”,  basadas en las tensiones y secuelas que éste ocasiona en el desarrollo de los menores, y que son el pan de cada día de los abogados, psicólogos y trabajadores sociales que participan en divorcios y juicios de guarda y custodia.

En mayo del 2014, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal incorporó al marco legal la figura del síndrome de alienación parental, así como sanciones severas para los progenitores alienadores.

La norma está dirigida a sancionar por igual a madres y padres alienadores, es neutral en este sentido.  Su aplicación probablemente afecte a un mayor número de mujeres, ya que a ellas la ley les otorga, casi de manera automática, la guarda y custodia de los hijos.

Suele ocurrir con mayor frecuencia que la mujer es quien aleja a sus hijos del padre con manipulaciones, chantajes, mentiras, exageraciones y menosprecio, limitando poco a poco la convivencia entre ellos y provocando que el propio padre no pueda ver más a sus niños.

Por supuesto, el padre alienado se siente terriblemente frustrado e impotente para demostrarle a su hijo que no es cierto lo que le están diciendo, que lo ama y le preocupa su vida. 

Lamentablemente, es poco lo que este padre puede hacer, ya que el hijo, en este caso, crea una dependencia y una lealtad mal entendida hacia la madre.

Las consecuencias para los hijos alienados son tremendas:- Enojo, angustia y estrés.- Pérdida o disminución de la capacidad para controlar sus impulsos.- Pérdida de autoestima y confianza en sí mismo.- Ansiedad por la separación.- Desarrollo de miedos y fobias.- Depresión e ideas suicidas.- Desórdenes del sueño.- Desórdenes alimenticios, alcoholismo o drogadicción.- Problemas escolares y de relaciones con los amigos.- Comportamiento obsesivo-compulsivo.- Identidad sexual alterada.- Sentimientos de culpa.

Es de todos sabido que todo divorcio afecta en mayor o menor medida a los hijos, y si éste va acompañado con una “alienación parental”, sus efectos son más profundos. En un divorcio pierden todos, pero cuando se vuelve una pelea campal, quienes resultan más afectados son, en definitiva, los hijos.   
Un padre o una madre no deben medir el amor de sus hijos en la medida en que éstos le den la espalda al que fue su cónyuge.

Todo niño o joven tiene derecho a convivir y ser amado por ambos padres. A menos que exista una situación extrema de violencia o mala influencia de uno de ellos (incluso en esta situación se establecen las visitas vigiladas), nunca se le debe negar el derecho a un padre o a una madre de ver crecer a sus hijos, apoyarlos, convivir con ellos y, ante todo, de amarlos profundamente.
Si has tomado la decisión de divorciarte,  hazlo de una forma madura y no permitas que tus hijos sean quienes sufran las consecuencias.   

La presencia del padre y de la madre son y seguirán siendo vitales para un sano desarrollo de tus hijos.

Lucía Legorreta de Cervantes Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer. cervantes.lucia@gmail.com www.lucialegorreta.com. ;  Facebook:  Lucia Legorreta

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