TREINTA Y DOS HIJOS:UNA MUJER ÚNICA

TREINTA Y DOS HIJOS: UNA MUJER ÚNICA

Raquel Schlosser

-Tengo treinta y dos hijos

-¿De cuántos esposos?

- De ninguno

Me contó su historia que comparto contigo, porque esta mujer es una inagotable fuente de inspiración. La conocí a sus noventa y dos años y acababa de salir del hospital.

Su hijo de siete años que tenía prendido a su fuerte mano, se soltó involuntariamente en una persecución nazi y lo extravió entre la desesperación de los gritos, empujones, balazos, toma indiscriminada de prisioneros, huida.

Lo buscó desesperadamente arriesgando muchas veces su vida. Vagó por las calles comiendo polvo y miedo. Nunca lo encontró.

Rezaba día y noche para que una madre lo hallara y lo protegiera. Solo esperaba que cualquier madre se apiadara de un niño chiquito solo y lo mantuviera con vida.

A cambio hizo una promesa que llevó hasta sus últimas consecuencias: Salvaría a cualquier niño o niña que se atravesara en su camino.

Se unió a la resistencia contra los nazis. El grupo al que ella pertenecía se dedicaba a llevar grupos clandestinos de familias de judíos desplazados y perseguidos a través de las montañas, en dirección a barcos que zarpaban secretamente.  Gracias a su entrenamiento como alpinista, rescató muchas vidas. Ella finalmente arribó en uno de esos barcos a Palestina, que estaba bajo el mandato británico

Su promesa encontró tierra firme. Avisó en el muelle que le mandaran a cada niño o niña huérfana.  Les dio salud, abrigo, alimento, seguridad y cariño. Buscó buenas familias para adopción para así quedar disponible para el próximo ser que la necesitara.

Un carácter de hierro y azúcar. Recientemente había salido del hospital. La internaron por un problema circulatorio que ponía en riesgo una de sus piernas con alta probabilidad de amputación. Solo aceptó internarse bajo la condición de estar en el piso de maternidad porque allí se respiraba felicidad. Se negó a comer alimentos del hospital porque era para  enfermos. Sus treinta y dos hijos, ya todos casados y viviendo en diferentes ciudades de Israel, se turnaron para llevarle la comida que a ella le gustaba.  Yo la vi riéndose, enseñándome las dos piernas sobre la mesa. “Salí caminando”, me dijo.

Su último acto de amor a su hijo, al que buscó hasta el último día de su vida, relacionado con su promesa fue dos años antes de que yo la conociera, a los 90 años.

Se enteró que en el edificio que vivía, unos vecinos no tenían recursos para viajar fuera del país para hacer un trasplante de riñón a su pequeño. Contactó a uno de los familiares al que le hizo prometer que mantendría en secreto el origen del dinero para poder salvar al niño. Vendió su departamento y se fue a vivir a una casa de retiro. “A mi edad no necesito nada”. A los hijos más necesitados les dejó escoger primero que querían llevarse de sus pertenencias. Y a los demás les dio un recuerdo a cada uno. Le entregó al familiar del niño el dinero con lo que se pudo realizar una exitosa operación. No quería que le dieran las gracias, quería seguir honrando su promesa.

CUANDO ESTES DESESPERADA POR TODO LO QUE NO TIENES O POR LO QUE PERDISTE, PIENSA EN ELLA PARA INSPIRARTE.

 

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