mujer competitiva

La mujer competitiva se vuelve hasta cierto punto fanática de los detalles, sufre y se estresa mucho cuando las cosas se salen fuera de su control, quisiera acaparar a todo y a todos, sin pensar que esa actitud apresurada, causa estragos en el organismo y un desgaste emocional tremendo. Luchar por ser siempre la mejor, está llevando a la mujer moderna a aceptar nuevos retos cada día, pero también con ello a hacerse cómplice de sus descuidos y convertirse en una candidata segura para un hospital psiquiátrico. Veamos por ejemplo a una mujer que diariamente vive única y exclusivamente para su belleza; su armario está impecable con ropa de marca y por supuesto, al último grito de la moda. Llama a su estilista cada tercer día para sacar cita en el salón, se lleva observando (con lupa), su rostro para ver la menor imperfección y cubrirla con polvos o maquillajes. Depila tan impecablemente sus cejas, que ni brillos necesita, pues la piel le ha quedado tan tersa como la de una bebé recién nacida, y el bigote… ¡Ay, Dios… el bigote! no se escapa de la cera depiladora cada mañana, igual que la barbilla y las piernas ¡Qué horror!… No soportaría que sus amigas le llamaran: ¡La bigotona! ¡Y vaya que hay muchas mujeres bigotonas! Entonces; agobiada la mujer por su exagerada y constante preocupación por lucir siempre tan hermosa y radiante como una reina bajada del trono con su cetro y su corona, a la mujer se le olvida estimular y desarrollar factores más importantes que son sus riquezas y valores internos; limpiar sus temores, soltar sus apegos, pulir su naturalidad, depurar sus miedos al qué dirán, al qué pensarán o qué pasará si suelta sus dependencias al tinte para el pelo, a la secadora, al rímel, al rubor, a los postizos, a la zapatilla alta y al pantalón ajustado, amén de la gran colección de lociones que no faltan en su tocador y sus mascarillas costosas, molestas, esperándola siempre en su mesita de noche. ¿Pero se han puesto a pensar ustedes amigas queridas que no son necesarios tantos menjunjes ni tantas carreras con la lengua de fuera, por conseguir una belleza apócrifa?, que en apariencia es propia (es cierto), pero que cada mujer sabe en su interior que quitándose la máscara al llegar a casa, resurgirá gloriosa la mujer maravillosa verdadera, la que reclama su imperio sin tantos polvos y maquillajes, sin cirugías, sin coloretes, sin celuloide, ni tanto nácar en los labios, la mujer que vive oculta tras las cortinas gruesas de cosméticos, la más natural, la más tierna, la más valiente… ¡Y la más bonita de todas! A ver; pongámonos a prueba, a ver si es cierto que somos tan valientes, tan seguras de sí mismas y al menos por un día… ¡Sólo por un día!, soltemos el neceser y mandemos de vacaciones el estuche de los cosméticos, dejemos que la mujer más chula que vive dentro de nosotras, se muestre al mundo tal cual es… ¡Al natural! y que de frente camine, recibiendo cara a cara la vida, como si fuera (aunque sea por un solo día), ¡Una flor inmaculada, limpia, blanca y pura…frente al sol! ¿Te atreverías a intentarlo mujer? Con mis respetos y cariño siempre

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