Alicia busca el país de las maravillas

Alicia busca el país de las maravillas “Para opinar sobre los niños no se requiere ser madre. Se necesita haber sido niño”. Sofía Cristina Córdova Hace algún tiempo estuve en una reunión donde había adultos y niños celebrando un cumpleaños. En determinado momento escuché cuando una de las mamás insultaba a su pequeña hija delante de todos, mientras la niña avergonzada bajaba la cabeza para después retirarse sola a llorar. Luego de observar esa escena pensé en escribir a favor de los niños, porque entre más personas seamos conscientes de lo valiosos que son, más oportunidades tendremos de sanar nuestro niño interior y por lo tanto nuestra vida presente. Estoy segura de que la mamá de esa niña utiliza al miedo como el método por excelencia para educar e inculcar el respeto en su hija porque es lo único que conoció y que conoce. En su interior posee el temor de que su hija tome la ruta equivocada y se convierta en lo que ella jamás quiso ser. Esta es la razón por la cual le exige a su hija más de lo que ella puede dar y en esa forma le condiciona su afecto. Parte de lo que esta mujer considera una buena educación consiste en pretender que la niña sea organizada en su habitación, excelente en sus estudios, hábil participante de actividades escolares, buena compañera, disciplinada, limpia, que pueda bañarse cada mañana sin obligarla, que coma ensaladas saludables, que ame el brócoli, el cereal integral, la zanahoria; que se comporte a la altura cuando va de visita, que no lastime a sus hermanos menores, que no engorde, que no diga mentiras y un sin fin de requisitos. Sin darse cuenta ella condiciona el amor de su hija y le exige ciertos comportamientos para poder amarla y satisfacer su necesidad de ser la madre ideal. Un grupo nutrido de padres perfeccionistas lo conforman aquellos que evitan a toda costa que su hija continúe subiendo de peso y para lograr el éxito total en su educación, le prohíben toda clase de alimentos deliciosos para cualquier niño, le ponen horario a sus propios gustos y diseñan su menú diario: un desayuno a base de frutas, leche o cereal; un almuerzo de verduras con carnes sin grasa, un leve refrigerio a base de fruta o algo integral y para cenar algo muy ligero; en pocas palabras desde pequeña la hacen partícipe de sus propias guerras contra la grasa o cierto tipo de alimentos. Es habitual que el hecho de que la niña consuma caramelos, frituras o cualquier otra comida que no esté incluida en el plan de los padres la hará acreedora de un castigo o un buen regaño en presencia de quien sea posible para hacerlo más contundente. Evidentemente este tipo de padres tiene un miedo arraigado en su propia vida, temen que la niña suba de peso y sea rechazada por la sociedad, también temen que no pueda obtener un trabajo o peor aún, que pueda desarrollar enfermedades cardiovasculares. El maltrato psicológico al que someten a su hija, sumado a sus propios temores, les permite sentir que hacen todo lo humanamente posible para educarla dentro de la norma y bajo estas circunstancias es poco fácil detenerse a pensar en que simplemente es una niña y que merece vivir la vida como tal, con su óptica tan desprovista de ego, tan sencilla y limpia, con su corazón puro, dispuesto a perdonar, o también a amarse si se le enseña cómo hacerlo. La vida no es tan sencilla para una niña con sobrepeso porque sus padres le han inculcado que no debe comer tanto como las demás niñas para ser aceptada incluso por si misma. Sus padres constantemente y sin saberlo le envían mensajes que en voz baja dicen: “Si comes mucho mamá no te va a querer porque te verás fea, mamá no quiere una hija gorda en casa” o “Si comes mucho engordarás, tendrás que rechazarte y los demás niños también lo harán”. Estos mensajes generan sentimientos de culpa que son los que penetran el cuerpo emocional de la niña ocasionándole diversas enfermedades y malestares físicos que ella disfrazará con hambre y por consiguiente sus padres se lo atribuirán a lo que come a escondidas porque según su lógica ella “es una niña mala”. Ahora permíteme decirte algo importante respecto del sobrepeso de tu hija: ella no ha engordado por que come demasiado, lo que sucede es que hay alguna situación que la obliga a protegerse con la grasa que crea su cuerpo para este fin. En lugar de prohibirle los alimentos, comienza por sanar su corazón y pregúntale a qué le teme, inténtalo haciéndote su amigo(a), diciéndole cada vez que puedas, que la amas aunque engorde, que eso jamás pondrá distancia entre tú y ella, que eres incondicional en su vida, que deberá aprender a amarse aunque sienta que hay diferencias físicas entre los demás niños y ella; que debe sanar su cuerpo físico desde adentro, que el amor a sí misma es primordial para que crezca sana y con un sistema inmune fuerte. Si tu niña ha de ser gordita porque desconoce la razón de su miedo, que lo sea con la menor cantidad de traumas posible; ten en cuenta que hay niños que procesan sus emociones así como tu hija, protegiéndose con su propio cuerpo y algunos otros se protegen de distinta manera. Evita las comparaciones entre hermanos o amigos, no hay nada que pueda derribar más la autoestima de tu hija que el hecho de compararla con alguien más. Ella es auténtica, tú la hiciste, ¿Puede haber alguien más responsable de ella que tú, como quiera que sea? Ama a tu hija así rellenita y ámala más aún si es muy muy gorda ante tus propios ojos; nadie lo puede hacer mejor que tú y ella te lo va a agradecer toda la vida. Pregúntate: ¿Adelgazan los niños realmente con tantas prohibiciones? ¿Si adelgazan de este modo estoy contribuyendo a crearle otro problema peor como la anorexia? ¿Si en verdad la amo, puedo aceptarla como es, sin condiciones? Permite que viva su niñez plenamente aquí y ahora, olvídate del mañana, deja tus miedos a un lado, nada puede sucederle a su cuerpo físico mientras cuides su cuerpo emocional; recuerda que entre más prohibiciones tenga, más adicciones en su contra desarrollará. Dile ahora mismo aunque sea mentalmente, que la amas porque está aquí contigo iluminando tus días con su compañía y estoy segura de que su alma sensible lo sentirá, dile que solamente necesita ser ella misma todo el tiempo y que estarás ahí indefinidamente, dale algo firme para que edifique su futuro, aprende a ser su padre o madre mentalmente y cuando estés preparado(a) ve con ella, abrázala fuerte y siéntela junto a ti ahora que puedes. Cuando tu hija se equivoque según tu criterio, llévala contigo hacia un lugar agradable y haz un trato, las niñas aman los tratos porque siempre ganan algo; si no es posible hacer tratos con tu hija porque la comunicación está totalmente rota, comienza de cero y ármate de paciencia porque tú la hiciste tal como es. Pero evita humillarla públicamente, evita la violencia porque es probable que sea violenta contigo cuando seas viejo(a). Evita pellizcarla o jalonearla para llamar su atención, evita las palabras soeces con las cuales manchas su intelecto, evita los gritos para lograr que te obedezca porque sólo lograrás lastimarla. Si su cuarto casi siempre está desordenado nuevamente haz un trato, pero sé flexible, sé paciente, recuerda que su niñez pasará rápido para convertirse en lo que todo adulto debe ser para que la sociedad lo acepte y será hasta entonces cuando entres a su habitación, la veas organizada pero ya sin ella porque llegó su tiempo de volar. Si tiene mal comportamiento en su colegio entonces analízate, porque ella aprende por imitación. Si no quiere bañarse busca la causa hasta que logres tu objetivo sin que tengas que ofenderla. Si la niña miente, recuerda que tú también lo haces muchas veces para sobrevivir en la sociedad actual, para encajar en ella y eres adulta(o). Si le han regalado juguetes caros permítele que los destruya porque para eso fueron creados, sólo en esa medida puede disfrutarlos y cuando sea grande ya no lo hará, te lo prometo. Si no quiere comer o come demasiado analiza sus emociones, pregúntate: ¿sucede algo que yo no sepa en la vida de mi hija? Muchos padres creen que su hija tiene toda la libertad del mundo para contarles cualquier cosa y la realidad es muy distinta porque esa niña jamás ha tenido el privilegio de ser ella misma en el pequeño mundo que le crearon, así que es muy probable que haga silencio frente a lo que debería decir. La niñez de tu hija es o será muy similar a la tuya y de la misma manera en que tú te bloqueaste aproximadamente a los 5 años, así mismo ella lo hará, disminuyendo así en el tiempo tus oportunidades para lograr cada vez una mejor relación. En pocas palabras… lo que no hiciste cuando la niña tenía menos de 5 años, difícilmente lo harás en su crecimiento de ahí en adelante. Y aunque el maltrato puede ser de varias clases, en este artículo solamente hablo del psicológico porque para entrar en el plano del maltrato físico debo crecer y madurar mucho más. Afortunadamente para mí, no me creo la dueña de la verdad porque considero la posibilidad de equivocarme, y a manera de ayudar a las personas que no saben cómo dirigirse a sus hijos, hago este aporte a todos los niños cuya conciencia se unió a la mía para que surgiera en mí la necesidad de escribir este artículo y que muchos padres lo leyeran. Fue inspirado por las lágrimas que bajaron de unos hermosos ojos llenos de vida, de inocencia, y que cuando me miraron no pude hacer nada más que abrazarla y escribir para ella. Gracias por leerme y gracias a la nena que lo inspiró www.vivicervera.com Copyright, 2008. Vivi Cervera. Derechos reservados de autor.

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