Y TÚ, ¿PARA CUÁNDO?

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Hace algunos meses en el coffee break de una clase, una conocida me preguntó por mi perro. (Qué puedo decir. Él es un ser muy popular) Mientras le platicaba sus últimas gracias y aventuras, una mujer que no me conocía y estaba escuchando nuestra conversación, nos interrumpió y me pregunto: "¿no sería mejor que en vez de un perro tuvieras un hijo?" Sentí que me había dado una bofetada. No supe qué contestar. Tuve que disculparme y meterme al baño con el corazón hecho pedazos.

Soy una mujer de 39 años, independiente, profesionista, felizmente casada, emprendedora, guerrera, saludable… que no tiene un hijo y no es por decisión... ¿o sí?

Según las últimas estadísticas, en México existen 2.6 millones de casos de infertilidad y cada año se suman 180 mil más, entre hombres y mujeres. (INE, 2018). A pesar de esto, en nuestra sociedad el tema sigue siendo un tabú. En algunos casos se vive con vergüenza y sobre todo con una enorme soledad, pues tanto hombres como mujeres evitan hablar del tema.

Es por eso que hoy les hablo como ser humano, como esa mujer que por ser percibida como independiente, la gente asume que no quiere tener un hijo y prefiere tener un perro. Como una mujer que ha escuchado el clásico "Si no te apuras se te va a ir el tren". Aquella que ha tenido que sonreír falsamente cuando en una reunión donde hay un bebé le preguntan " Y tú, ¿para cuándo?"

Y es que en este momento de la humanidad, independientemente de los problemas de infertilidad que tiene que afrontar una pareja, (las causas de ésta, si el problema está en ella o en él, etc) las opciones de tratamientos son tantas que pareciera que si no haz puesto manos a la obra es porque de verdad no quieres tener un hijo. Así que además de que la pareja pasa por la herida emocional de no poder concebir de manera natural, surge una pregunta más difícil: ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?

Mi tía abuela no pudo tener hijos. No obstante, tuvo la relación más llena de amor que yo pueda recordar en mi familia. La razón por la que no pudo fue porque "Dios no los mando". Hoy definitivamente se han acabado esos tiempos en los que el duelo por no concebir tiene esa mágica explicación. Después, quizá, quedaba la decisión de adoptar.

Hoy el menú es amplio y el conflicto interno para muchas parejas es también más grande. En la oferta existe: ayuda hormonal, inseminación artificial, (pueden llegar a ser varias, por lo tanto hay que estar preparado psicológicamente para que no funcione) fertilización in vitro, donadores de esperma, óvulos, adopción de embriones.... ¡Pfff!!

Y estás ahí, viendo el menú, preguntándote cuál es tu limite, qué riesgos hay para tu salud, qué pasará con tus emociones si no funciona. Ante este desplegado de opciones pareciera que hasta dónde estás dispuesta a llegar es equivalente a  ¿qué tanto quiero ser mamá?

Tomar esta clase de decisiones no es fácil. Cada quien tiene su propio límite y sus necesidades. Todas son respetables y sobre todo muy íntimas. De la misma forma que es respetable la decisión de no querer tenerlos por convicción y voluntad.

De manera personal yo he encontrado mi límite, mi hasta aquí. Si bien es cierto que por mi practica profesional y mi propio trabajo personal, mi perspectiva podría tender a otras direcciones, en esos momentos de vulnerabilidad cuando los sentimientos afloran me he sentido hasta culpable de no querer ir más allá. Es como si existiendo la opción yo "decidiera" no tomarla y  por lo tanto, no fuera congruente con mi deseo de ser mamá.

Todos los días trabajo con mujeres que están en búsqueda de sanar sus dolores físicos, sus dolores emocionales, su espíritu. Mujeres que afrontan de diferente manera la maternidad y que sin embrago, de alguna manera, todos los días crean, impulsan y aportan a la vida.

Yo hoy escribo a nombre de esas mujeres que son madres, mujeres que no lo son porque no quieren serlo, mujeres que no lo son porque no pueden, mujeres que toman la decisión de intentarlo hasta donde tengan que llegar, mujeres que son madres profesionistas y a veces sacrifican tiempo con sus hijos para seguir adelante, mujeres amas de casa, mujeres que gustan de viajar y divertirse, mujeres exitosas, mujeres que quieren ser monjas, mujeres que quieren adoptar niños de todo el mundo y además tener hijos propios como Angelina Jolie. Mujeres que con su labor cuidan a más de uno, mujeres que con sus asociaciones dan amor y oportunidades, mujeres que si cuidamos a otras mujeres, nos detendremos un segundo y pensaremos dos veces antes de preguntar: Y tú, ¿para cuándo?

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Shelsy Diaz es Ayurvedic Practitioner por el STED Counsil, Goverment of India, especializándose en Ayurveda Life Impressions Body Work; Certified Spirit Guide Coach por Deborah King. Le gustan los Animales y trabajar con arte textil como parte de su práctica de meditación

Para contactar a la autora, escribe a: shelsydg@gmail.com

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