Los nuevos treinta. A punto de dar el paso…

Por Claudia Montelongo

Para Fabulosa Magazine

Estoy a unos meses de cumplir cuarenta años, lo sé, ¡Se escucha horrible! (al menos en mi cabeza) es una de “esas cosas” que a los 20 sientes que “falta una eternidad” y en un parpadeo ¡Voila!,  te encuentras aterrada pensando   ¿Qué pasará ahora? ¿Quién es o quien debe ser la nueva “yo” de 40?

 

Y más porque estoy muy lejos de ser la adulta que soñé cuando era niña. El príncipe azul jamás llegó con su espada montado en corcel blanco (vamos ni siquiera en un bmw), nunca  baile o me vi  como la protagonista de flashdance, y estoy muy lejos de ser Presidente de mi país. Mis prioridades han cambiado de forma radical,  la celulitis y el peso me preocupan menos que el colesterol alto o la menopausia (¡Mentira! Pero suena bien).

Entonces, tomo mi café y me siento frente a mi computadora a reflexionar fríamente sobre mis temores y analizar mi resistencia, sé que estoy parada frente a un cambio importante en mi vida, tal como la adolescencia o la maternidad; tan impactante como cuando descubres que Santa Claus no existe y las navidades nunca volvieron a ser igual. De la misma forma comprendo que los 40 marcan un antes y un después en la vida de una mujer, y sin intentar dramatizar, dar el paso es todo un desafío de aceptar los cambios que no son pocos. Pero como no todo es blanco o negro, veamos con buen humor lo bueno y lo malo de llegar a la mediana edad:

  1. Tu cuerpo.

Lo malo: Flacidez, celulitis, subida de peso, etc.

Lo bueno: Si soñaste verte como un ángel, en esta etapa lo consigues. Ahora al levantar tus brazos descubres que la piel te ha formado alas.

 

  1. Tu salud.

Lo malo: Dolores por aquí y por allá.

Lo bueno: Aprendes mucho de anatomía, hoy estas completamente segura de donde está el hígado.

 

  1. El cansancio:

Lo malo: No solo al acabar día, a veces desde que inicia.

Lo bueno: La enorme sensación de éxito que te produce subir 50 escalones

 

  1. La memoria.

Lo malo: Tu capacidad de retener datos se ha visto muy disminuida.

Lo bueno: Ops ya lo olvide L

 

Y buscando en mi actitud positiva, escondida en algún lugar de mi hipotálamo, trato de enlistar las reales ventajas de la madurez que trae consigo, sin que éstas suenen a autoresignación, así que allá vamos:

-          Sabes lo quieres, o al menos lo que NO quieres… y no tienes miedo a expresarlo.

-          Sabes a quien quieres en tu vida y te alejas en la medida de lo posible de las personas o situaciones que bajan tu energía y tu buen ánimo.

-          Valoras más tu tiempo libre. (si lo tienes)

-           “El tiempo es oro” deja de ser solo una frase linda.

-          Te ríes de las cosas que antes eran un gran drama.

-          Aprendes a reírte de ti misma.

-          Pierdes menos el tiempo en tonterías.

-          Sabes que no hay necesidad de cortarse las venas cuando terminas una relación… el dolor pasará (otra vez)

-          Cuidas más tu salud. Los chequeos médicos los tomas más en serio.

-          Los tratamientos para adelgazar ya no forman parte de tu canasta básica, ahora entran los suplementos de vitaminas.

-          Y lo mejor de todo, es el tiempo de “ahora me toca a mí” y empiezas a ponerte como prioridad.

-          Estás en una etapa donde tienes experiencia, madurez, dinero propio y lo mejor… aún estas de “buen ver”

-          Y aunque suene a cliché … tienes muuuucha vida por delante (Estadísticamente más de 20 años)

 

Es necesario comprender que tener cuarenta es parte de la vida, ¡Total! A estas alturas, ya superamos la crisis de los veinte y de los treinta…

Al final “Si la vida es una fiesta”… ¡Lo mejor está a la mitad! ¿O no?

Se tu… ¡Se fabulosa! A cualquier edad.

 

¡Nos vemos en el próximo número!

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